Encuentran una relación entre las bacterias de la boca y el deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson

Cerca de 200.000 personas sufren de Parkinson en España, lo que sitúa al país como el noveno del mundo con más pacientes

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Un hombre cepillándose los dientes
Un hombre cepillándose los dientes (AdobeStock)

Científicos del King’s College de Londres han descubierto una relación entre las bacterias de la boca y del intestino y ciertos cambios cerebrales degenerativos en la enfermedad de Parkinson. La alteración del microbioma está asociada al deterioro cognitivo, desde los problemas leves de memoria a la aparición de la demencia.

Estos cambios podrían servir como señales tempranas de Parkinson, lo que facilitaría el diagnóstico y tratamiento antes de que los síntomas empeoren. La investigación, publicada en la revista Gut Microbes, refuerza la evidencia de la estrecha relación entre la salud intestinal y cerebral. Aunque hace años que se estudia el eje intestino-cerebro, pocos estudios han explorado su papel en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.

Esta enfermedad neurodegenerativa es la más común después del Alzheimer y supone un trastorno del movimiento del sistema nervioso que empeora con el tiempo. Los síntomas aparecen lentamente de forma casi imperceptible: un leve temblor en la mano o el pie, una mayor rigidez muscular o lentitud en los movimientos (conocida como bradicinesia).

Los primeros síntomas de alerta no tienen por qué coincidir para llegar al diagnóstico de Parkinson, pues dichas manifestaciones, a las que se les llama signos cardinales de la enfermedad, aparecen en regiones concretas del cuerpo, siendo mucho más frecuente en las extremidades superiores. La depresión, el estreñimiento y el dolor en el hombro también son manifestaciones no motoras de la enfermedad.

En España, cerca de 200.000 personas conviven con la enfermedad de Parkinson, lo que sitúa a nuestro país como el noveno del mundo con más pacientes. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común y que más está viendo aumentada su prevalencia, mortalidad y discapacidad en todo el mundo, sumando ya 10 millones de pacientes.

Marc Gauthier, de 62 años, ha vuelto a caminar tras un diagnóstico de Parkinson hace ya tres décadas.

Una bacteria de las encías

El doctor Saeed Shoaie del King’s College señaló que las bacterias en el intestino y la boca están cada vez más vinculadas a estas enfermedades, contribuyendo a la inflamación y respuestas inmunitarias que pueden dañar el cerebro. Un hallazgo clave fue la presencia de Porphyromonas gingivalis, bacteria común en enfermedades de las encías, que podría desempeñar un papel en el Alzheimer.

El estudio analizó muestras de heces y saliva de 228 pacientes con Parkinson, encontrando diferencias significativas en las bacterias entre grupos con deterioro cognitivo leve, demencia y un grupo control sano. Se observó que las personas con deterioro cognitivo tenían más bacterias dañinas en el intestino, muchas provenientes de la boca.

Este proceso, conocido como translocación oral-intestinal, sugiere que las bacterias orales migran al intestino, donde pueden liberar toxinas que causan daño intestinal e inflamación, afectando el cerebro potencialmente. El doctor Frederick Clasen, investigador del King’s College, indicó que estas toxinas podrían ser marcadores biológicos para identificar pacientes con mayor riesgo de demencia en Parkinson.

Además, enfatizó la importancia de mantener una buena higiene bucal y una correcta nutrición, especialmente conforme progresa la enfermedad. El doctor Shoaie añadió que fomentar un microbioma saludable a través de cuidados bucales constantes, dieta equilibrada y posibles intervenciones probióticas podría mejorar la gestión del Parkinson.