La homofobia y el machismo también existen dentro del colectivo LGTB+: “Formamos parte de la misma sociedad que el resto. No nos libramos de ello”

En particular, la letra ‘G’ sigue reflejando actitudes misóginas y plumofóbicas, como explican varios expertos y testimonios recogidos por ‘Infobae España’

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Activista LGBTQ+ asiste a una
Activista LGBTQ+ asiste a una concentración contra la homofobia y la transfobia en Tiflis, Georgia. (David Mdzinarishvili/Reuters)

¿Hay hueco para la homofobia en el colectivo LGTB+? Ante esta pregunta de Infobae España, uno de los primeros expertos consultados para este artículo, aunque reconoció que había hombres gays misóginos, se mostró sorprendido. “¿Te refieres a que el colectivo a veces es homófobo? Eso no tiene sentido”, respondió vía correo electrónico este sociólogo especializado en teoría queer. Pero la siguiente fuente con la que se contactó, en este caso la asociación COGAM (siglas de Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales de Madrid), opinó de forma diferente: “¿Hay homofobia dentro del colectivo? La hay”, explica Beth Giraldo, vicepresidenta de la asociación. “¿Hay machismo? Sí. Y duele decirlo”, añade.

Hacer autocrítica no es fácil y así lo reconocen los testimonios recogidos por este medio. La psicóloga general sanitaria María González de la Rivera, especializada en el colectivo LGTB+, también lo ve claro: “Las personas del colectivo formamos parte de la misma sociedad que el resto, una sociedad que sigue teniendo homofobia. No por ser parte del colectivo nos libramos de ello”. También Pablo Chao, psicólogo y autor del podcast chao pablo chao, donde divulga sobre contenido LGTB+ desde el entretenimiento, explica que pese a que “el colectivo es un sitio seguro, no por ello estamos exentos de problemáticas internas”.

Como indica Giraldo, el machismo es la piedra angular de la sociedad, y por ello, pertenecer al colectivo no significa estar exento. Lo mismo ocurre con la homofobia, que como indica la vicepresidenta de la asociación, prefiere el término “rechazo”. “Existe el rechazo a la pluma, a que se te note, porque es una forma afeminada. Se te está relacionando con la mujer porque es inferior”, añade. Y a eso, se le llama plumofobia.

De hecho, en una aplicación de contactos entre hombres, llamada Wapo, varios usuarios utilizan el término “heterosexual” para autodenominarse dentro de la app y así indicar que no tienen pluma. “Al igual que la homofobia heteropatriarcal, la plumofobia dentro del colectivo homosexual se plantea como un mecanismo de control de las fronteras del género”, recoge el estudio Hetero-asintomáticos: Un estudio sobre la plumofobia en las aplicaciones de contactos entre hombres, elaborado en 2023 por la Revista de Antropología Iberoamericana de la Universidad de Granada y en el que analizan varios perfiles de la aplicación mencionada. “Queda patente un machismo y una misoginia evidente, al seguir ‘asociando lo femenino con algo inferior e incompatible con el varón’”, señalan.

El primer Orgullo LGTBI de España: cuando Barcelona se levantó por la liberación homosexual.

Esto, a veces, puede generar incomodidad y tensiones dentro del propio colectivo. Iván, joven valenciano de 22 años que no vive “en una ciudad grande” pero sí en un pueblo de tamaño “intermedio”, relata que, cuando estaba en el colegio, siempre había sido “el gay”, y no empezó a tener amigos de su misma identidad sexual hasta bachillerato.

“El problema que he tenido con la mayoría de amistades o interacciones con otros chicos del colectivo, es que o bien empieza con un intento de ligar o con hostilidad”, relata desde su experiencia. Precisamente, esa hostilidad ha venido de parte de chicos que se acercaban más a la heteronormatividad. “El típico que dice: ‘No veo drag, no escucho música pop, me gusta el fútbol’. Te tratan un poco mal, te intentan hacer ver que eres ‘la marica loca’”, señala. “Creo que parte del problema es que tienen el privilegio de poder aparentar heterosexualidad. No se dan cuenta de que es un privilegio y pueden hacerlo porque la gente que ahora rechazan es la que ha luchado por ello”, señala. Como indica González de la Rivera, “intentar no parecer homosexuales” podría ser una especie de plumofobia interiorizada.

El colectivo, una cultura con identidad propia (y estereotipos)

Cuando llega junio, el mes del Orgullo, mucho se repite el lema “love is love” (el amor es amor). Pero el colectivo no va de amar, sino de ser. Y ahí es donde entran determinados estereotipos asociados a las letras LGTB+, especialmente a la segunda.

“El colectivo no deja de ser una cultura. Ser gay muchas veces va más allá de que te gusten los chicos y tiene que ver con, por ejemplo, que te guste Charlie XCX o hayas ido al último concierto de Sabrina Carpenter. Y si no formas parte de esta cultura, muchas veces se te expulsa porque no eres suficientemente buen gay”, puntualiza la psicóloga.

Asier Manrique, periodista especializado en Eurovisión y miembro del colectivo señala que “desde que se ha popularizado el Benidorm Fest para elegir a nuestro representante en Eurovisión, se ha instalado la broma recurrente de los calvos, la sauna y el popper. Puede ser una broma más, la mayoría de la gente se la toma así, pero subyace en ella un fondo que a mí me preocupa: un homosexual es aceptable si encaja en unos cánones de edad y aspecto concretos”, reflexiona. Y con esto coincide Chao: “Vivimos cargados de estigmas, estereotipos y arrastramos esa masculinidad tóxica característica de la historia del hombre del siglo XXI”. Asegura, además, que esto también se ve en la percepción y el trato hacia otros gays. “Llegan a ser similares a los que podíamos observar en cuanto a las mujeres por parte de hombres heterosexuales en relación a su sexualidad. En ambos mundos nos encanta denigrar a la otra persona como puta o en nuestro caso ‘pasiva’ por explorar su sexualidad", señala.

Melody, en la segunda semifinal
Melody, en la segunda semifinal del Benidorm Fest 2025. (EFE)

“El colectivo LGTB ha recibido mucho rechazo y al final un grupo se hace mucho más fuerte cuando todos son de la misma manera. A día de hoy hay maneras de pertenecer al colectivo y hay personas que, a veces, si no lo siguen, las expulsan, como por ejemplo pasa con el típico bully. Le hacen bullying y, al final, termina haciéndolo él”, añade la experta.

El problema de las redes

Manrique, que también es creador de contenido para redes sociales desde hace una década, señala que, de aquí a hace unos años, ha aumentado el discurso de odio en redes. “Los comportamientos de extrema derecha o los movimientos reaccionarios al feminismo han venido tras una oleada de discursos que planteaban cambiar la sociedad para hacerla más igualitaria. Es la respuesta de quienes se niegan a desaprender, a cambiar. Con el colectivo LGTB+ está pasando algo similar. De unos años a esta parte, en redes están proliferando esos discursos”, señala.

“No son la realidad que se respira en la calle, pero sí son un reflejo de una parte de nuestra sociedad. Necesitamos una reflexión sobre cómo tratamos a nuestros compañeros y compañeras, y si lo hacemos como a nosotros nos gustaría que nos trataran”, finaliza.

Silvia Díaz Fernández, socióloga e investigadora postdoctoral, lleva cerca de un año asegurando que “en el contexto actual, la viralidad va ligada a la misoginia, al antifeminismo”, y añade que, a través de estos contenidos, el algoritmo ve una “monetización del odio y del antifeminismo” porque “genera rédito”.