En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, Yaiza Canosa, emprendedora española y CEO de GOI, la startup que revolucionó la logística de objetos voluminosos y mudanzas, asegura que el talento y la motivación están sobrevalorados. Emprendió por primera vez a los 16, fundó GOI a los 22 sin experiencia en el rubro y construyó su éxito a base de acción, aprendizaje constante y un equipo comprometido. Podés escuchar el episodio completo en Spotify y YouTube.
Yaiza también es fundadora de otros proyectos como Ibiza Boat Time, Zero Clinics y VIV Ibiza Villas. Su trayectoria la ha convertido en una figura influyente en el ecosistema empresarial, siendo reconocida por Forbes en su lista 30 Under 30 y como una de las 100 personas más influyentes, además de ser nombrada una de las Top 100 Mujeres Líderes en España por El Español.
Habitual ponente en conferencias de alto nivel, inspira con su visión y su lema de vida: “Como haces las cosas pequeñas, haces las grandes”.

— Contame cuándo empieza GOI. ¿Qué edad tenías?
— Mi parte emprendedora o empresarial empieza con una vocación desde muy joven. La primera empresa la monté a los 16 y siempre antes, en el cole, tenía mis negocios, hacía concursos, hacía eventos. Yo siempre digo que es como un volcán, un virus interno esto de emprender, que no lo puedes elegir y que brota. GOI, como tal, lo monto a los 22 o 23 y al final lo de emprender más que una decisión es una vocación. Siempre digo que una de las cosas en las que me siento más afortunada es que desde pequeña tuve muy claro que a mí lo que me gustaba era construir cosas, hacerlo con gente, hacer que mis ideas se ejecutasen. Siempre digo que mi gran ventaja competitiva es que mientras los demás lo están pensando, yo lo estoy haciendo, porque más que creativa o una gran visionaria, yo soy una gran ejecutora. Mi característica es que ejecuto y me gusta dar pasos para que las cosas sucedan. Al final desde los 16 hasta mis 31 el protagonista de mi camino ha sido pensar cosas, hacerlas y sobre todo saber rodearme de gente más inteligente que yo que me ayude a llevarlas a cabo.
Yo tengo una sensación de que la ideas como tal están sobrevaloradas en el contexto actual. Tengo la sensación de que cuando hablamos de “tengo una idea” o “me gustaría” o “yo creo que podría funcionar”, se le da mucho peso a tener una idea. Yo creo que la frase que más seguramente escuchan a lo largo del día es: “Tengo una idea, quiero contártela”, como si eso tuviese un peso, como si eso significase algo. Todos tenemos muchísimas ideas, lo que marca la diferencia y lo que hace que algo sea importante en tu vida o tangible es qué haces con la idea, y qué pasa al día siguiente de tener la idea y dos días después y cuatro días. Todos creemos que tener ideas tiene algo de loable y lo que es más importante es qué haces con esas ideas, entonces sí que me parece que ejecutar es un gran arma disuasoria para cualquier tipo de proceso competitivo.

— ¿Te gusta planificar o preferís ejecutar y después ir decidiendo sobre la marcha?
— Que me guste ejecutar no significa que siempre sepa ejecutar, es decir, me gusta ejecutar pero muchas veces no tengo ni idea por dónde empezar. Imaginate que con 16 años no sabía ni por dónde me venía el viento, al día de hoy yo siempre digo que equivocarme para mí no es una elección. Me equivoco cada día e intento que equivocarme me cueste menos dinero, con eso ya me siento más protegida. Si sabes ejecutar todo lo que quieres hacer es que lo estás haciendo muy lento porque eso lo estás haciendo sobre seguro y sobre tu experiencia y vas avanzando demasiado por detrás de lo que te gustaría. Mi plan en concreto es que me gusta ser bastante ambiciosa. Entonces planificar me gusta, pero muchas veces improviso y una de mis características, que me gustaría cambiar y mejorar, es que no soy especialmente ordenada, de hecho siempre mis equipos directivos son personas muy ordenadas para complementarnos y para poder trabajar juntos en una armonía. Pero sí que me gusta tener muy claro, más que una planificación que también, saber dónde estoy y cuáles son las tareas que tengo que ir haciendo. Lo que tengo muy claro siempre es lo que intento o cuál es mi objetivo con la acción que haga, o sea que para mí lo más importante en una tarea, más que la tarea en sí, es qué quiero conseguir con esa tarea y a dónde quiero llegar con esa tarea.

