David Gómez, psicólogo, sobre las consecuencias de no poner límites: “No vivo como realmente quiero y los demás se aprovechan de mí”

El experto habla con ‘Infobae España’ sobre las raíces del miedo a decepcionar y las claves para empezar a poner freno a esta dinámica

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Las personas incapaces de poner
Las personas incapaces de poner límites pueden enfrentarse a una pérdida de autoestima, entre otros. (Adobe Stock)

Planes a los que se accede sin tener demasiadas ganas de ir, tareas que se acaban aceptando pese a que le correspondería a otro realizarlas, bromas pesadas que se aguantan para no generar incomodidad o sentimientos que se callan por temor a que una conversación derive en conflicto. Para muchas personas, este tipo de situaciones se convierten en cotidianidad: la incapacidad de decir que no y el miedo a que el otro se moleste les lleva a no establecer nunca límites.

Esta dinámica de silencio y de olvido de las necesidades propias en un primer momento suele generar un ambiente agradable. Sin embargo, con el paso del tiempo, se acaba cediendo a conductas o situaciones que verdaderamente no se quiere que se produzcan. Así, el problema está oculto, pero todavía latente, porque no se está resolviendo lo que duele, incomoda o no apetece hacer.

Aprender a identificar nuestros propios límites y a comunicarlos es una manera de priorizarnos, como explica el psicólogo sanitario David Gómez, que cuenta con un equipo de expertos con el que trabaja en su clínica tanto presencial, en Valladolid, como online. El especialista, que también es autor del libro Un viaje hacia el amor (propio), habla con Infobae España sobre la importancia de establecer límites, las consecuencias de evitar hacerlo y la manera de empezar a poner en práctica esta dinámica que genera tanto temor a mucha gente.

El psicólogo sanitario David Gómez,
El psicólogo sanitario David Gómez, autor del libro 'Un viaje hacia el amor (propio), cuenta con un equipo de expertos con el que atiende consultas presenciales en Valladolid y online. (Imagen cedida)

-Pregunta: ¿Cuáles son los motivos por los que a algunas personas les cuesta poner límites?

-Respuesta: Puede haber muchos motivos y para saberlo habría que mirar en la historia de aprendizaje de la persona. Algunas han tenido experiencias donde no se ha reforzado la individualidad, las peticiones o el poner límites, y, cuando llegan a adultas, lógicamente les va a costar mucho más. También historias de invalidación emocional, donde se ha generado una autoestima baja o una sensibilidad a la validación externa: el “me importa mucho lo que los demás piensen de mí”.

Cuando vamos a poner un límite, implica que nos exponemos al rechazo y ese es uno de los miedos más nucleares que tenemos las personas; suele ser una de las piedras angulares de nuestro sufrimiento. En esencia es: “yo voy a poner un límite y no quiero afrontar el miedo a ese rechazo, a que me digas que no o a lo que puedes pensar de mí”. Y, para evitarnos ese malestar emocional, terminamos por no poner ningún límite. Eso implica que no nos priorizamos y que la otra persona se lo sigue saltando.

-P: Teniendo en cuenta esto, ¿el perfeccionismo podría estar relacionado con la dificultad para poner límites?

-R: Claro, el perfeccionismo podría estar relacionado si actúa con rigidez. Es decir, si yo actúo conforme a unas reglas verbales, las relaciones tendrían que ser perfectas: “no puedes pensar mal de mí”. Esa regla verbal actúa dominando mi conducta y, por lo tanto, yo soy incapaz de poner ese límite.

-P: ¿Por qué es importante aprender a poner límites?

