El secreto de la siesta perfecta: cómo dormirla para aprovechar todos sus beneficios para la salud

No excedernos de los 30 minutos y buscar un lugar cómodo son algunas de las claves para disfrutar del saludable hábito de la siesta

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Una mujer se echa la
Una mujer se echa la siesta al aire libre (AdobeStock)

Ni dormirla dos horas ni demonizar ese pequeño y placentero sueño de después de comer. Si se realiza correctamente, la siesta puede ser una gran aliada de nuestra salud, más aún si tenemos en cuenta que en el último siglo hemos perdido, de media, dos horas diarias de sueño.

A pesar de que muchos podrían considerar la siesta el “deporte nacional” de España, lo cierto es que solo el 16 % de los españoles duerme la siesta a diario; uno de cada 10 nunca lo hace. Son datos de la Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos y la Asociación Española de la Cama (Asocama)Este breve descanso, que suele tener lugar a mediodía después de comer, no debe asociarse como un signo de pereza, pues las investigaciones científicas respaldan sus múltiples beneficios para la salud.

Según la Fundación Española del Corazón (FEC), la siesta previene cardiopatías al reducir el estrés un 37 %, así como la tensión arterial. Las personas que duermen la siesta tienden a rendir más durante la tarde y ven aumentada su concentración y su capacidad de aprendizaje hasta un 10 %, demostró un estudio de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos).

Otros beneficios quizás menos conocida de la siesta es que actúa como un potente estimulador de la creatividad al activar el hemisferio derecho del cerebro, la región relacionada con esta habilidad. Además, mejora los reflejos, favorece la abstracción y fomenta la positividad.

El descanso ayuda en procesos claves del aprendizaje y la creatividad. En el tercer capítulo de #La vida secreta de la mente, el neurocientífico Mariano Sigman reflexionó sobre por qué el sueño es mucho más que la pausa necesaria para rendir en la rutina cotidiana

Cómo dormir la siesta perfecta

Para que la siesta sea considerada “perfecta”, esa media hora de sueño debe ocurrir en un lugar cómodo y tranquilo, sin demasiado ruido, escaso de luz y a una temperatura agradable. Los expertos aconsejan dormirla mejor en el sillón que en la cama o el sofá para las personas que sufren de problemas digestivos o reflujo gástrico, pues los síntomas de estas dolencias se intensifican en posición horizontal.

El momento más adecuado del día para dormir la siesta es después de comer, entre las tres y las cinco de la tarde. Es en esta franja del día cuando sentimos una mayor somnolencia, coincidiendo con una caída de los ritmos circadianos.

La Academia Americana de Medicina del Sueño recomienda a los adultos sanos a limitar las siestas a no más de 20-30 minutos a primera hora de la tarde. Aunque una breve siesta “reparadora” puede mejorar el estado de alerta y el rendimiento durante el día, las siestas de 30 minutos o más pueden hacer que la persona se sienta aturdida al despertarse. Este aturdimiento, o “inercia del sueño”, puede retrasar los beneficios a corto plazo de este breve sueño diurno.

En esta línea, dormir una siesta excesivamente larga puede ser contraproducente para nuestra salud. Un reciente estudio de la Academia Americana de Medicina del Sueño y la Sociedad de Investigación del Sueño publicado en la revista Sleep ha revelado que las siesta más largas se asocian a un mayor riesgo de mortalidad.

“Las personas que dormían más durante el día, tenían patrones irregulares de sueño diurno o dormían más hacia el mediodía y las primeras horas de la tarde corrían mayor riesgo, incluso después de tener en cuenta factores de salud y estilo de vida”, explicaba Chenlu Gao, investigador postdoctoral del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos).