En el pico de la revolución industrial, las máquinas desplazaron a los artesanos. Dos siglos después, una nueva ola tecnológica amenaza con rehacer el mercado laboral global: la inteligencia artificial. Esta vez, el cambio no viene desde las fábricas, sino desde algoritmos que aprenden, automatizan y, en muchos casos, superan a los humanos.
En un informe especial de Bloomberg Originals donde la periodista Emily Chang visitó la megafábrica Stargate de OpenAI, el CEOde la empresa, Sam Altman, no esquivó el tema. Reconoció que la IA “definitivamente va a cambiar muchos trabajos” y que “va a eliminar algunos totalmente”, incluso mientras genera nuevos roles.
Su visión no es apocalíptica, pero tampoco edulcorada. Altman parece decidido a enfrentar la realidad de un cambio estructural profundo, que traerá oportunidades, pero también conflictos.

La advertencia de Sam Altman no es menor. Según el CEO de OpenAI, la inteligencia artificial ya está reconfigurando el panorama laboral y lo hará aún más profundamente en los próximos años. “Va a eliminar algunos trabajos totalmente”, dijo con naturalidad, subrayando que no se trata de una hipótesis futurista sino de una realidad que se aproxima. Las tareas más rutinarias, repetitivas o basadas en reglas claras son las primeras en ser absorbidas por los sistemas de IA.
Sin embargo, también resalta el efecto compensador que históricamente ha acompañado a las revoluciones tecnológicas: la creación de nuevas funciones que antes no existían. “Esto es lo que siempre ha pasado con la tecnología”, afirmó. Así como la automatización industrial creó operadores de maquinaria o ingenieros de procesos, la IA está abriendo espacio para ingenieros de aprendizaje automático, supervisores de modelos, diseñadores de interacción humano-máquina y otros perfiles inéditos hace una década.
El problema, según Altman, no es tanto el cambio como la velocidad del cambio. La historia ha demostrado que las economías tienden a adaptarse, pero lo hacen lentamente. La IA, en cambio, avanza a ritmo de software: rápido, global y con bajo costo marginal. Ese desfase puede dejar fuera del sistema a millones de trabajadores que no logren reconvertirse a tiempo. Por eso, la transición requiere no solo innovación, sino políticas activas de empleo, educación y protección social.
El miedo que ni los expertos pueden ignorar

La llegada de la inteligencia artificial no solo genera debates técnicos o económicos. También despierta una creciente ansiedad social, incluso entre quienes lideran su desarrollo. “La gente tiene miedo”, admitió Sam Altman, con una claridad poco habitual entre los CEOs tecnológicos. Y ese temor no se limita a los trabajadores que ven amenazados sus empleos. Según Altman, incluso los mejores ingenieros y tecnólogos comparten esa inquietud.
La causa no es solo la pérdida de trabajos. Lo que está en juego, en muchos casos, es la sensación de control. La IA opera de formas que resultan opacas para la mayoría, con decisiones automatizadas y modelos entrenados sobre datos que pocos comprenden. A eso se suma el ritmo acelerado del cambio: los avances de los últimos 24 meses han sido más rápidos y profundos que en toda la década anterior.
Para Altman, ese vértigo requiere una comunicación más honesta. “Siempre intentamos ser superhonestos sobre lo que pensamos que será el impacto”, señaló. Esa franqueza, dice, es clave para no aumentar la brecha entre lo que la tecnología promete y lo que realmente produce. Aceptar el miedo, dialogar con él, podría ser el primer paso hacia una transición menos traumática.
Cuando los robots caminen entre nosotros

