
El mundo del automovilismo se encuentra ante una transformación tecnológica que desafía los límites tradicionales de la velocidad máxima y la eficiencia. Fórmula E, la principal competencia de autos eléctricos, ha presentado su vehículo de cuarta generación, capaz de superar los 350 km/h y acelerar un 30% más rápido que los monoplazas de Fórmula 1.
Este avance, destacado por New Scientist, marca un hito en la evolución de los autos eléctricos de competición y plantea la posibilidad de que, en un futuro cercano, estos vehículos igualen o incluso superen el rendimiento de la Fórmula 1 en circuitos emblemáticos como Silverstone o Montecarlo.
Mayor potencia y aceleración
El nuevo auto de Fórmula E, con una potencia máxima 815 caballos de fuerza, representa un salto significativo respecto a la generación anterior, que ya alcanzaba los 320 km/h.
Aunque la Fórmula 1 mantiene una ligera ventaja en velocidad máxima, superando los 370 km/h, la aceleración de los autos eléctricos ya se sitúa a la vanguardia: el modelo de tercera generación logra pasar de 0 a 96 km/h en apenas 1,82 segundos.
Jeff Dodds, director ejecutivo de la Fórmula E, afirmó a New Scientist que “en los próximos años, el auto tendrá el potencial de girar a un ritmo equivalente al de un Fórmula 1 o incluso superarlo”, atribuyendo este progreso a las leyes de la física más que a la pericia técnica.
La eficiencia energética es otro de los puntos fuertes de la Fórmula E. Mientras que los motores de combustión interna convierten solo alrededor del 25% de la energía en movimiento —y los híbridos de Fórmula 1 han elevado esta cifra al 50%—, los autos eléctricos de competencia alcanzan una eficiencia del 96%.

Además, casi la mitad de la energía utilizada proviene de la recarga durante el frenado. El diseño de la generación 4 incorpora tracción total permanente, con motores independientes en cada eje, lo que podría mejorar aún más la aceleración, aunque el rendimiento final dependerá también del desarrollo de los nuevos neumáticos.
El desafío de la autonomía de las baterías
No obstante, la principal limitación de la Fórmula E sigue siendo la autonomía de las baterías. En sus inicios, en 2014, los pilotos debían cambiar de auto a mitad de carrera debido a la escasa capacidad energética.
Sylvain Filippi, director del equipo Envision Racing, explicó a New Scientist que, aunque hoy podrían fabricar un auto de 1.000 caballos de fuerza capaz de superar a la Fórmula 1 en una vuelta, la batería no resistiría el número de vueltas necesario para completar una carrera.
“Todavía no hemos logrado meter el equivalente a 80 litros de combustible en una sola batería. Eso aún no existe”, señaló Filippi, subrayando la densidad energética superior de los combustibles líquidos.
La próxima gran apuesta tecnológica de la Fórmula E es la transición a baterías de estado sólido en la quinta generación de autos, lo que permitirá almacenar más energía con menor peso. Según Dodds, este avance podría situarlos en condiciones de vencer a la Fórmula 1 en una competencia directa.
Sin embargo, Daniel Auger, experto de la Universidad de Cranfield, advirtió en declaraciones recogidas por New Scientist que, aunque la carrera sería atractiva, “las baterías seguirían siendo un factor limitante”, ya que ni siquiera las de estado sólido igualarán la densidad energética de los combustibles líquidos.

Las diferencias reglamentarias entre ambas categorías también dificultan una comparación directa. Por ejemplo, la Fórmula E no contempla el cambio de neumáticos durante las paradas en boxes y ha incorporado el “modo ataque”, una función inspirada en los videojuegos que otorga un impulso temporal de velocidad.
Impacto fuera de las pistas
El impacto de estos desarrollos trasciende las pistas de competición. Distintos fabricantes ya trabajan en optimizar la gestión energética y el tren motriz de sus autos de cuarta generación, con la vista puesta en el debut previsto para diciembre de 2026.
Algunas de estas innovaciones ya se están trasladando a los vehículos eléctricos de calle: Porsche, por ejemplo, ha incorporado el sistema de refrigeración por aceite directo, desarrollado para la Fórmula E, en su modelo Cayenne Electric.
La proyección de la Fórmula E no solo redefine el futuro del automovilismo, sino que también influye en la percepción y adopción de los autos eléctricos en la vida cotidiana.
Graham Evans, de la firma S&P Global, resumió para New Scientist el significado de estos avances: el rendimiento y la velocidad de la Fórmula E demuestran que los vehículos eléctricos pueden igualar —e incluso superar— a los de combustión, y hacerlo de una manera mucho más sostenible para el medio ambiente.
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