— Empezaste GOI a los 20, una empresa de logística de objetos grandes, algo bastante complejo. ¿Tenías estudios en el tema o cómo compensaste la falta de experiencia?
— Yo creo que fue absolutamente de imprudente, no de valiente, sino de imprudente, porque no tenía ni idea de logística ni de operaciones. Yo vi que había una oportunidad de negocio: nosotros hacemos paquetes grandes, o sea todo lo que no hacen los correos, los de DHL, los UPS, todo lo que no hacen ese tipo de logísticas lo hacemos nosotros. Detecté que no había una red nacional que abordase ese servicio, por lo tanto la calidad era muy mala, el servicio era muy malo, no llegaba a todas las zonas, entonces había una oportunidad porque empresas como Amazon, como el Corte Inglés, como las grandes empresas necesitaban ese servicio y no había nadie que se lo diese. ¿Qué pasaba? Que exista la necesidad y el mercado, la operativa y poder crear una empresa con las dificultades que lleva y con toda la experiencia que requiere para poder montarla. Yo eso no lo vi porque era muy imprudente, más que inocente o más que valiente.
Pero sí es cierto que cuando empecé me di rápidamente cuenta de que había muchas cosas que yo tenía que saber o que tenía que tener muy claras que no estaban siendo controladas. Yo no estudié nada que tuviera que ver, hice sólo un año de carrera, y luego como ya trabajaba para mí no tenía mucho sentido intentar estudiar una carrera para tener un trabajo que ya tenía. Lo que sí intenté es conocer muchos casos de emprendedores o de empresarios, casos de logística, estudiar muchos casos para ver qué es lo que se me estaba descontrolando y cómo poder solventarlo y pronto me di cuenta de que lo que necesitaba era gente que estuviese en áreas muy específicas, roles de mucha experiencia y que me pudiese guiar y que fuésemos complementarios. Fue el camino, tanto cualitativo como cuantitativo. Hice un buen equipo que fue el que nos llevó al siguiente nivel.
— ¿Hoy cuántos empleados hay en GOI?
— Más de 500 directos.
— ¿Qué buscás cuando vas a contratar a alguien?
— Lo primero es el compromiso. Es decir, para mí ser responsable y estar aquí de 9 a 6 lo pagas en la nómina. Pero el ser comprometido, para eso tienes que tener madera y además poder encajar en el equipo, que el tipo de liderazgo de la empresa te encaje, que tú encajes en el equipo de rol y de cómo hacer las cosas dentro de la empresa. Lo primero para mí es que sea una persona comprometida y leal, eso para mí es la base. Lo segundo, es que sea una persona con capacidad de trabajo porque si lo tienes, tienes compromiso y lealtad y las cosas empiezan a tornarse de otro color. Lo tercero es que sea buena gente. Esto parece muy naif, pero a nivel empresarial que sea buena persona es rentable porque yo he tenido muchísimas experiencias de gente con un talento descomunal, con una experiencia bestial, que al no ser buenos compañeros o al no tener buen fondo hace que la compañía empiece a mermar, se empieza como a intoxicar y eso afecta a los resultados y a cómo trabaja la gente y a la efectividad, es absolutamente transversal a los departamentos. Esas son las grandes búsquedas que hago dentro de un perfil.

— ¿Qué es para vos la capacidad de trabajo?
— Es el esfuerzo que estás dispuesto a dedicarle a algo hasta que consigas que te salga bien. Para mí el talento está super sobrevalorado. Yo creo que el talento es algo que no es imprescindible, para mí el talento es la cerilla que se prende y se apaga y al final para una empresa lo que necesitas es un mechero, de alguna forma. Tengo la misma sensación con la motivación que con el talento, que están hiper sobrevalorados, no podemos estar motivados todo el día, ni una persona con talento puede acceder a una posición sólo porque tenga talento. Yo prefiero más una persona sin talento con capacidad de trabajo y una persona sin motivación, pero con un propósito y un objetivo claro, que a un hiper talentoso y a un hiper motivado porque nadie está motivado todo el día. De hecho, uno de los grandes errores es pensar que el trabajo del líder es tener al equipo motivado todo el día.
Eso es mentira, esto es como estar enamorado, si tú esperas de una relación de 50 años en donde tú estés como las tres primeras semanas todos los días, estás buscando algo que es irreal y sobre todo que va a ir mal al corto plazo, porque en una relación laboral, personal, familiar, en la relación que sea lo más importante es la constancia, es en los bajos y en los altos mantenerte constante y con un objetivo claro. Habrá días buenos y habrá otros días, pero tengo un propósito claro y sé que quiero llegar a este punto y mi ambición es llegar hasta ese punto y que eso pasa por hacer cosas de todo tipo, entonces como por encima de mi motivación está mi propósito, no tengo altibajos. Esto me pasa en general con la sensación de que los jefes tienen que sobremotivar, sobreestimular. Los jefes o el trabajo de un líder es darte la seguridad y la inspiración suficiente para que lo sigas y para que tú digas “lo que esta persona me cuenta que vamos a llegar, que vamos a hacer, me inspira para querer hacerlo y me da seguridad como para creerlo”. Sí, pues la sigo y además doy el 100%. Ese es el trabajo del líder, no el de tener un ejército de dopamínicos constantes por la oficina.

