
El debate sobre si es preferible realizar entrenamientos cortos o largos continúa vigente y genera opiniones divididas entre expertos en el ámbito del fitness. Según Farren Morgan, preparador físico militar y fundador de The Tactical Athlete, los entrenamientos cortos suelen durar entre 20 y 30 minutos y están diseñados para ejercicios de alta intensidad.
Este tipo de sesiones busca maximizar la quema de calorías y el compromiso muscular en un periodo de tiempo más breve. Por su parte, los entrenamientos largos pueden extenderse entre 45 minutos y una hora o más, permitiendo un volumen mayor de trabajo y centrándose especialmente en la mejora de la resistencia.
Diferencias entre entrenamientos cortos y largos

Eloise Skinner, instructora de fitness, amplía los márgenes de definición e indica que una sesión corta puede abarcar entre 10 y 20 minutos, mientras que los entrenamientos largos pueden alcanzar desde 60 hasta 90 minutos, especialmente en clases grupales o actividades de bajo impacto como la natación.
La diferencia fundamental radica en la intensidad y la variedad de los ejercicios: los entrenamientos cortos, por lo general, se orientan a la alta intensidad y a resultados rápidos, mientras que los largos permiten trabajar a menor ritmo, enfocándose en la resistencia, la técnica o la incorporación de diferentes grupos musculares.
La elección entre un tipo de sesión y otro se relaciona tanto con los objetivos personales como con el tiempo disponible, las preferencias y el estado de forma de cada persona. No existe una respuesta universal, ya que la efectividad depende del contexto y las metas individuales.
Beneficios y limitaciones de los tipos de entrenamiento

En entrenamientos cortos
Los entrenamientos cortos, que suelen oscilar entre 10 y 30 minutos, se caracterizan principalmente por su alta intensidad y su capacidad de adaptarse a agendas ocupadas. Entre los beneficios más destacados, expertos como Alanna Kate Derrick y Tyron Woodley señalan la eficacia para aumentar el ritmo cardíaco, optimizar la quema de calorías y mantener la forma física incluso cuando el tiempo disponible es escaso.
Este tipo de sesión favorece el metabolismo y ayuda a controlar el estrés, lo que resulta especialmente útil para personas con rutinas diarias exigentes, como empresarios o padres con poco tiempo libre.
Otra ventaja significativa es que permiten una recuperación más rápida entre sesiones, minimizando así el riesgo de lesiones derivadas del sobreentrenamiento. Además, al ser de corta duración, estos entrenamientos facilitan la constancia y reducen la probabilidad de agotamiento físico y mental.

El enfoque en ejercicios de alta intensidad, como el HIIT, incrementa la eficiencia del entrenamiento en períodos breves. Sin embargo, los entrenadores y científicos del deporte también advierten sobre sus limitaciones.
Sergii Putsov, entrenador especializado en halterofilia (exlevantador olímpico ucraniano y medallista) y ciencia del deporte, destaca que el tiempo reducido de estas sesiones suele restringir la variedad de grupos musculares trabajados y limita la incorporación de ejercicios complementarios.
El corto lapso disponible para el calentamiento y el enfriamiento incrementa el riesgo de lesiones, especialmente al exigir al cuerpo un esfuerzo elevado sin la preparación adecuada. Además, la falta de variedad puede traducirse en menor desarrollo de la resistencia general y en posibles desequilibrios musculares.

En entrenamientos largos
Las sesiones prolongadas, con una duración usual de entre 45 y 90 minutos o más, ofrecen oportunidades para trabajar con mayor amplitud y versatilidad.
Morgan subraya que los entrenamientos largos facilitan el enfoque en múltiples grupos musculares y sistemas energéticos, siendo ideales para quienes buscan aumentar la resistencia, la fuerza y alcanzar objetivos específicos de acondicionamiento físico o retos atléticos.
Asimismo, las sesiones largas permiten mantener una intensidad menor, lo cual reduce el riesgo de agotamiento inmediato y favorece la atención a la forma física, técnica y recuperación activa.

Desde la perspectiva cardiovascular, la prolongación del ejercicio fortalece el corazón, promueve la resistencia y apoya la hipertrofia muscular gracias al tiempo de trabajo sostenido. No obstante, existen desafíos asociados a este tipo de entrenamiento.
El principal es la demanda de tiempo y la necesidad de una buena planificación para evitar el sobreentrenamiento y la fatiga crónica. La falta de una recuperación adecuada puede derivar en lesiones, agotamiento y pérdida de motivación.
Recomendaciones para la combinación y organización de entrenamientos
La combinación adecuada de entrenamientos cortos y largos se presenta como una estrategia efectiva para lograr una rutina de ejercicio equilibrada y sostenible.

Diversos especialistas coinciden en que la clave está en adaptar la planificación semanal a las posibilidades y necesidades de cada persona, aprovechando tanto los días con mayor disponibilidad de tiempo para sesiones extensas, como los momentos de mayor actividad para incorporar entrenamientos breves e intensos.
Otra sugerencia recurrente es dividir las rutinas largas en bloques o sesiones diferenciadas, focalizando cada una en un objetivo concreto, como el entrenamiento cardiovascular, la fuerza en determinados grupos musculares o los estiramientos.
De ese modo, se aprovecha la extensión de la jornada sin sobrecargar al organismo en una sola dimensión. En el caso de los entrenamientos breves, la recomendación es optar siempre por ejercicios de alta intensidad que maximicen los resultados metabólicos y cardiovasculares mientras se minimiza la duración.

Importancia de la personalización y la constancia en la rutina
La efectividad de cualquier programa de entrenamiento depende en gran medida de la capacidad de adaptarlo a las características y necesidades individuales.
Los expertos resaltan que no existe una fórmula universal: el mejor tipo de ejercicio es aquel que resulta seguro, satisfactorio y sostenible para cada persona en particular. Factores como el nivel de condición física, los objetivos, la disponibilidad de tiempo y las preferencias personales deben guiar la elección y variedad de las sesiones.
La constancia es otro componente esencial. Mantener una rutina regular, más allá de la duración o la intensidad de cada entrenamiento, favorece el progreso físico y el desarrollo de habilidades a largo plazo.
La clave radica en combinar sesiones variadas con perseverancia y ajustes según la respuesta del propio cuerpo, priorizando la salud y la adecuación al contexto personal.
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