Dormir abrazados, un hábito que reduce el estrés y fortalece el vínculo de la pareja, según la psicología

Un estudio ha estudiado los tiempos de descansos en 143 parejas heterosexuales, con una media de edad de entre 40 y 43 años, y una duración media de la relación de 13 años.

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Dormir abrazados, un hábito que
Dormir abrazados, un hábito que reduce el estrés y fortalece el vínculo (Pexels)

Dormir abrazados, acurrucados o simplemente con algún tipo de contacto físico con la pareja al inicio del sueño puede tener un efecto positivo en la salud emocional y relacional. Así lo confirma un estudio reciente publicado en la revista Journal of Social and Personal Relationships, que examinó los hábitos nocturnos de 143 parejas heterosexuales con una media de edad de entre 40 y 43 años, y una duración media de la relación de 13 años.

Los investigadores analizaron si la cercanía física al irse a la cama influía en el nivel de estrés, la calidad del vínculo emocional y el bienestar general. Sus hallazgos se ha llegado a la conclusión de que aquellas parejas que dormían juntas, acurrucadas en cucharita, con las piernas entrelazadas o frente a la otra, conseguían una clara reducción del estrés a la par que mantenía una relación más segura.

Esta investigación se suma a una creciente línea de estudios que exploran cómo el contacto afectivo durante el sueño puede tener beneficios emocionales. Aunque el estudio no encontró correlación directa entre la cercanía física y la calidad objetiva del sueño, sí observó una relación indirecta entre el contacto físico y una menor inseguridad del apego, mediada por niveles más bajos de estrés percibido.

El debate sobre la barrera para el descanso

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Dormir abrazados, un hábito que reduce el estrés y fortalece el vínculo (Pexels)

Dormir acompañado es una práctica común en muchas culturas, pero sus efectos no son universales. Para algunas personas, compartir la cama es una fuente de intimidad y conexión; para otras, puede suponer una barrera para el descanso, especialmente cuando hay ronquidos, o diferencias horarias.

“Se ha demostrado que el contacto físico de una persona en la que confiamos, ya sea un amigo, un cónyuge o incluso un profesional de la salud, amortigua los efectos del estrés en el cerebro y nuestra respuesta de lucha o huida”, destacó en el medio británico Daily Express la doctora Alexandra Moorhouse, médica de cabecera privada de Wellsoon Private Healthcare de Practice Plus Group. Esto tendría una explicación científica muy sencilla: “Aumentan el nivel de una sustancia química en el cerebro llamada oxitocina, una hormona que promueve sentimientos positivos y tiene un impacto positivo en el vínculo que sentimos con las personas en nuestras vidas”. De esta manera, la oxitocina puede favorecer la relajación y reducir la ansiedad, la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

No obstante, a pesar de que se ha confirmado que el contacto físico previo al sueño, también se ha advertido sobre algunas incomodidades que supondría mantener estas posturas durante toda la noche, como el aumento de la temperatura corporal o los problemas que le pueden generar al otro si se padece trastornos del sueño. Por ello, los expertos proponen una fórmula intermedia. Específicamente han afirmado que lo mejor sería tener un momento cariño antes de la hora de dormir, para después que cada uno se acomode en su lado de la cama. De esta manera, sendos miembros se beneficiarían de la cercanía de su pareja mientras se disfruta de la mayor comodidad posible.

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Aun así, algunos matrimonios han experimentado lo que se conoce como el “divorcio del sueño”, es decir, dormir en camas o habitaciones separadas para preservar el descanso individual sin que esto implique una crisis o ruptura. Según la National Sleep Foundation, aproximadamente el 12% de las parejas en Estados Unidos duerme separada de forma habitual, y esa cifra va en aumento. Lejos de ser un signo de fracaso, muchas parejas reportan mejoras en su bienestar individual y en la relación cuando duermen por separado, especialmente en casos de trastornos del sueño, turnos laborales incompatibles o ronquidos intensos. La clave, según expertos en sueño, está en la comunicación y el respeto mutuo sobre lo que cada uno necesita para descansar.