
Más de uno de cada diez estadounidenses se siente muy cansado o exhausto la mayoría de los días, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Sin embargo, un estudio revolucionario publicado en la revista Sleep reveló que la solución a este problema generalizado no radica en dormir más horas, sino en mantener horarios regulares de sueño.
La investigación, que analizó datos de casi 61.000 participantes del UK Biobank británico, encontró que las personas con rutinas de sueño más consistentes tenían hasta un 48% menos riesgo de morir por cualquier causa comparado con aquellas que mantenían horarios erráticos.
El hallazgo desafía la creencia popular de que las ocho horas de sueño son la clave del descanso reparador. Después de examinar más de 10 millones de horas de datos de sueño monitoreados, los investigadores determinaron que la regularidad del sueño, qué tan consistentes son los horarios de dormir y despertar, resultó ser un predictor más fuerte de mortalidad que la duración del sueño por sí sola.

El poder de la consistencia sobre la cantidad
Los beneficios de mantener horarios regulares de sueño persistieron incluso entre personas que dormían las 7-8 horas recomendadas por noche.
Aquellos participantes cuyos horarios de sueño variaban constantemente mostraron mayor riesgo de sufrir ataques cardíacos, derrames cerebrales y cáncer, independientemente de cuántas horas durmieran.
“La regularidad del sueño es por mucho lo más importante”, afirma el profesor Russell Foster, director del Instituto de Neurociencia del Sueño y Circadiana de la Universidad de Oxford, en declaraciones a BBC Science Focus.
“La duración del sueño es increíblemente variable entre individuos. Cambia con la edad y cambia con el contexto. Pero la regularidad del sueño-vigilia es algo que realmente podemos controlar, y parece ser mucho más importante para la salud a largo plazo“ agregó.

Foster, quien no participó en el estudio sobre regularidad del sueño, explica que estos hallazgos se basan en un creciente cuerpo de evidencia que demuestra cómo mantener una rutina estable de sueño ayuda a anclar el reloj biológico interno, el ritmo circadiano que mantiene todo sincronizado, desde nuestro metabolismo hasta nuestras respuestas inmunitarias.
La ciencia detrás del ritmo circadiano
El sistema de cronometraje interno del cuerpo humano evolucionó para ayudarnos a adaptarnos a un planeta que rota cada 24 horas. Foster utiliza una analogía musical para explicar este complejo mecanismo.
“Es como una orquesta. Cuando todos los músicos siguen al mismo director, obtienes una sinfonía. Pero si están desincronizados, si los metales tocan a un tempo diferente que las cuerdas, obtienes una cacofonía”, explicó.

Aunque los cuerpos son lo suficientemente flexibles para lidiar con noches ocasionales de trasnoche, la interrupción repetida del ritmo circadiano fue vinculada con una serie de riesgos para la salud.
Esta realidad está bien documentada en trabajadores por turnos, quienes frecuentemente enfrentan tasas más altas de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Cuando el ritmo circadiano se ve alterado con demasiada frecuencia, el cuerpo comienza a desafinarse, perdiendo la sincronización que mantiene todos sus sistemas en óptimo funcionamiento. La fatiga crónica resultante no es solo una molestia: está vinculada con problemas cognitivos reducidos, mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer e incluso una esperanza de vida más corta.
Guía práctica para resetear la rutina de sueño
La clave para mejorar la calidad del sueño puede ser más simple de lo que muchos piensan: acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, idealmente dentro de una ventana de 30 minutos, incluyendo los fines de semana. Incluso después de una mala noche de sueño, mantener ese horario puede ayudar a resetear el sistema circadiano y brindar beneficios con el tiempo.
Según Foster, las mejoras pueden comenzar a sentirse en solo dos semanas. Para quienes tienen rutinas completamente desorganizadas, la Sleep Foundation recomendó no intentar cambiar todo de una vez. En su lugar, sugiere ajustar los horarios de sueño y vigilia en incrementos de 15-30 minutos durante varios días para dar tiempo al cuerpo a adaptarse.

Puede resultar más fácil comenzar con un solo punto de anclaje, como una hora consistente para despertar, y permitir que la hora de acostarse siga naturalmente. Las prácticas de buena higiene del sueño pueden facilitar la transición: atenuar las luces por la noche, evitar el uso excesivo del teléfono móvil y omitir el alcohol o la cafeína cerca de la hora de dormir.
Adoptar una rutina consistente para relajarse antes de dormir puede ayudar a señalar al cerebro que es hora de descansar. Esto podría incluir leer, hacer estiramientos, cepillarse los dientes o cualquier actividad que funcione para cada persona. Con el tiempo, estas señales ayudarán a entrenar al cuerpo para sentir sueño en el momento adecuado.
Señales de advertencia y autoevaluación
Aunque la duración del sueño sigue siendo importante, Foster sugirió hacerse algunas preguntas claves para evaluar la calidad del descanso: ¿Te sientes capaz de funcionar al máximo al día siguiente? ¿Constantemente duermes de más en tus días libres? ¿Dependes de la cafeína para pasar la mañana o del alcohol para relajarte por la noche?

Los sentimientos de aturdimiento, irritabilidad o comportamiento impulsivo también pueden señalar que no se está obteniendo suficiente sueño. Sin embargo, una vez que cada persona conoce cuánto necesita personalmente, la verdadera magia proviene de la rutina.
“Eso hace que las personas se pongan terriblemente ansiosas. He tenido gente que se me acerca y me pregunta si van a morir porque no están durmiendo ocho horas. Siempre digo: ‘Vas a morir, puedo garantizarlo, pero probablemente no sea por la duración de tu sueño’”, agregó.
En una era de aplicaciones de bienestar y maratones nocturnos frente a las pantallas, la idea de que la consistencia supera a la cantidad resulta refrescantemente simple. Para quienes están cansados de despertar cansados, la respuesta no es agregar otra hora de sueño, sino agregar una rutina. Elegir un horario y mantenerlo, ese es el reinicio que el cuerpo estuvo esperando.
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