Eva Hughes fue una de las ejecutivas más jóvenes de la industria editorial latinoamericana y dirigió cinco revistas de manera simultánea como CEO de Condé Nast en la región. En el punto más alto de su carrera, tomó una decisión que sorprendió a muchos: renunció para “reencontrarse consigo misma” y redefinir el éxito más allá de los títulos corporativos.
Hughes, quien fue nombrada directora de Vogue México y Latinoamérica a los 29 años, compartió en el pódcast Plan-ES, los momentos que marcaron su proceso de transformación personal y profesional. “Pensé que si dejaba Vogue, nadie más me iba a llamar”, confesó. “Y sin embargo, fue el momento más feliz de mi vida”.
El ascenso meteórico en la industria editorial

Su trayectoria comenzó de manera inesperada cuando tenía 24 años. Su hermana Ileana, quien había recibido una oferta para dirigir la revista Selecta en Miami, recomendó a Eva para una posición de becaria. Sin embargo, la fundadora de la publicación, Nora Bulnes, vio algo especial en la joven y le ofreció directamente el cargo de directora.
“A los tres días estaba llorando porque no sabía si lo podía hacer”, recordó sobre sus primeros días en Selecta. La experiencia inicial fue abrumadora, pero decidió enfrentar el desafío con determinación. “Me compré diccionarios, revistas, estudié, fui a todos los eventos. Si había una copa de champán en esta ciudad, estaba yo ahí”, relató.
Cinco años después, llegó la llamada que cambiaría su vida: Vogue quería entrevistarla. El momento fue especialmente significativo porque su hermana había predicho años antes que Eva trabajaría en esa revista. “Cuando salí de la entrevista de Vogue, me acuerdo de entrar a mi coche a llorar, pero no lloré porque me había llegado Vogue. Lloré porque la vida me estaba dando un gran regalo”, explicó.
Los desafíos del liderazgo femenino

Como directora de Vogue a los 29 años, Hughes enfrentó el escepticismo de una industria dominada por estructuras tradicionales. “Había muchas personas en aquel momento en Latinoamérica con grandes trayectorias que de pronto vieron que finalmente llega Vogue Latinoamérica y aquí nombran a una chica de Miami joven", reflexionó.
La presión fue intensa desde el inicio. “Durante el primer año hice la peor revista Vogue de la historia”, admitió. “Cada día pensaba que me iban a echar”. La autoexigencia extrema se convirtió en una constante, especialmente cuando asumió la dirección general de Condé Nast y tuvo que manejar cinco revistas simultáneamente con equipos de hasta 30 personas.
Los encuentros con ejecutivos masculinos presentaron desafíos particulares. Hughes recordó una ocasión cuando un jefe le dijo: “No seas tan emocional”, después de que ella expresara con pasión su opinión sobre un problema laboral. “Me lo tomé muy mal, lloré”, confesó. Sin embargo, con el tiempo comprendió que "el lenguaje de los negocios había sido construido en clave masculina" y que las mujeres debían adaptarse a esas dinámicas.

La transformación hacia el liderazgo empático
La experiencia acumulada llevó a Hughes a desarrollar un estilo de liderazgo basado en la empatía. “Siempre quiero entender a las personas, quiero ponerme en su lugar”, explicó. “Tú no puedes conseguir lo mejor de las personas si no te pones en su lugar, si no les entiendes y les escuchas”.
Durante su tiempo en México como CEO, trabajó con un coach, Olivier Suma, quien le enseñó nuevas formas de liderar. Esta experiencia fue fundamental en su proceso de crecimiento personal y profesional. “Yo era perfeccionista, controlaba todo. El resultado fue bueno, pero el proceso no lo fue”, reconoció.
La presión constante comenzó a pasar factura. Hughes describió momentos en los que visualizaba mentalmente su renuncia: “Me acuerdo estar en mi oficina y yo veía mi espíritu salir con mi bolso, cerrando la puerta y diciendo ‘Se acabó, renuncio’”. Estos episodios se repetían, especialmente durante las largas jornadas nocturnas de trabajo.
La decisión de reinventarse
El punto de inflexión llegó cuando Hughes decidió que necesitaba conocerse más allá de sus títulos profesionales. “Quería conocer a Eva sin cargos ni etiquetas. Escuchar a esa chica de 24 años que alguna vez tuvo miedo y traerla de vuelta conmigo", explicó sobre su motivación para dejar Condé Nast.
La decisión no fue fácil. “Estaba aterrorizada porque además mi pronóstico era que el día que se hacía el anuncio que yo dejaba mi rol, nadie más me iba a contestar”, admitió. Sin embargo, la realidad fue completamente diferente. “La vida me demostró lo contrario. No solamente la gente siguió conmigo, me ha apoyado, ha creído en mí, ha confiado en mí”.
Según reveló en el podcast Plan-ES, Hughes describió este período como “el momento más bonito de mi vida”. La ejecutiva comprendió que había estado dando demasiada importancia a un puesto y se había olvidado de todo lo que había construido a nivel personal y profesional.
El nuevo camino como mentora y coach
Actualmente, Hughes se dedica al coaching ejecutivo y la mentoría, acompañando a personas en procesos de liderazgo, marca personal y transición profesional. “Tengo un coaching ejecutivo muy enfocado en liderazgo, en marca personal, en ayudar a las personas a encontrar esa luz”, explicó sobre su nueva actividad.
Su enfoque se basa en la experiencia personal: “Yo soy mi primera clienta. No fue fácil y yo no me puedo sentar aquí a decir que todo fue fácil”. El trabajo de mentoría le permite aplicar las lecciones aprendidas durante años de liderazgo corporativo, pero desde una perspectiva más madura y equilibrada.
Hughes enfatiza que su proceso no fue un cambio de carrera, sino una transformación interna. “La reinvención al final no es cambiar quién tú eres, incluso no cambiar lo que estás haciendo. La reinvención también es mirar con ojos diferentes lo que haces todos los días”, reflexionó.

Reflexiones sobre el éxito y el propósito
La nueva perspectiva de Hughes sobre el éxito trasciende los logros corporativos tradicionales. "El cargo no me define“, afirmó categóricamente. Su definición actual del éxito se centra en el servicio a otros y en la autenticidad personal.
Considera que el propósito no cambia a lo largo de la vida, sino que se va descubriendo gradualmente. “El propósito no es que va cambiando, es que vas encontrando la luz de tu propósito”, explicó. Para ella, ese propósito se materializa en “ayudar a los demás, ser una mejor persona, tener claro que vine a esta tierra por algo más trascendental que solamente tener un puesto”.
La ejecutiva también reflexionó sobre la importancia de la aceptación, un concepto que aprendió de su hermana Ileana, quien ha sido una figura clave en su desarrollo personal y profesional. “La aceptación es lo más importante que hay. Aceptar lo que nos viene, aceptar sin dejar de luchar”, concluyó Hughes, resumiendo la filosofía que ahora guía tanto su vida personal como su trabajo con otros profesionales en busca de su propio proceso de reinvención.
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