
La infancia es una etapa determinante para el resto de nuestra vida, pues es el momento en el que se sientan las bases de nuestro desarrollo físico, emocional, cognitivo y social. Por ello, haber pasado una infancia en la que se han sufrido abusos condiciona el resto de la vida adulta y, con frecuencia, se necesita de ayuda psicológica.
Los abusos no solo ocurren desde el plano de la violencia sexual o física, sino que desde lo emocional también pueden abrirse ciertas heridas igual de dolorosas. Sin embargo, estas pueden ser más sutiles y, por tanto, más difíciles de identificar. Aterrorizar, amenazar, humillar o ignorar al niño son comportamientos propios de una violencia emocional.
Diversos estudios apuntan a que uno de cada tres niños sufre maltrato infantil. Además, la evidencia muestra que aunque un niño no recuerde nada antes de los tres años, lo que ocurre antes sí deja una huella que, con el tiempo, puede degenerar en problemas de salud mental. Así, no es de extrañar que quienes sufrieron violencia en la infancia sean más propensas a desarrollar ansiedad o depresión en la edad adulta.
Silvia Severino es psicóloga y, a través de su cuenta de TikTok (@silviaseverinopsico), analiza algunas expresiones que pueden causar un profundo daño en la autoestima de los más pequeños. La psicóloga apela a los usuarios y explica que “estas frases de tus padres eran abuso emocional”, aunque nunca antes hayamos reparado en ello.
Las frases del abuso emocional
La primera de ellas está relacionada con un castigo por expresar las propias emociones: “Deja de llorar o te voy a dar una razón para llorar de verdad”. Esta sentencia tan amenazante deriva en que el niño o la niña asocie comunicarse con el miedo, lo que le lleva a empezar a reprimirse emocionalmente.
La segunda frase que recoge Severino es una de las más extendidas entre los padres: “Porque lo digo yo”. Pese a que puede parecer inofensiva, realmente se trata de una autoridad sin explicación. “Eso no enseña el respeto, pero sí enseña el miedo”, como con la frase anterior.
“Eres demasiado sensible” es otra de las peores declaraciones que pueden hacer los padres a sus hijos, pues en cierta medida ridiculiza nuestros propios sentimientos. “Aquí tenemos invalidación emocional, haciéndote dudar de lo que sientes”, explica la psicóloga.
En línea con lo anterior, otra de las frases que también constituyen un abuso emocional sería la de “siempre tan dramática”, pues esto minimiza nuestro dolor y ridiculiza nuestra respuesta a aquello que nos ha provocado un daño. “Te entrenan para que calles”, aclara Severino. Así, el niño acaba por reprimir lo que siente para evitar exponerse a esa ridiculización.
En último lugar, la psicóloga hace referencia a otra frase que invalida nuestras propias emociones y nuestra propia experiencia: “Hay niños que están peor que tú”. A pesar de que es importante practicar al gratitud y saber relativizar, comparar nuestro dolor con el ajeno resta valor al nuestro propio. “El dolor no necesita compararse para poder existir”, concluye la psicóloga.
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