
Las personas solemos orientar nuestras conductas en pos de alcanzar distintos objetivos y metas. En muchas ocasiones, esos objetivos se encuentran muy alejados del momento actual en el cual nos situamos, por lo que debemos realizar una serie de conductas, siguiendo determinados pasos, sin la obtención de recompensas inmediatas.
En ese proceso continuo, en donde las fuentes de gratificación no se encuentran cercanas, debemos controlar nuestros impulsos cognitivos y conductuales, con el fin de evitar que nos alejen de las conductas motivadas hacia un fin específico.
Por ejemplo, el caso de un estudiante, cuyo objetivo de recibirse se encuentra lejos y, los días previos a rendir un examen, debe inhibir el impulso de salir de su casa y realizar la conducta de quedarse a estudiar.

Qué es la impulsividad
“En ese sentido, podemos definir la impulsividad como aquella tendencia a la acción sin premeditar sobre sus consecuencias, que conlleva a conductas rápidas, no planificadas y en donde prima la urgencia de un refuerzo inmediato”, explica el Licenciado Matías Sánchez Sanda, miembro del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.
La impulsividad puede conceptualizarse de dos maneras: impulsividad conductual e impulsividad cognitiva. El primer caso se refiere a la dificultad para inhibir las acciones físicas o verbales debido a una reactividad rápida. Se manifiesta como una incapacidad para resistirse a realizar o decir cosas inapropiadas dentro de un determinado contexto, asociándose a una atracción excesiva hacia las recompensas inmediatas.
Por su parte, la impulsividad cognitiva se relaciona con un comportamiento desorganizado, asociado a dificultades en la planificación, organización y en la gestión del tiempo. Esta se manifiesta en la dificultad a la hora de valorar una situación, tomando decisiones precipitadas basadas en información inadecuada.

Las consecuencias
“Las dificultades que pueden presentarse a la hora de controlar los impulsos pueden traer múltiples problemas cotidianos, tales como: desviarse de las actividades que se realizan, perder la concentración, no finalizar tareas, sacar conclusiones erróneas en distintas situaciones o contextos, o tener más discusiones o problemas interpersonales. Por ello, es muy relevante poder controlar nuestros impulsos”, afirma el licenciado Sanda.
A continuación, estrategias de la neurociencia que podemos realizar para desarrollar un mejor control de los impulsos:











Seguir leyendo:
Últimas Noticias
Cómo funciona la innovadora pasta dental que promete regenerar el esmalte y transformar el cuidado bucal
Investigadores británicos desarrollaron una fórmula basada en queratina capaz de crear una barrera protectora sobre la superficie, restaurar la función original del diente y reducir la sensibilidad

Cinco simples cambios en la alimentación que pueden transformar la salud intestinal, según especialistas
Estudios y expertos afirman que mejorar la microbiota y fortalecer las defensas es posible mediante adaptaciones sencillas en la dieta diaria

Cuando las manos frías no se relacionan con el clima: qué es el síndrome de Raynaud y cómo controlarlo
Este fenómeno, frecuente en mujeres jóvenes, puede esconder un desorden circulatorio más allá de la temperatura ambiente. Qué signos tener en cuenta y cómo mejorar el bienestar en la vida diaria, según expertos de Mayo Clinic

Usar el teléfono antes de dormir no siempre es malo, qué dice la ciencia
La relación entre los dispositivos electrónicos en la noche y el descanso es más compleja de lo pensado. Qué reveló un análisis de investigadores canadienses

Identifican células del cerebro que ayudan a limpiar el daño del Alzheimer
Científicos de los Estados Unidos descubrieron que los astrocitos, que son células con forma de estrella, pueden eliminar placas dañinas en cerebros de ratones con Alzheimer. Qué implica el hallazgo



