
Encontrar un pedazo de queso olvidado en la heladera y preguntarse si todavía se puede usar es una situación frecuente en muchos hogares. Para evitar el desperdicio, muchas personas consideran congelarlo.
Si bien el congelador puede ser una solución, no todos los quesos responden igual al frío y es fundamental saber cuáles se pueden congelar y cómo hacerlo correctamente para conservar su sabor y textura.
Quesos aptos y no aptos para la congelación
La gran variedad de quesos en el mercado implica que no todos reaccionan de igual manera ante la congelación. Los quesos duros y semiduros, como el cheddar, el parmesano y el gouda, resultan especialmente adecuados para conservarse de esta manera. Estos quesos mantienen mejor su estructura y sabor, aunque siempre muestran algunas variaciones en la textura una vez descongelados.

En cambio, los quesos blandos con alto contenido de humedad no son recomendables para congelar. Quesos como el de cabra y el brie no reaccionan bien al frío extremo. La formación de cristales de hielo altera su textura y los vuelve menos cremosos y más quebradizos. Además, este tipo de queso tiende a derretirse con mayor facilidad debido a su elevado contenido graso, lo que intensifica la alteración durante la congelación.
El caso del queso crema requiere mención aparte. Aunque técnicamente se puede congelar, lo cierto es que pierde parte de su cremosidad y sabor tras el descongelado, por lo que no es recomendable si buscas la mejor experiencia al consumirlo, según el artículo publicado en Good Housekeeping.
Recomendaciones para preparar y almacenar el queso antes de congelarlo
La preparación previa es clave para lograr buenos resultados al congelar queso. Anticipar cómo se va a utilizar el queso facilita su uso posterior y minimiza el impacto en la textura. Si se planea rallarlo o cortarlo, lo más conveniente es hacerlo antes de congelarlo.
El embalaje es fundamental, según reiteró el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en Good Housekeeping . Eliminar la mayor cantidad de aire posible resulta esencial para evitar quemaduras por congelación y pérdidas de sabor. Lo ideal es el sellado al vacío, aunque envolver el queso en film transparente y colocarlo en bolsas o recipientes herméticos aptos para congelador también ofrece muy buena protección.

Además, conviene etiquetar cada paquete con el tipo de queso y la fecha de congelación. Se aconseja congelar el queso poco después de la compra y no hacerlo una vez vencida la fecha de caducidad o de venta. Estas recomendaciones coinciden con las directrices del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), que considera la congelación un método seguro y efectivo para conservar alimentos, incluido el queso.
Un sellado adecuado no solo extiende la vida útil del queso, sino que también ayuda a mantener su sabor y aroma. Usar una envasadora al vacío impide el paso del aire y reduce el riesgo de que el queso absorba olores de otros productos. Si no se dispone de este equipo, se recomienda envolver el queso en film y guardarlo en un recipiente o bolsa hermética, lo que crea una doble barrera y preserva la frescura.
Al congelar, la textura del queso cambia, por lo que se recomienda su uso en platos calientes y cocinados, como guisos, pizzas o cazuelas horno, donde se derrite y se integra fácilmente con otros ingredientes, según menciona el USDA. En estos casos, las diferencias texturales pasan inadvertidas.

En cambio, el queso destinado a servirse solo, en bandejas o como aperitivo, no es recomendable para congelar, ya que los cambios en la textura se notan mucho más.
Algunas recetas en las que el queso congelado es ideal son el pastel de enchilada, la pizza de pepperoni o la cazuela de pollo con queso y brócoli.
Preguntas frecuentes: mozzarella y uso directo desde el congelador
Una duda frecuente es si se puede congelar mozzarella rallada para pizzas. La respuesta es sí: la mozzarella congelada resulta ideal para gratinados y pizzas, ya que se funde perfectamente. Tener este tipo de queso listo en el congelador es una solución práctica para comidas rápidas.

Respecto al uso directo desde el congelador, se puede utilizar el queso así, aunque es preferible descongelarlo en el refrigerador antes de usarlo. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), no se recomienda descongelar a temperatura ambiente para evitar el desarrollo de bacterias.
En resumen, la congelación es una buena herramienta para evitar el desperdicio de queso, siempre que se acepten algunos cambios en la textura y se sigan las recomendaciones básicas de conservación.
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