
Cerrar los ojos e imaginar una manzana puede parecer trivial, pero para millones de personas es una tarea imposible. Esta incapacidad de formar imágenes mentales, conocida como afantasía, ha captado la atención de la comunidad científica en los últimos años.
Según un reportaje de National Geographic, investigaciones recientes han demostrado que la afantasía no es solo una percepción subjetiva: existen diferencias fisiológicas reales entre quienes pueden visualizar mentalmente y quienes no.
Qué es la afantasía
La afantasía se define como la ausencia de imágenes visuales internas. Las personas que la experimentan, llamadas “afantas”, describen su mente como un espacio negro cuando intentan evocar objetos, escenas o recuerdos. A pesar de ello, pueden tener una imaginación compleja, aunque no visual.

Una forma común de identificar esta condición es la “prueba de la manzana”, que consiste en pedir a alguien que imagine una manzana y describa su forma, color y detalles. Quienes tienen afantasía no logran visualizarla, lo que ha convertido esta prueba en una herramienta útil para explorar la vivacidad de la imaginación visual.
Evidencia científica
Durante mucho tiempo, se dudó de la existencia de la afantasía. Christian Scholz, investigador de la Universidad del Ruhr de Bochum, explicó a National Geographic que los primeros estudios se basaban en autoinformes, lo que generaba escepticismo sobre si se trataba de diferencias reales o de formas de describir experiencias.
Sin embargo, la evidencia fisiológica ha disipado muchas dudas. Un estudio de 2022 mostró que, al imaginar mirar al sol, las pupilas de las personas con imaginación visual se contraen, mientras que en los afantas no ocurre este reflejo.

Otro experimento comprobó que los afantas no reaccionan emocionalmente a relatos de miedo, pero sí a imágenes, lo que sugiere que la visualización mental influye en la respuesta emocional.
En 2025, un estudio con resonancia magnética reveló que la actividad cerebral en la corteza visual de los afantas es tan baja que la mente consciente no puede decodificar imágenes. Por el contrario, quienes tienen hiperfantasía presentan conexiones más fuertes entre la corteza frontal y la red visual.
Experiencias y comunidades
El reconocimiento de la afantasía ha llevado a la creación de espacios virtuales donde las personas comparten sus experiencias. Tom Ebeyer, fundador de Aphantasia Network, ha sido una figura clave en esta divulgación. Según dijo a National Geographic, “al analizar los resultados, quienes visualizan y quienes no visualizan tienen resultados muy comunes”.
Aphantasia Network cuenta con 60.000 miembros que han realizado el Cuestionario de Vivacidad de Imágenes Visuales. Muchos se desempeñan en campos creativos como arte, arquitectura y literatura, desafiando la idea de que la visualización es necesaria para la creatividad.

En Reddit, la comunidad /r/Aphantasia reúne a más de 70.000 personas. Algunos usuarios, como Megan Lee, descubrieron su condición a través de contenidos en línea. Otros relatan que siempre pensaron que expresiones como “imaginar al público desnudo” eran metafóricas.
No obstante, algunos miembros señalan que la afantasía puede limitar su capacidad para revivir recuerdos vívidos o visualizar a personas queridas. Zeman confirmó que los estudios muestran una memoria autobiográfica menos detallada en los afantas.
Impacto en la vida diaria
Aunque existen diferencias en la experiencia mental, no se considera una discapacidad. Sarah Shomstein, profesora en la Universidad George Washington, explicó a National Geographic que “no hay daño ni déficit. Es una forma diferente, relacionada con el cableado o con algún umbral de activación”.
Shomstein descubrió su propia afantasía al realizar la prueba de la manzana. Relató que su imaginación es compleja, pero no visual: “Todo es negro, pero tengo un concepto y lo mentalizo”. La mayoría de los afantas reconoce rostros, se orienta sin dificultad y lleva una vida normal.

Actualmente, las personas con afantasía buscan desarrollar un lenguaje común para describir sus experiencias y colaborar con científicos. Aunque la prevalencia sigue siendo baja, el reconocimiento de esta forma distinta de procesar la información está creciendo.
Para Zeman, comprender la afantasía es clave para ampliar la visión de la mente humana: “Es una diferencia invisible intrigante, y nos recuerda que todos tendemos a tomar nuestra propia experiencia como la norma, pero en realidad la experiencia de los demás puede ser muy diferente”.
La investigación continúa abriendo nuevas perspectivas sobre la diversidad cognitiva y las múltiples formas en que las personas imaginan y recuerdan.
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