
El crecimiento acelerado de la inteligencia artificial está llevando al límite la infraestructura que sostiene los servicios digitales más utilizados del mundo.
Plataformas como TikTok, ChatGPT y Google Maps dependen de centros de datos que requieren grandes cantidades de electricidad para funcionar de forma estable. En 2024, el consumo eléctrico de estas instalaciones superó al de países como Polonia, Bélgica y Noruega, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Además, según el ente, este escenario impulsó la búsqueda de soluciones para reducir el impacto energético. Una de las alternativas con mayor potencial es la refrigeración por inmersión, una tecnología que hasta hace pocos años generaba escepticismo en la industria, pero que hoy se perfila como una opción viable frente a la demanda creciente.
Una propuesta que pasó del escepticismo a los acuerdos con grandes tecnológicas
Daniel Pope propuso sumergir servidores completos en líquidos no conductores como método para controlar la temperatura de los equipos. La iniciativa fue recibida con reservas en sus inicios, pero actualmente su empresa Submer, con sede en Barcelona, colabora con compañías como Intel y Dell Technologies.
El cambio de perspectiva se explica por la necesidad urgente de reducir el consumo energético. Según Schneider Electric, hasta un 40% de la electricidad que utilizan los centros de datos se destina a refrigeración.

Steven Carlini, especialista en soluciones para estos entornos dentro de la compañía, explicó a Bloomberg que “aunque el 10% puede no parecer mucho, considere que un gran centro de datos de IA puede consumir más de 100 megavatios de energía, el equivalente a unos 75.000 hogares estadounidenses”.
La empresa sostiene que la refrigeración líquida podría disminuir en más del 10% la demanda energética de estas instalaciones.
Un sistema basado en líquidos no conductores y biodegradables
Submer desarrolló un líquido sintético similar al aceite de bebé, no inflamable y biodegradable, producido a partir de insumos derivados del petróleo y, en algunos casos, con base de aceite de palma, según detalló Pope.
A diferencia de otros refrigerantes que contienen PFAS, conocidos como “químicos permanentes” por su persistencia ambiental, el fluido utilizado por Submer se degrada de forma natural.

El método consiste en sumergir racks completos de servidores en este líquido, que absorbe el calor generado por los componentes electrónicos. Luego, el calor se transfiere a un intercambiador térmico integrado en el contenedor, lo que permite que el fluido retorne a su estado original para reiniciar el ciclo.
Este enfoque concentra la refrigeración únicamente en los equipos que lo requieren, lo que reduce el uso de energía respecto a los sistemas tradicionales que enfrían salas completas.
Reducción de consumo de agua y eficiencia espacial
El sistema también presenta ventajas en cuanto al uso de recursos hídricos. Según la AIE, un centro de datos de 100 megavatios en Estados Unidos puede llegar a consumir cerca de dos millones de litros de agua diarios, en su mayoría destinados a procesos de refrigeración.
La disminución en la demanda hídrica cobró relevancia ante el aumento de conflictos con comunidades locales por el impacto ambiental de estas instalaciones.

Un estudio de 2023, financiado por el gobierno de los Países Bajos y elaborado por la Universidad de Groningen, concluyó que los centros de datos equipados con refrigeración por inmersión consumen aproximadamente un 50% menos de energía que aquellos con refrigeración por aire.
Además, esta tecnología permite reducir el espacio físico necesario, lo que facilita la instalación en entornos con limitaciones de superficie.
Limitaciones económicas y estructurales
Pese a sus beneficios, la refrigeración por inmersión representa solo una fracción del mercado: en 2023 alcanzó USD 400 millones, frente a los casi USD 13.000 millones destinados a refrigeración de centros de datos, según Bloomberg.
El sistema de Submer puede costar hasta 25 % más, aunque Pope aseguró que “lograron igualar los costos en instalaciones con alta densidad de procesamiento y demanda térmica”.

Los desafíos también son estructurales y operativos. La mayoría de los centros no están diseñados para soportar el peso del líquido, y la falta de estándares complica la compatibilidad con nuevo hardware.
Además, el mantenimiento se vuelve complejo, según explicó Steven Carlini, de Schneider Electric: “Una vez que los pones en los recipientes, es muy complicado hacer cualquier tipo de reemplazo”.
Un sector que crece, pero aún es marginal
Submer instaló su sistema en decenas de centros de datos en 17 países. En 2018, sus ventas alcanzaban los USD 690.000; en 2024 superaron los USD 172,5 millones. “Ha crecido exponencialmente en los últimos dos años”, aseguró Pope.
Distintas compañías de Países Bajos, Estados Unidos y Japón también incursionan en este mercado. No obstante, su alcance actual sigue siendo limitado frente a la escala del sector.
La creciente demanda de chips de IA como la GPU Blackwell B200 de Nvidia, que consume casi el doble que su predecesor, agrava el desafío de mantener temperaturas estables sin aumentar el gasto energético.
Con miles de chips en cada instalación, las soluciones de refrigeración seguirán siendo un factor clave para asegurar la eficiencia operativa y reducir el impacto ambiental asociado a la expansión digital.
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