Los beneficios de tomar agua para prevenir enfermedades digestivas

Descubre cómo el consumo regular de líquidos influye en el equilibrio bacteriano y en la prevención de molestias gastrointestinales frecuentes

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Una hidratación adecuada favorece la
Una hidratación adecuada favorece la salud digestiva y previene el estreñimiento. Foto: (iStock)

El impacto de una hidratación adecuada en la salud digestiva suele pasar desapercibido frente a otros beneficios más conocidos del agua, pero su influencia resulta determinante en el funcionamiento del sistema digestivo.

Más allá de su papel en la regulación de la temperatura corporal y el transporte de nutrientes, el agua interviene de manera directa en la prevención de trastornos digestivos frecuentes y en el mantenimiento de la microbiota o flora intestinal.

El proceso digestivo inicia en la boca, donde la presencia de agua en la saliva facilita la descomposición inicial de los alimentos. A medida que estos avanzan por el tracto digestivo, el agua permite que se deslicen con mayor facilidad, favorece la absorción de nutrientes en los intestinos y contribuye al movimiento intestinal normal, conocido como peristalsis.

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Beber suficiente agua ayuda a conservar el equilibrio de bacterias beneficiosas en el intestino, lo que refuerza la barrera natural contra agentes patógenos y disminuye el riesgo de infecciones digestivas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este mecanismo evita la acumulación y endurecimiento de los desechos, lo que reduce la probabilidad de desarrollar estreñimiento. Cuando la ingesta de agua es insuficiente, los intestinos extraen más líquido de los alimentos, generando heces secas y difíciles de evacuar. Esta situación constituye la causa más habitual del estreñimiento, que puede derivar en hemorroides, inflamación y malestar crónico.

El agua también desempeña un papel esencial en la protección frente a infecciones gastrointestinales. Una hidratación adecuada contribuye a mantener el equilibrio de la microbiota intestinal, compuesta por bacterias beneficiosas que actúan como barrera frente a agentes patógenos. El correcto funcionamiento del intestino delgado y grueso depende en gran medida de este equilibrio, que se ve favorecido por el consumo regular de agua potable.

Este hábito resulta especialmente relevante en épocas de calor o durante cambios estacionales, momentos en los que la proliferación de virus y bacterias es más frecuente. Beber agua potable reduce el riesgo de infecciones gastrointestinales, sobre todo en estas circunstancias.

En relación con la acidez y la gastritis, el agua actúa como un agente protector al diluir el exceso de ácido en el estómago. Consumir agua de manera regular, especialmente entre comidas y en lugar de bebidas azucaradas o irritantes como refrescos o café en exceso, contribuye a preservar la mucosa gástrica y a disminuir la irritación. El consumo de agua ayuda a aliviar los síntomas de acidez estomacal y gastritis leve, reforzando la protección del sistema digestivo.

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Beber agua podría ser la solución para prevenir ciertas enfermedades y malestares gastrointestinales. Foto: (iDeposit Photos)

La cantidad recomendada de agua varía según factores como la edad, el peso, la actividad física y el clima. De manera general, se sugiere una ingesta diaria de entre 1,5 y 2 litros de agua, aunque esto puede variar con factores como la edad, el peso y la micción.

En jornadas calurosas, durante la práctica de ejercicio o en presencia de enfermedades digestivas, es aconsejable aumentar esta cantidad. Además, la hidratación puede complementarse con alimentos ricos en agua, como frutas, verduras y caldos.

Una hidratación adecuada favorece el tránsito intestinal, previene enfermedades digestivas y fortalece el sistema inmunológico encargado de proteger el aparato digestivo. Incorporar el agua como bebida principal a lo largo del día no solo mejora la digestión, sino que también aporta beneficios a la salud general.