-R: Porque, si yo no pongo un límite, estoy cediendo a situaciones o a conductas que realmente y tocando mi propio corazón, no quiero que estén ahí, porque la otra persona se los está saltando y a lo mejor yo hago cosas que realmente no quiero. También porque es una manera de priorizarse, y con priorizarse no digo que siempre tenga que estar por encima de los demás, pero no siempre los demás tienen que estar por encima de mí tampoco. Para que los demás no estén por encima de mí, yo tengo que poner ese límite. Muchas veces los límites no se ponen tanto por la otra persona, porque lo que hagan los demás a veces no depende de nosotros, sino que los ponemos por nosotros mismos, para sentir que estamos marcando esa línea que la otra persona no se puede saltar.

-P: Para mucha gente existe una fina línea entre poner un límite y ser egoísta. ¿En qué se diferencian estas dos cosas?

-R: El poner un límite implica que yo estoy haciendo algo para protegerme porque la otra persona está intentando saltarse mis límites y valores, o me están haciendo daño y yo tengo que hacer algo para que no sigan hiriéndome. El egoísmo implicaría priorizarme por encima de todas las cosas sin tener en cuenta absolutamente nada.

Establecer límites es importante para
Establecer límites es importante para no ceder a situaciones que realmente no se desea que se produzcan. (Freepik)

-P: Muchas personas sienten temor a poner límites por el rechazo que esto pueda generar en la otra persona. ¿De qué manera puede afectar esta dinámica tanto en el bienestar personal como en la relación con dicha persona con la que no se establece el límite?

-R: Somos humanos y todos somos sensibles a lo que los demás piensen de nosotros. Tú vas a un súper, el cajero o la cajera es antipático contigo, y nos afecta. Eso no es un problema. El problema viene cuando eso se vuelve tan rígido que termino por sentirme incapaz de no poner ese límite, así que esa emoción y ese pensamiento dominan mi comportamiento y al final no lo pongo. Eso tiene como consecuencia que yo no vivo como realmente quiero y los demás se aprovechan de mí.

-P: ¿Y a nivel emocional, qué consecuencias podría tener?

-R: Pérdida de autoestima, tristeza porque no estoy haciendo las cosas como realmente me gustaría, también ansiedad porque, como yo evito el poner los límites, cada vez me va a costar más hacerlo. Es decir, cuando se produzca una nueva situación en la que se tenga que poner un límite, mi ansiedad va a aumentar porque llevo mucho tiempo evitándolo.

Aprender a poner límites

-P: ¿Cómo puede una persona que tiene dificultades para poner límites empezar a hacerlo? ¿De qué manera tiene que cambiar la dinámica en la relación?

-R: Ojalá hubiera un trabajo interno de “me voy a poner superfuerte en lo emocional y entonces ya pondré límites”, pero eso funciona al contrario. Hay que empezar a poner límites aceptando las consecuencias que tiene, por ejemplo, la culpa que siento al ponerlo, y poco a poco, a base de entrenar ese comportamiento, me iré sintiendo más cómodo o más cómoda a la hora de poner límites.

-P: ¿Y qué ocurre cuando se consigue empezar a poner esos límites y la otra persona no los respeta? ¿De qué manera se debería proceder en ese supuesto?

-R: Yo siempre digo que, si la persona a la que le hemos puesto límites se rebela, es porque se estaba aprovechando [de la falta de ellos]. El hecho de poner un límite y que la otra persona no le guste o haga algo malo también nos da una pista sobre cómo es esa persona y cómo es la relación del vínculo con ella. A veces, además de poner el límite, nos podemos incluso plantear si esa persona le viene bien a nuestra vida.

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-P: ¿Y en el caso de la familia? Suele ser bastante problemático porque con otro tipo de relaciones, cuando se sobrepasa un límite, se puede cortar el vínculo, pero con la familia no siempre es así. ¿De qué manera se debería proceder en este sentido?

-R: Cuando no podemos desprendernos de la persona, porque imagínate que es una madre o un cuñado, por ejemplo, lo que tenemos que hacer es aumentar la distancia y el espacio, si podemos; limitar las interacciones a lo mínimo imprescindible para no salir dañados, o aprender cierto manejo dentro de esas situaciones.