— En varias entrevistas te describís como obsesiva. ¿Es un rasgo que sentís que te impulsa o que a veces te condiciona?
— Es un rasgo que creo que me ayuda profesionalmente porque al final me hace ser muchísimo más perseverante, persistente, más cabezota. Yo siempre digo que a mí es muy difícil ganarme. Me tienes que matar para ganarme porque nunca me rindo. Perder para mí es una cuestión temporal, no es una cuestión de que hayamos terminado el partido. Entonces, podemos ir 50 a cero en el marcador que para mí el partido no está perdido. Me ayuda a tener esa parte de perseverancia que tengo que es tan importante para conseguir las cosas, porque al final cuando tú te marcas un objetivo, no cumplirlo es cuando dices: “Hasta aquí, ya no quiero insistir más, hasta entonces no se cumple” y yo creo que en los grandes casos de éxito en todo el mundo son de la gente que nunca ha dicho ‘hasta aquí’ hasta que lo ha conseguido. Eso me ayuda a nivel personal, pero también hace que mi vida sea compleja y que a veces no disfrute de todo como me gustaría porque este exceso de control, de obsesividad, de tener que estar constantemente en frustración con el ahora, me hace que haya una controversia. Pero soy una persona muy feliz, vital, que intento trivializar muchas de las cosas que me pasan para poder sobrevivir.

— Hoy la palabra “emprender” está muy de moda, sobre todo entre los más jóvenes, que sueñan con ser sus propios jefes. ¿Cuáles son los errores o mitos más comunes que ves cuando te piden consejos para emprender?
— Me pone muy nerviosa que la gente me dé consejos y tips, porque al final dar consejos cuando no te juegas tu dinero o no te juegas tu futuro es superfácil. Me parece que es algo muy arriesgado y no me gusta en general. Me paso el día viendo a directores generales del Universo. Yo hace tiempo que intento huir de esos que te dicen: “Esto sí, esto está bien, esto está mal, esto es lo mejor para ti”, que son los CEOS del Universo, no sé cómo pueden sobrevivir. Yo intento ser la CEO de mi vida y ya bastante me cuesta, entonces si tuviese que decir algo es que la gente que te da consejos y no tiene nada que ver contigo, y no te quiere de verdad, o si de verdad le importas o se está jugando su dinero es como las claves del éxito: “¿cómo ser una persona de éxito? Levántate a las cinco de la mañana”. Esto me parece tan absurdo. Que nadie te diga lo que tienes que hacer o que nadie te diga quién tienes que ser, qué es lo mejor para ti si ni te conoce, ni va a tener consecuencias en función de lo que tú hagas, ni de absolutamente nada. La apología para mí es huir de todos estos gurúes y de estos CEOS del Universo que son, al final, opinadores profesionales.

— Te voy a hacer la última pregunta que le hago a todos los invitados: ¿hay una frase, una idea, algo que leíste, viste o escuchaste que te haya inspirado últimamente y te gustaría compartir?
— El otro día leí una reflexión que es como que cada uno tiene que elegir en su vida qué rol quiere jugar y todos los roles son totalmente loables. Lo voy a llevar a un caso práctico que es, por ejemplo, debajo de mi casa hay un panadero que es un gran empresario y nadie diría que es un gran empresario ¿por qué? Él abre a las siete de la mañana y cierra a las 2 de la tarde y tiene colas. Una vez le pregunté: “Luis, ¿por qué no cierras a las 9? Facturarías el doble” y me dice “porque yo vivo bien y porque así voy a recoger a mi hijo al colegio, y ese es el tipo de persona que quiero ser” y para mí es un gran empresario.
El otro día leí una reflexión sobre que, muchas veces, en la vida yo miraba qué quería ser: un guerrero en un jardín o un jardinero en una guerra, y que las dos están bien. Puedes ser un guerrero en un jardín y ser el león dentro de una cosita pequeñita o puedes ser un jardinero en una guerra que al final formas parte de un séquito de algo supergrande. Yo creo que en la vida lo más importante es tener en claro los propósitos, aunque vayan cambiando, y ese ejercicio de investigar quién es uno mismo, quién quieres ser va a ser que el camino que tú elijas sea mucho más honesto, más feliz y esté mucho más impregnado para recibir lo que tú esperas de la vida y yo creo que eso es una reflexión que todos deberíamos hacernos. Por otro lado, lograr, no sé si la felicidad porque la felicidad no es un estado, es una decisión yo creo, pero sí esa coherencia vital en el que, cuando nos vayamos de aquí, digamos: “Ha valido la pena saber qué es lo importante”.
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