Marta Marcè, nutricionista, sobre la dieta durante la menopausia: “El problema no es la patata, es cómo la consumimos”

En su libro “Nutre tu menopausia”, la experta ofrece recomendaciones de alimentación para esta etapa de la vida

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Las patatas es una gran
Las patatas es una gran fuente de carbohidratos (Montaje Infobae)

Entre los 40 y los 50 años, tiene lugar un proceso natural de la vida de las mujeres: la menopausia. Esta interrupción definitiva de la menstruación es una parte inevitable del envejecimiento que, pese a su universalidad, está acompañada de síntomas físicos (sofocos, sudores nocturnos, dificultad para dormir...) y emocionales, como una alteración en el estado de ánimo.

Para hacer más llevaderos estos síntomas propios de la menopausia, la dieta puede ser una verdadera aliada. Marta Marcè, nutricionista y divulgadora, explora algunas de estas claves para llevar el mejor tipo de alimentación posible durante este periodo. En su reciente libro Nutre tu menopausia. Adapta tu alimentación a esta nueva etapa y olvídate de las dietas, la dietista desmonta los mitos en torno a esta fase y ofrece las mejores recomendaciones.

De entre los alimentos más demonizados injustamente se halla la patata, “el tubérculo por excelencia, el más conocido y omnipresente en nuestra dieta”. La popularidad de la patata deriva no solo de su sabor, sino de su increíble versatilidad culinaria. Se pueden comer fritas, hervidas, asadas o como ingredientes principal de purés.

La mala fama con la que carga este preciado tubérculo proviene de que se le considera “hipercalórico y de poca calidad nutricional”. Sin embargo, “el problema principal no es la patata, es cómo la consumimos”, asegura Marcè en su libro. Puesto que normalmente la consumimos frita, “y además frita con aceites de baja calidad y le añadimos salsas, conservantes y demás lindezas, es normal que la patata no sea saludable”.

Rosetti - Menopausia

La patata, la glucosa y la menopausia

Marcè recuerda que la patata es una gran fuente de hidratos de carbono, especialmente de almidón, así como de potasio. También es rica en vitamina C, pero esta se pierde durante el cocinado al tratarse de una vitamina especialmente sensible.

Al tener una gran cantidad de carbohidratos y poca fibra, la patata tiene una alta carga glucémica. Durante la menopausia, “es mejor que la glucosa llegue en paquetes pequeños, por eso la patata es interesante, pero siempre acompañada de otros alimentos ricos en fibra, como verduras, proteínas y grasas, que disminuirán la absorción de la glucosa”.

Al cocinarse, la carga glucémica de la patata también experimenta un a alteración, “y siempre será mejor consumirla una vez enfriada”, explica la nutricionista. Además, la mejor opción es evitar freírla o consumirla muy tostada o quemada. Según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el consumo frecuente de alimentos fritos durante un largo periodo de tiempo puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión.

Para el estudio, los investigadores analizaron los datos de cerca de 141.000 personas del Biobanco de Reino Unido y descubrieron que aquellos que consumían casi a diario patatas fritas tenían un 12% más de probabilidades de sufrir ansiedad y un 7% más de depresión. Esta relación entre mala alimentación y una deficiente salud mental se veía intensificada en los hombres y en las personas jóvenes, aseguraba la investigación.