
El impacto de las redes sociales sobre la salud mental juvenil es objeto de estudio constante, especialmente por la relación que hay con el alto consumo de plataformas como Instagram y TikTok y el aumento de casos de depresión y ansiedad.
Una investigación reciente publicada en JAMA Network Open arroja datos sobre cómo la reducción del consumo de esos contenidos impacta en la mejora de los síntomas de depresión y ansiedad en jóvenes adultos.
Cómo se hizo el estudio para determinar el impacto de Instagram y TikTok en la salud mental
El estudio, llevado a cabo en Estados Unidos entre marzo de 2024 y marzo de 2025, reunió a un grupo de 373 jóvenes adultos de entre 18 y 24 años. Los participantes debían contar con celular compatible y disposición para monitorización digital mediante la aplicación mindLAMP, que permitió recabar métricas objetivas sobre su actividad.
La investigación inició con un periodo observacional de dos semanas para establecer patrones de uso y salud previos, seguido por una intervención voluntaria: una ‘desintoxicación’ de redes sociales durante siete días, en la cual los participantes intentaron reducir el acceso a cinco plataformas principales (Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok y X).

La recogida de datos combinó dos grandes fuentes. Por un lado, la información proveniente de la autoevaluación de síntomas mediante cuestionarios estandarizados. Por otro, la referencia objetiva de la actividad digital, obtenida a través de los propios dispositivos y sensores, que incluyeron duración de pantalla, frecuencia de desbloqueos y patrones de movilidad.
Qué resultados arrojó el estudio al reducirse el uso de redes sociales
Una de las aportaciones más notables de la investigación se refleja en los cambios clínicos observados tras una sola semana de reducción en el uso de redes sociales.
En el grupo de 295 participantes que completaron la intervención, los síntomas de depresión disminuyeron en un 24,8%, la ansiedad bajó un 16,1% y el insomnio cayó un 14,5% respecto a la línea de base. Estas reducciones muestran el potencial que tienen estas estrategias de modificar los hábitos digitales para influir positivamente en la salud emocional.
El efecto resultó más pronunciado en aquellos con sintomatología depresiva moderada o severa, quienes reportaron mejorías superiores a la media en los distintos índices evaluados.

Frente a la expectativa de que estos cambios también impactaran en la soledad, el estudio no observó variaciones significativas en ese aspecto. Los investigadores sugieren que la función social de algunas plataformas podría modular de manera compleja la sensación de conexión interpersonal, de modo que la disminución del uso puede acarrear una reducción del contacto digital percibido.
Menos redes sociales, no índica menos uso del celular
Durante la semana de restricción en redes, el tiempo dedicado específicamente a estas aplicaciones se redujo a la cuarta parte; pasó de una media de 1,9 horas diarias a solo 30 minutos.
Paradójicamente, el tiempo total de uso del móvil aumentó ligeramente en un 4,5% y el tiempo en casa creció un 6,3%. Estos datos sugieren que parte del tiempo previamente asignado a redes fue transferido a otras actividades digitales como mensajería instantánea, navegación web o videojuegos.
El análisis detallado reveló que el malestar mental no depende tanto del tiempo absoluto frente a la pantalla, sino de la forma de interactuar con las plataformas. Los comportamientos problemáticos—como la comparación social negativa o la dependencia emocional—fueron los verdaderos factores asociados con mayor severidad de síntomas depresivos, ansiosos e insomnio.

Otro de los puntos destacados fue la dificultad para reducir la exposición a determinadas aplicaciones. Mientras que la mayoría de los participantes logró disminuir notablemente el tiempo en TikTok y X, casi un 68% de usuarios de Instagram y un 49% de quienes utilizaban Snapchat no consiguieron una restricción efectiva, manteniendo niveles de consumo significativos aún durante el periodo de desintoxicación.
Como señala el Dr. John Torous, uno de los autores, las acciones sobre el consumo digital no deben considerarse un tratamiento único o suficiente frente a problemas graves de salud mental, aunque el ensayo aporta indicios sobre el beneficio potencial de modificaciones de conducta centradas en el relacionamiento con las redes sociales.
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