
Marian Rojas Estapé es una reconocida psiquiatra y escritora española. Licenciada en la Universidad de Navarra en el año 2007, tras examinarse del Mir y completar la residencia de psiquiatría en el Hospital Puerta de Hierro (Madrid), pasó una temporada en el King’s College (Londres), profundizando en el campo de la somatización, que según ella misma, “es uno de los temas que más me interesa hoy”.
La somatización se define como la presencia de un síntoma físico (no mental) que no se puede explicar desde un diagnóstico médico ni desde un diagnóstico psiquiátrico. Es decir, la presencia del síntoma o los síntomas de somatización que aqueja el paciente no cumplen criterios de enfermedad física ni de enfermedad mental. En general, el diagnóstico de somatización se realiza cuando el paciente aqueja determinados síntomas que no se corresponden con un diagnóstico médico.
El síndrome de la vida vacía
“Recuerdo un día que, estando delante de una señora, una señora que acababa de jubilarse, viuda, que no tenía hijos, que no dejaba de llorar y mi padre le dijo: ‘Tú tienes el síndrome de la vida vacía. Tienes síntomas de ansiedad y depresión, pero tu problema es que tu vida se ha vaciado de contenido’”, cuenta la psiquiatra en un video publicado en su perfil de Instagram, @marianrojasestape. “Mucha gente se siente sola a pesar de vivir en compañía”, puede leerse en la descripción de la publicación.

“En ocasiones este estado de soledad interior genera cierta culpabilidad, pues pensamos que no somos queridos por alguna rareza nuestra, porque si vivimos en pareja, con nuestros padres, hermanos o compañeros de piso, se supone que no tendríamos que sentirnos así. Pero es un hecho, pese a que no debería ocurrir, que a veces todos padecemos esa sensación, y ha de ser atendida y enfocada correctamente para que no genere efectos adversos en la salud. Aceptar su existencia, reconocer que la gente que la padece sufre mucho y que esas personas tienen que ser atendidas supondría un gran paso en nuestra madurez, como individuos y como sociedad”, explica.
Según cuenta Marian, una vez se marchó la paciente, su padre le explicó en qué consiste este ‘síndrome’: “Muchas veces, lo que nos sucede es que hemos vaciado nuestra vida de cosas que nos resulten interesantes, que nos llenen el corazón, la mente, el alma o el espíritu. Esto a veces sucede con personas que se levantan por la mañana y no tienen nada que hacer. Su vida no tiene sentido a veces porque se han jubilado, porque están en el paro, porque pierden mucho el tiempo, porque no tienen trabajo, porque tienen una vida complicada y dedican mucho tiempo a divagar y a perder el tiempo. Esas personas sufren porque las horas del día se les hacen eternas. No saben con quién quedar, no tienen un trabajo al que acudir, no tienen algo que leer. Y cuando la vida carece de sentido, y esto lo he repetido en muchas ocasiones, tendemos a sustituir ese sentido de vida por sensaciones”.
Realmente, las raíces de este problema son más profundas, desde los conceptos de utilidad y productividad arraigados en las personas como consecuencia de toda una vida utilizándolos, inconscientemente, para autodefinirse; hasta a lo que se recurre para sentirse vivo, que acaba por dificultar que esa sensación llegue de ninguna otra forma. Así lo explica Marian: “Esas sensaciones tienden a ser dopaminérgicas, sensaciones tipo paisajes, alcohol, redes sociales, pornografía, videojuegos. Todo ello a veces aparentemente nos llena, pero luego nos vacía todavía más”.
Según la psiquiatra, las personas deberían plantearse si, en momentos puntuales de la vida, sea del día, de la semana, del mes o del año en los que, por no saber qué hacer, sienten agobio: “El hecho de empezar a aburrirte o el notar que no tienes nada que hacer, te sube el cortisol y te pone en modo alerta, y, por tanto, tu cerebro te dice ‘corre, coge el móvil, seguro que hay algo’, y en ese momento entra el flujo de información y de hiperestimulación dopaminérgica. Y ahí empiezas a consumir contenido sin reflexionar sobre lo que estás consumiendo. Lánzate a descubrir tu propósito, tu sentido de vida”, recomienda.
“Dependiendo de la circunstancia en la que te encuentres, sea porque no trabajas, sea porque estás solo, sea porque te sientes completamente aislado del entorno, porque no tienes ilusiones. A veces esa vida vacía es mucho más dura si encima estás atravesando un proceso depresivo porque no hay energía, no hay fuerza, no hay ganas. No temas pedir ayuda a un terapeuta profesional, amigo o familiar y que te ayude a ordenar esa vida para ir integrando rutinas, hábitos, actividades que hagan que te sientas más pleno y con mayor bienestar físico y psicológico”.
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