
El mango no solo es un símbolo del colorido y sabor tropical de México, sino también una de las frutas preferidas cuando el calor arrecia. Su consumo va desde una pieza natural y refrescante acompañada de chile y limón, hasta jugos, salsas y postres sofisticados.
Más allá de su versatilidad, elegir un mango perfecto y conservarlo adecuadamente puede marcar la diferencia entre una experiencia deliciosa y una decepcionante. Por ello, la Revista del Consumidor del mes de agosto de la Profeco dedica especial atención a guiar a la sociedad sobre cómo comprobar si el fruto está en buen estado y cuáles son las mejores prácticas para mantenerlo fresco por más tiempo.
A la hora de seleccionar un mango en el mercado o la frutería, la Profeco aclara que no es recomendable juzgar únicamente por el color de su cáscara. Aunque ciertas variedades pueden lucir un tono rojizo llamativo, esta característica no siempre significa que el fruto se encuentre maduro.

Igualmente, un mango con manchas oscuras o arrugas en la piel no necesariamente está en mal estado; de hecho, podría estar en su punto ideal para el consumo. Por ello, se recomienda enfocar la evaluación más en el tacto y el olfato que en la vista.
La mejor estrategia para reconocer si un mango está óptimo para comer consiste en sujetarlo suavemente e identificar si la piel cede levemente ante la presión de los dedos y si emana un olor dulce y agradable. Si se perciben estas dos cualidades, es muy probable que la fruta esté lista y cuente con una pulpa jugosa y sabrosa. Eso sí, es importante tener cuidado de no aplastar ni magullar el mango durante este breve examen, ya que el exceso de presión puede provocar su deterioro prematuro.
Una vez elegido el mango adecuado, mantener su frescura y sabor requiere seguir ciertas recomendaciones. Según sugiere la publicación de Profeco, lo ideal es conservarlo en un sitio fresco y con buena ventilación, siempre alejados de la exposición solar directa y de fuentes de calor que puedan acelerar su maduración y, en consecuencia, provocar que se eche a perder más rápido.

Si se necesita guardar el mango por un periodo más largo, puede ser útil cortarlo y almacenar los trozos en un recipiente hermético dentro del refrigerador. Esta técnica ayuda a preservar no solo la frescura sino también el aroma y los nutrientes esenciales de la fruta, como la vitamina A, vitamina C, potasio, fósforo, cobre y fibra, que constituyen buena parte de su valor nutricional.
Es importante apuntar que estos nutrientes ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y pueden prevenir enfermedades cardiovasculares, haciéndolo un alimento tanto sabroso como beneficioso para el bienestar de las personas. Recuerda consultar a un profesional de la salud antes de hacer cualquier cambio en tu dieta.
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