El clásico de Disney que llevó a Stephen King al llanto

Una confesión inesperada del escritor muestra su lado más humano al recordar cómo una escena de una película infantil despertó sentimientos intensos

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Stephen King revela cómo una
Stephen King revela cómo una escena de Blancanieves lo conmovió profundamente, mostrando su lado más humano y sensible (EFE)

Stephen King, reconocido mundialmente por sus novelas de terror como It y El resplandor, sorprendió a sus lectores al revelar que una escena de una película infantil de Disney lo hizo llorar. En su ensayo Danza macabra, el autor confesó haberse sentido profundamente conmovido por un pasaje de Blancanieves y los siete enanitos.

Según informó el medio Far Out, King se sintió emocionalmente manipulado por la película, una experiencia que lo llevó a reflexionar sobre el poder del cine y su capacidad para provocar respuestas viscerales incluso en espectadores curtidos.

En Danza macabra, King describe con franqueza cómo la escena en la que los enanitos lloran la supuesta muerte de Blancanieves lo llevó al llanto. “La identificación con el set en ese caso fue tan fuerte que yo también me sorprendí hasta las lágrimas. Me odié por haber sido manipulado tan descaradamente, pero manipulado fui, y allí estaba, lloriqueando con la barba sobre un montón de personajes de dibujos animados”, escribió el autor, según cita Far Out.

La escena de Blancanieves y
La escena de Blancanieves y los siete enanitos llevó a King a explorar su “niño interior” y cuestionar la manipulación emocional del cine (captura de video)

El escritor recuerda que la sala de cine estaba dividida entre niños llorando y adultos con el labio tembloroso. “La mitad del público, compuesto por niños pequeños, también lloraba; a la otra mitad le temblaba el labio inferior”, relata en el libro.

Lo más sorprendente para él fue su propia vulnerabilidad. Su reacción no se limitó al llanto, sino que generó una reflexión más profunda sobre la forma en que una obra puede interpelar al espectador. Lejos de minimizar lo ocurrido, King lo interpreta como una manifestación de su “niño interior”, capaz aún de conmoverse ante una historia cargada de emociones básicas como la tristeza y la pérdida.

Una reflexión sobre el cine y las emociones

Más que un episodio anecdótico, la experiencia llevó a Stephen King a reflexionar sobre la manipulación emocional en el cine.

En Danza macabra, admite que el impacto no fue obra exclusiva de Disney, sino resultado también de su predisposición emocional: “Pero no fue Disney quien me manipuló; fui yo mismo. Fue el niño interior el que lloró, sorprendido, saliendo de su letargo y sumido en lágrimas sentimentales... pero al menos despierto por un rato”, escribió, de acuerdo con Far Out.

Estrenada en 1937, Blancanieves marcó un hito en la animación y sigue emocionando a generaciones con su poderosa narrativa

Estrenada en 1937, Blancanieves y los siete enanitos fue el primer largometraje de Walt Disney Productions y un parteaguas en la historia de la animación. Según Far Out, el filme fue relanzado varias veces a lo largo del siglo XX, una estrategia que permitió a nuevas generaciones,entre ellas la del propio King, nacido en 1947, verla en la gran pantalla.

Una vulnerabilidad inesperada

La imagen de Stephen King está asociada a relatos inquietantes, criaturas aterradoras y climas de tensión. Sin embargo, su reacción ante una escena de Blancanieves y los siete enanitos revela un costado sensible y humano.

Que alguien dedicado a provocar miedo pueda verse conmovido hasta las lágrimas por una historia animada, subraya la universalidad de las emociones y el poder transformador del cine.

La confesión de King muestra
La confesión de King muestra que incluso el autor de historias oscuras puede sucumbir ante la magia universal de Disney (Foto AP/Chris Pizzello, archivo)

Este contraste entre la dureza de sus obras y su respuesta emocional frente a una cinta clásica infantil no lo debilita, sino que lo humaniza. Según señala Far Out, ni siquiera “la mente más perversa de la ficción es inmune a un poco de magia Disney”. La experiencia, lejos de avergonzarlo, lo conectó con una parte de sí mismo que rara vez se deja ver: la del espectador que aún puede emocionarse sin filtros ni cinismo.

La experiencia de Stephen King sirve como recordatorio del poder de las historias bien contadas. Aunque su trayectoria está marcada por el horror, la confesión recogida en Danza macabra demuestra que la emoción auténtica no distingue géneros ni edades. Blancanieves, con su combinación de música, imágenes y narrativa emocional, logró despertar en él una sensibilidad dormida.

El cine, sugiere King, no solo entretiene: también despierta, remueve y reconecta al espectador con aspectos profundos de su identidad. Y en esa conexión, incluso los maestros del terror pueden redescubrir su fragilidad.