Así debes limpiar los plátanos antes de consumirlos

Especialistas en seguridad alimentaria coinciden en que el simple acto de pelar la fruta con las manos puede transferir bacterias, suciedad o sustancias químicas

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Imagen de recurso de unos
Imagen de recurso de unos plátanos. (Pixabay)

El plátano es una de las frutas más populares y consumidas en el mundo. Su sabor, textura y versatilidad lo convierten en una elección habitual. Pero aunque la mayoría de las personas asume que basta con pelar la fruta para eliminar cualquier riesgo, los expertos coinciden en que la higiene previa resulta crucial.

Y es que, durante la cosecha, el transporte o el almacenamiento, la cáscara se ve inmersa en ambientes variables y puede albergar polvo, restos de pesticidas, microorganismos y, en algunos casos, huevos de insectos como las moscas de la fruta. Aunque la piel del plátano no suele ingerirse, el contacto constante con superficies, utensilios y manos representa un riesgo real de contaminación cruzada. Por eso, los especialistas en seguridad alimentaria coinciden en que el simple acto de pelar la fruta con las manos puede transferir bacterias, suciedad o sustancias químicas desde la superficie exterior hacia la pulpa interna. Incluso pequeñas imperfecciones o cortes en la cáscara pueden facilitar la entrada de microorganismos y contaminantes, lo que incrementa el riesgo para la salud.

La manipulación diaria en supermercados, mercados y el transporte posterior al hogar aumentan la probabilidad de que los plátanos acumulen partículas nocivas. La apariencia limpia, según estos especialistas —a quienes el acto sencillo de toda la vida de pelar un plátano les parece algo escandaloso— no necesariamente implica la ausencia de agentes dañinos.

Paso a paso

El proceso de una adecuada higiene comienza incluso antes del lavado. Al elegir los plátanos, conviene revisar que la cáscara no tenga golpes, cortes o zonas blandas donde los microorganismos puedan tener acceso más fácilmente al interior. Escoger frutas físicamente íntegras y limpias facilita el posterior proceso de limpieza y disminuye el riesgo global de contaminación. Lo siguiente, por supuesto, es lavarse las manos, para a continuación situar la fruta bajo un chorro de agua corriente durante 15 a 30 segundos. No es necesario el empleo de jabón, desinfectantes químicos u otros productos. Un frote suave con la mano, girando la fruta para que el agua alcance toda la superficie, suele ser suficiente si la suciedad es superficial.

Expertos esperan que los precios de las frutas y verduras frescas suban debido a la creciente guerra comercial.

Y para el que quiera terminar de exagerar, y satisfacer así a los especialistas alimentarios más quisquillosos, cuando la cáscara presenta residuos evidentes, tierra o pegajosidad, se recomienda el uso de un cepillo de cerdas suaves reservado únicamente para frutas y verduras.

Finalmente, es necesario secar el plátano, de acuerdo con estos expertos. La humedad remanente puede facilitar la proliferación de bacterias si se almacena después del lavado. Por tanto, se aconseja secar cada pieza con un paño limpio o una toalla de papel antes de proceder a pelarlo. Esta medida minimiza el transporte de contaminantes del agua a la pulpa al manipular la fruta y desalienta la aparición de hongos o bacterias por humedad residual.

Pero ojo, que no hemos terminado: al iniciar el proceso de pelado —siempre según los especialistas que han publicado artículos sobre este tema por todo internet—, lo ideal es no tocar la pulpa directamente con las manos que han estado en contacto con la cáscara. Una estrategia sugerida es tomar la parte superior de la piel y retirar cuidadosamente las secciones hacia abajo, sin ejercer contacto directo entre la pulpa y los dedos. Y entonces, ya sí, por fin, es posible llevarse el plátano a la boca... si todavía existen las ganas de consumirlo.