
Dolor durante las relaciones sexuales, sequedad vaginal, pérdidas de orina al estornudar, molestias en la zona íntima son síntomas que afectan con frecuencia la salud íntima femenina, pero que muchas veces no se mencionan por vergüenza o desconocimiento.
De hecho, la mayoría de las mujeres no menciona estas dolencias ni siquiera en la consulta médica.
La vergüenza, la naturalización del malestar o la falta de información hacen que estos problemas de salud íntima permanezcan silenciados durante años.
Síntomas invisibilizados con impacto real

La incontinencia urinaria, el prolapso pélvico y la hipertrofia de labios menores son algunas de las condiciones que afectan la vida diaria de muchas mujeres.
Según datos clínicos recientes, el 50% de las mujeres posmenopáusicas sufre sequedad vaginal, pero solo 1 de cada 10 lo menciona espontáneamente en una consulta.
La incontinencia urinaria, por su parte, afecta hasta al 40% de las mujeres después del parto y a más de la mitad de las mayores de 60 años.
“El 70% de nuestras pacientes consulta por síntomas que afectan su calidad de vida, pero muchas no sabían que podían resolverse sin cirugía, sin hormonas y sin recuperación prolongada”, explicó a Infobae el doctor Guillermo Poli, ginecólogo con más de tres décadas de experiencia en práctica clínica y director médico de Femclinic, un centro especializado que abrió sus puertas en Buenos Aires y busca visibilizar estos síntomas y ofrecer tratamientos no invasivos.
Incontinencia urinaria: una problemática médica, emocional y social

Aunque suele asociarse al envejecimiento, la incontinencia urinaria afecta también a mujeres jóvenes, especialmente después de múltiples partos. Puede manifestarse al reír, estornudar o realizar ejercicio físico.
Según el urólogo Gastón Pasik, miembro titular de la Sociedad Argentina de Urología, “se estima que 6 de cada 10 mujeres la padecerán en algún momento de su vida, ya sea en forma leve o moderada”.
Pasik advirtió que no se trata solo de un trastorno físico: “Condiciona desde el trabajo hasta la intimidad. Muchas mujeres se sienten incómodas, avergonzadas, dejan actividades, se aíslan o incluso abandonan su empleo por no poder manejar esta situación”. Y subraya que el mayor problema es el silencio: “Muchas no consultan. Por vergüenza. Porque creen que ‘es normal con la edad’ o que ‘no tiene solución’. Pero sí la tiene”.
Sequedad vaginal: del tabú al abordaje integral

El llamado síndrome genitourinario de la menopausia abarca síntomas como ardor, picazón, infecciones urinarias recurrentes y dolor en las relaciones sexuales. Afecta a mujeres posmenopáusicas, pero también puede presentarse en el posparto, tras tratamientos oncológicos o por el uso de ciertos anticonceptivos.
“La sequedad vaginal —una condición igualmente frecuente y muchas veces subestimada— alcanza al 90% de las mujeres posmenopáusicas que no reciben tratamiento”, señaló Poli. Y agregó: “Ambas condiciones —la incontinencia y la sequedad— alteran profundamente la calidad de vida, interfiriendo no solo en lo físico, sino también en lo emocional, las relaciones y la autoestima”.
Desde su experiencia clínica, la psicóloga y sexóloga Viviana Wapñarsky advirtió que muchas pacientes naturalizan el malestar: “Cuando una mujer comienza a sentir sequedad vaginal o pierde unas gotas de orina, lo asume como ‘parte de la vida’. Pero ese ajuste silencioso no debería ser la norma”.
El silencio como síntoma

Para Wapñarsky, miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, la sexualidad está todavía cargada de tabúes: “Hay temas —como la incontinencia o el dolor en las relaciones— que siguen en las sombras. En la consulta, si no lo preguntamos, las pacientes no lo dicen. Porque da vergüenza. Porque nos enseñaron que es ‘normal’”.
Esa normalización no solo limita el deseo sexual, sino que también impacta en la autoestima, la espontaneidad y la vida de pareja: “El miedo bloquea el deseo. Y cuando hay vergüenza o incomodidad, la sexualidad se empieza a achicar. Se achica el disfrute, la intimidad. En definitiva: se achica la calidad de vida”.
Alternativas no invasivas: una nueva etapa en la medicina ginecológica

Entre las novedades terapéuticas, la radiofrecuencia aparece como una opción efectiva y segura.
Según explica Poli, este tratamiento no invasivo y ambulatorio utiliza energía electromagnética para estimular la producción de colágeno y elastina, mejorando así la elasticidad, lubricación y firmeza del tejido vaginal.
En el caso de la incontinencia urinaria, fortalecer el suelo pélvico y mejora el soporte de la uretra. Para la sequedad vaginal, favorece la hidratación natural y alivia síntomas como picor, ardor o dolor. Todo sin cirugía, sin hormonas y sin períodos prolongados de recuperación.
En Femclinic se aplican dispositivos aprobados por la FDA con distintas aplicaciones clínicas, tales como estimulación eléctrica del suelo pélvico, radiofrecuencia para mejorar lubricación y elasticidad, radiofrecuencia para tratar incontinencia y mejorar la sensibilidad, y una alternativa no quirúrgica a la labioplastia, sin cortes ni suturas.
Estudios clínicos mostraron tras el uso de estas tecnologías mejoras de hasta 93% en lubricación vaginal y 72% en síntomas de incontinencia urinaria, con tasas de satisfacción superiores al 90%.
Salud vaginal como pilar de la salud integral

Según Mayo Clinic, la salud vaginal está estrechamente vinculada al bienestar general. Problemas crónicos en esta área pueden generar dificultades sexuales, estrés, conflictos de pareja y afectación de la imagen corporal. Factores como los cambios hormonales, el embarazo, el uso de anticonceptivos, algunas enfermedades o la falta de revisiones médicas también influyen.
La Organización Mundial de la Salud destaca que los obstáculos sociales, económicos y culturales siguen limitando el acceso de muchas mujeres a servicios de salud adecuados. La salud íntima, muchas veces desatendida, forma parte esencial del derecho a una salud integral.
Hablar de salud íntima femenina implica más que describir síntomas. Implica desmontar prejuicios, habilitar la palabra y garantizar acceso a información y atención médica de calidad. Como resumió Pasik: “Los problemas relacionados con la salud íntima de la mujer no son una condena ni una consecuencia inevitable del paso del tiempo. Pueden prevenirse, tratarse y, en muchos casos, resolverse con éxito. Pero para eso necesitamos que las pacientes consulten. Y que los profesionales preguntemos”.
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