
El apagón del día 28 de abril de 2025 se recordará en España como un hecho histórico, prácticamente sin precedentes. También en la hostelería. Los bares y restaurantes de toda España trataron de resistir ante la falta de electricidad, sacando a relucir la originalidad y sobrellevando problemas como la ausencia de proveedores, las neveras apagadas, los fogones sin energía, los datáfonos inútiles y las reservas canceladas.
A estas horas, es difícil cuantificar el impacto ocasionado por esta inédita crisis energética, mientras hosteleros y trabajadores del sector se recuperan poco a poco de un día oscuro, de parón y aburrimiento para unos y caos y mucho trabajo para otros. Desde la asociación de autónomos ATA hablan de 1.300 millones de euros de pérdidas para los autónomos en una primera aproximación, “con especial incidencia en hostelería y comercio”. Cifra que podría crecer a esperas de “evaluar la mercadería que se ha perdido por problemas de frío”.

Con los fogones ya humeando y los primeros clientes sentándose en las mesas, a las 12:33 todo se paró en seco. En La Gran Tasca, un restaurante de cocina tradicional fundado en 1942 en el madrileño barrio de Chamberí, salvaron el día gracias precisamente a su propuesta gastronómica, basada principalmente en cocidos madrileños preparados con gas. “Los platos guisados, como el cocido, el rabo de toro, callos y demás, los teníamos preparados para poderlos, al menos, ofrecer”, cuenta a Infobae España Luis Álvarez, quien regenta este histórico local.
“No teníamos extracción ni luz, por lo tanto, teníamos que lavar todo el menaje a mano, no ofrecer freidora y centrarnos en los platos que teníamos”, cuenta el hostelero. Algunos proveedores, además, no pudieron acceder hasta el restaurante, debido al caos en las carreteras. “Montamos terraza y las mesas del restaurante que estaban más cerca de los ventanales que se veía, y empezamos a sentar a la gente”.
Pero, ¿a qué gente? El caos, la imposibilidad de comunicaciones, la caída del transporte y demás problemas generados por el apagón hicieron que aproximadamente el 70% de las reservas no aparecieran. “Ayer teníamos como unas 80 reservas y aparecieron unos 30 y tantos más o menos, cosa totalmente entendible”, sigue contando Álvarez.

Las pérdidas de estas mesas vacías se suman a todo el producto que los restaurantes han tenido que desechar; kilos y kilos de comida que han estado hasta seis horas sin refrigeración. “Hay productos con los que no te la puedes jugar. Salsas como la salsa romescu, salsas de tomate caseras; todo el tema de repostería que lleva huevo, flanes, leche frita, tartas de queso... Ha habido que tirar absolutamente todo y hoy estamos elaborándolo de cero”, explica el hostelero.
Las mesas vacías y la falta de producto, problemas del día siguiente
Al día siguiente, ya con la situación eléctrica normalizada, la hostelería sigue sufriendo las consecuencias de esta histórica crisis energética. “Hoy el 50% de las reservas se han caído por gente que a lo mejor tenía que viajar a Madrid, que no han podido venir, o reuniones de trabajo que hoy no se han podido realizar. Al final estamos hablando de dos días de pérdidas de comensales”, asegura el dueño de La Gran Tasca a este medio.
No solo los comensales no llegan, tampoco lo hace gran parte de la materia prima, con proveedores afectados en todas partes de España. “A nuestro proveedor de pan, que es Panes con Alma, uno de los mejores obradores de Madrid, le vino la luz ayer a las 00:00 de la noche. Entonces, hoy no tenemos pan. Los carniceros, todavía no han podido venir porque tienen que repartir lo de ayer y lo de hoy”, declara Luis Álvarez.
“No están siendo días fáciles, la verdad”, concluye el hostelero, preocupado por las complicaciones que esto puede suponer para un puente de mayo que en situaciones normales regala ‘llenos’ a la restauración.
Los bares de barrio, salvados por la cerveza y el dinero en efectivo
Ajetreada fue la situación en muchos bares de barrio, que vieron cómo sus terrazas se llenaban de ciudadanos en busca de una bebida fría y algo para picar. "No sé cuánta gente vino, pero bastante. Mucha gente se quedó hasta las 23:30 de la noche. Casi tuvimos que mandarles a su casa. La gente venía al bar como si mañana se terminara el mundo", cuenta el encargado del bar Villa Rosa.

“Sobre todo servimos cervezas y vinos. Fuimos sirviendo las tortillas que teníamos hechas, el pan con embutidos y hasta las patatas fritas de bolsa. Pero todo eso se agotó rápido y ya era solo bebida”, cuenta el encargado, que dice haber tenido que recurrir al efectivo y a algún Bizum fiado y enviado más tarde.
Algo similar sucedió en Donde Blas, un restaurante de cocina fusión cubana que vio sus mesas a rebosar durante toda la jornada. “Se nos llenó todo el restaurante y trabajamos mucho”, cuenta al día siguiente una de sus camareras, aún agotada de la jornada vivida.
“Sacamos lo que ya estaba cocinado porque aquí se cocina por la mañana el menú. Como ya estaba hecho, decidimos venderlo. Vendimos refrescos, cerveza, cañas hasta que todo se calentó. Muchas personas llegaban pidiendo agua con hielo y pasaban al baño porque estaba la carretera llena de gente parada”, narran desde el restaurante, que asegura haber “salvado el día a base de linternas”. En cuanto a las pérdidas, aún tampoco pueden hablar de cifras, pero sí saben que lo vendido por la mañana pudo salvar lo perdido en el turno de cenas.
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