
En un mundo donde las tensiones geopolíticas y las crisis globales como la pandemia de COVID-19 han puesto en jaque las cadenas de suministro, la autosuficiencia alimentaria emerge como un tema crítico en el debate internacional. La capacidad de un país para abastecer sus propias necesidades alimenticias no solo asegura a su población un nivel de independencia en tiempos de crisis, sino que también ayuda a reducir las emisiones y la contaminación provocada por el transporte. Pese a esto, la autosuficiencia continúa siendo una aspiración poco realista para la mayoría de naciones del mundo, con la excepción de un país de América del Sur.
Un reciente estudio elaborado por la revista Nature Food revela que Guyana es el único país del mundo que puede satisfacer plenamente sus necesidades alimenticias internas cubriendo los siete grupos alimentarios esenciales para una dieta balanceada. De acuerdo con las estimaciones de la publicación, que se basan en los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, también por sus siglas en inglés), estos grupos incluyen carne, lácteos, frutas, verduras, pescado, cereales y legumbres.
Mayor vulnerabilidad en el Medio Oriente
Más allá de Guyana, el estudio identifica a China y Vietnam como países que logran autosuficiencia en seis de los siete grupos alimentarios. Estos países han conseguido no depender en gran medida de las importaciones para mantener la estabilidad alimentaria de sus ciudadanos, pero se quedan atrás en lácteos.
Por otro lado, existen seis países especialmente vulnerables que no logran la autosuficiencia en ningún grupo alimentario ante las disrupciones del mercado global. Se trata de Afganistán, Emiratos Árabes Unidos, Irak, la Región Administrativa Especial de Macao, Catar y Yemen, lo que pone el foco de la falta de autosuficiencia en Oriente Medio. En África y partes de Europa y el Caribe, muchos países logran la autosuficiencia en solo dos grupos o menos, figurando como áreas particularmente propensas a riesgos alimentarios.
El estudio revela que la autosuficiencia en carnes es relativamente alta y el 65% de los países satisfacen sus necesidades, aunque África subsahariana enfrenta déficits significativos. En el caso de los lácteos, la situación es más crítica, especialmente en África y Oceanía, donde más del 80% de los países depende de importaciones. Solo el 44% de los países a nivel global es autosuficiente en el sector lácteo.
La autosuficiencia en pescado y marisco también es baja, con solo un 25% de los países en el nivel deseado. Por el contrario, la autosuficiencia en cereales, legumbres y frutas ronda el 45%.
El caso de España
El caso de España apunta a una relativa seguridad en cuanto al abastecimiento alimenticio, ya que el país es autosuficiente en la producción de cinco de las siete categorías monitorizadas en el estudio. En cuanto a los grupos deficitarios, la producción de cereales y tubérculos solo alcanza a cubrir entre un 40% y 60% de lo que se consume, y se registra una deficiencia menor en la categoría de pescado y marisco, donde el producto nacional se corresponde con más de un 80% de lo que comen los españoles de este tipo de alimentos.

Tanto España como la mayoría de la Unión Europea logran la autosuficiencia en carne y lácteos, pero no todos los socio comunitarios pueden presumir de la independencia estratégica de nuestro país en cuanto a frutas, verduras y legumbres.
Ninguna unión económica es autosuficiente
La Unión Europea en su conjunto tampoco tiene capacidad de autoabastecimiento, por la falta de una producción suficiente en legumbres (solo cubre el 58% del consumo), pescado (33%) y verduras (80%). De hecho, ninguna unión económica a nivel global logra la autosuficiencia completa en todos los grupos alimentarios analizados y todas registran carencias en la categoría de verduras.
Las estrategias políticas futuras se centran en diversificar las relaciones comerciales e invertir en tecnologías agrícolas que aumenten la producción interna con el fin de reducir la dependencia comercial y las carencias en autosuficiencia alimentaria. Las innovaciones como la agricultura de precisión y la ingeniería genética ofrecen una gran promesa para mejorar la autosuficiencia y asegurar la estabilidad alimentaria mundial. En este sentido, las proyecciones hacia 2032 anticipan mejoras, especialmente en la producción de alimentos de origen animal, donde países actuales podrían reducir sus brechas significativamente.
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