Hasta ahora, para muchos, la inteligencia artificial sigue siendo una tecnología invisible: asistentes virtuales, algoritmos de recomendación, automatización de tareas en plataformas digitales. Pero eso está a punto de cambiar, según el Ceo de OpenAI. En su visión, el momento más disruptivo aún no ha llegado: será cuando los robots humanoides deambulen por calles, oficinas y hogares realizando tareas que hoy son humanas. “No creo que el mundo haya tenido todavía su momento de robots humanoides”, afirmó.
“El primer día que vayas caminando por la calle y haya como siete robots que pasan a tu lado y haceiendo las cosas se va a sentir muy sci fi, pero será pronto", admitió.
Empresas como Figure, Tesla o Sanctuary AI ya desarrollan prototipos funcionales de robots con forma humana capaces de caminar, manipular objetos y ejecutar tareas complejas. Para Altman, será un punto de quiebre psicológico: una experiencia visceral que marcará la diferencia entre la teoría y la realidad.
Stargate: dimensiones, inversión y características técnicas
La construcción de la megafábrica de inteligencia artificial Stargate en Abilene, Texas, ha comenzado, marcando un hito en la competencia global por el liderazgo tecnológico. Con una inversión inicial de 100.000 millones de dólares y una proyección que podría alcanzar los 500.000 millones, el proyecto liderado por OpenAI, SoftBank y Oracle busca establecer uno de los mayores centros de datos de inteligencia artificial del mundo.
Chase Lockmiller, fundador de Crusoe y encargado del proyecto, explicó que las labores avanzan de forma continua, con la meta de culminar la primera fase en mediados de 2026. Según sus declaraciones a Bloomberg, la instalación alcanzará una capacidad energética de 1,2 gigavatios, equivalente al consumo de 750.000 viviendas o 100 millones de bombillas LED.
Masayoshi Son, director ejecutivo de SoftBank, reafirmó el compromiso financiero: “Creo en la visión de que la IA, la AGI, cambiará la vida de la humanidad en todos los aspectos. Estamos ante una revolución enorme y quiero ser parte de ella”, declaró a Bloomberg.
En el plano técnico, Stargate se diferencia de otros centros por el uso intensivo de unidades de procesamiento gráfico (GPU), fundamentales para los modelos avanzados de IA. El sistema de enfriamiento recurre a un circuito cerrado de agua, con una carga única de un millón de galones, lo que reduce el impacto en los recursos hídricos locales, según informó Crusoe.
Carrera internacional por la IA

El proyecto surge en el marco de una competencia internacional por el dominio en inteligencia artificial. Compañías como Microsoft, Google, Amazon, Meta y X.ai también están invirtiendo miles de millones en infraestructura similar. De acuerdo con Bloomberg, un portavoz de OpenAI afirmó: “Lo que estamos viviendo es la mayor construcción de infraestructura en la historia de la humanidad”.
Altman señaló que el crecimiento en la demanda de modelos como ChatGPT superó las previsiones. Según relató a Bloomberg, tras el lanzamiento de GPT-4 se evidenció que el desarrollo de estos sistemas requiere de una infraestructura colosal.
Uno de los principales retos de Stargate es su sostenibilidad energética y medioambiental. Bloomberg estimó que su demanda de 1,2 gigavatios equivaldría a más del 8% del consumo eléctrico proyectado de Estados Unidos para 2035. Aunque Abilene cuenta con fuentes eólicas, Crusoe construirá una planta de gas para garantizar el suministro.
Lockmiller reconoció a Bloomberg que alcanzar un suministro totalmente libre de carbono es “fundamentalmente imposible” a corto plazo. Aun así, considera que la demanda impulsará el desarrollo de tecnologías como la fusión nuclear o los reactores modulares.
Desde el punto de vista financiero, persisten dudas. Según Bloomberg, OpenAI reportó pérdidas por 5.000 millones de dólares en 2024. Altman admitió que, aunque tiene confianza, no hay garantías de éxito. Por su parte, Masayoshi Son reconoció errores pasados, pero afirmó que su convicción lo impulsa: “A veces me entusiasmo demasiado y cometo errores, pero se aprende más de las cicatrices”.
A pesar del despliegue financiero y tecnológico, el futuro de Stargate permanece incierto. Bloomberg destaca que la industria ha atravesado múltiples ciclos y que la inteligencia artificial aún plantea interrogantes. Como concluyó Sam Altman: “Nadie sabe qué hay al otro lado de ese portal”.
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