
Un avance en biotecnología ambiental demostró que los microbios comedores de metano pueden reducir hasta un 90% las emisiones de este potente gas de efecto invernadero en entornos agrícolas y vertederos, según difundió The Washington Post.
Esta innovación, probada en granjas lecheras de California y en vertederos urbanos, abre nuevas posibilidades para combatir la contaminación atmosférica y transformar la gestión ambiental en sectores claves como la agricultura y la gestión de residuos.
Microbios comedores de metano: una tecnología emergente
La tecnología se basa en el uso de microorganismos metanotrofos, conocidos por su capacidad natural para consumir metano. Empresas como Windfall Bio y equipos de investigación de la Universidad de Washington lideraron ensayos en los que estos microbios se aplican en sistemas cerrados o directamente sobre suelos contaminados.
Josh Silverman, director ejecutivo de Windfall Bio, explicó en The Washington Post que estos organismos “saben cómo comer metano” y que su habilidad es fruto de millones de años de evolución. “No estamos creando algo nuevo. No les estamos enseñando a hacer algo que no hagan normalmente”, afirmó Silverman.

Resultados de pruebas en granjas y vertederos
Las pruebas de campo arrojaron resultados prometedores. En la granja lechera Correia Family Dairy, ubicada al norte de San Francisco, un experimento de un mes logró que los microbios absorbieran más del 85% del metano emitido por una de las lagunas de estiércol. El agricultor Kenny Correia, anfitrión del ensayo, reconoció que al principio la idea le parecía “loca”, pero los resultados superaron sus expectativas.
En vertederos, la aplicación de estos microbios también mostró eficacia. Un solo tratamiento en un vertedero de Los Ángeles permitió reducir más del 75% de las emisiones de metano durante más de 30 días, según un informe de Windfall Bio.
Mientras que en Seattle, el equipo de la Universidad de Washington, liderado por la ingeniera química y microbióloga Mary Lidstrom, utilizó un prototipo de biorreactor que alcanzó hasta un 90% de reducción de metano en condiciones de campo, resultados que fueron publicados en octubre en una revista científica revisada por pares.
Funcionamiento y origen de los microbios
El proceso se apoya en la capacidad de los metanotrofos para transformar el metano en energía y reproducirse, incluso en ambientes con bajas concentraciones del gas. Lidstrom relató a The Washington Post que su laboratorio trabaja con una cepa originaria del fondo de un lago en Siberia, traída hace dos décadas por un investigador ruso. Esta variedad, Methylotuvimicrobium buryatense, se convirtió en la base de sus experimentos por su rapidez de crecimiento y su apetito por el metano.
Por su parte, Silverman recolectó microbios de pilas de compost y suelos en Palo Alto, California, y los cultivó en su propio asador de gas. De estos experimentos surgió la cepa “Jar 6”, que ahora es la base de las pruebas de Windfall Bio. Los microbios se almacenan en laboratorios de San Mateo y se mantienen en condiciones óptimas para maximizar su eficacia.

Aplicaciones alternativas: fertilizantes y suplementos proteicos
Más allá de la reducción de emisiones, los investigadores buscan aprovechar la biomasa generada por los microbios como fertilizante sostenible y suplemento proteico.
La investigadora Lidstrom prevé que la biomasa rica en proteínas podría emplearse como alimento para peces de cultivo, una alternativa relevante ante la disminución de poblaciones de peces silvestres. “Ya existe un mercado”, señaló la investigadora, quien destacó que empresas de agricultura celular ya utilizan microbios para producir proteína destinada a piensos para animales.
Windfall Bio comenzó a producir fertilizante a partir de los microbios, transformándolos en polvo y luego en gránulos prensados. La idea es que las granjas que utilicen la tecnología para contener el metano puedan beneficiarse de un fertilizante que pueden usar o vender.
Silverman subrayó la importancia de que estas soluciones sean económicamente viables para los operadores. Debido a esto, declaró: “Necesitamos que estas cosas puedan retribuir al propio operador”.

Desafíos y perspectivas de escalabilidad
A pesar de los avances, persisten desafíos para la adopción masiva de esta tecnología ambiental. Las soluciones actuales para capturar grandes emisiones de metano, como los sistemas de pozos y tuberías en vertederos, resultan costosas o poco efectivas para emisiones dispersas y de pequeña escala.
Los microbios comedores de metano ofrecen una alternativa más asequible y adaptable, pero factores como la temperatura exterior pueden afectar su rendimiento.
Lidstrom estimó que, a largo plazo, podrían desplegarse entre 100.000 y 200.000 unidades de tratamiento del tamaño de un contenedor marítimo para capturar y procesar metano, con el objetivo de iniciar su implementación en campo hacia 2030.
No obstante, la demanda a gran escala de fertilizantes y suplementos proteicos derivados de estos microbios aún no está garantizada, y algunos expertos del sector agrícola mantienen reservas sobre la viabilidad comercial de estas soluciones.

Opiniones de expertos y agricultores
El potencial de los microbios generó expectativas entre científicos y técnicos. Eugene Tseng, asesor técnico de la agencia de cumplimiento ambiental de California, calificó las implicaciones de la tecnología como “enormes” en declaraciones recogidas por The Washington Post.
Rob Jackson, científico climático de la Universidad de Stanford, respaldó la estrategia de destruir metano aunque se genere dióxido de carbono, ya que el metano tiene un impacto climático mucho mayor en el corto plazo.
En el sector agrícola, Joseph Button, vicepresidente de sostenibilidad de Straus Family Creamery, reconoció que muchas soluciones biológicas no demostraron su eficacia, pero consideró que los datos de laboratorio y el respaldo financiero de Windfall Bio justifican la realización de pruebas piloto en granjas asociadas.

Mientras continúa supervisando a los terneros en su granja, Correia compartió su aspiración de que, con los métodos adecuados, algún día sea posible operar una explotación sin impacto ambiental negativo, una meta que considera alcanzable con las herramientas adecuadas.
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