
Bajo la superficie turquesa del mar Caribe, las redes fantasma representan una amenaza silenciosa pero significativa para la vida marina. Estos restos de equipos de pesca —redes, trampas y líneas— que quedan perdidos o abandonados, siguen causando estragos al capturar animales mucho después de su descarte.
De acuerdo con Smithsonian Magazine, los arrecifes y manglares de la región sufren graves consecuencias, mientras grupos de buceadoras y organizaciones locales comenzaron a enfrentar este desafío.
Según Gloria Acevedo, buceadora de las Sirenas de Oriente, las redes son especialmente peligrosas, ya que pueden atrapar tiburones, tortugas marinas y peces pequeños fundamentales para el ecosistema. Este fenómeno, denominado pesca fantasma, contribuye a la generación de microplásticos que se esparcen a lo largo de toda la cadena alimentaria.
El impacto ecológico de estos residuos resulta devastador: los animales marinos quedan atrapados y mueren, lo que altera el equilibrio de los ecosistemas. Las cuerdas y fragmentos plásticos se desintegran en partículas diminutas que terminan en el interior de peces y otras especies.
Además, los arrecifes de coral, esenciales para la biodiversidad y la protección de las costas, sufren daños físicos debido a las redes que los cubren y bloquean la luz solar. Las comunidades costeras también se ven afectadas, ya que la presencia de estos residuos obstaculiza la navegación y repercute en la economía local, advirtió Norma Arce, bióloga y directora de océanos en Conservation International-México.

Magnitud de la contaminación por redes fantasma
La escala del problema es considerable. Smithsonian Magazine estima que cada año se abandonan entre 500.000 y 1 millón de toneladas de equipos de pesca en los océanos, lo que representa entre el 70% y el 86% de todos los plásticos flotantes de gran tamaño captados en los giros oceánicos y compone la mayor parte de la Gran Mancha de Basura del Pacífico.
Joel Baziuk, director asociado de la Global Ghost Gear Initiative, explicó: “El equipo fantasma es un problema invisible”, ya que la mayor parte permanece fuera de la vista, bajo el agua, y alejada de la atención pública.

Remoción y prevención: esfuerzos en el Caribe
En el Caribe mexicano, iniciativas como la de las Sirenas de Oriente ganan relevancia. Este grupo de buceadoras, muchas de ellas también pescadoras, colabora con Conservation International-México para ubicar y retirar redes fantasma en áreas como Yucatán, Cozumel y Baja California. Su tarea incluye sumergirse desde las seis de la mañana para localizar residuos y formar nuevas integrantes.
En una de sus operaciones más difíciles, 17 buceadoras emplearon más de 40 horas para extraer una red de 90 metros en una zona protegida, episodio que, según Arce, exhibió la verdadera magnitud del desafío.
No obstante, retirar redes antiguas plantea dilemas de conservación. Carlos Jimenez, biólogo marino y coordinador de investigación en el Enalia Physis Environmental Research Center de Chipre, advierte que algunas redes abandonadas sirven ya de soporte vital a algas, esponjas y corales, por lo que su remoción podría destruir estos microecosistemas. Jimenez desarrolló una escala de evaluación que orienta la decisión de extraer o dejar redes, según el contexto y el uso dado por los organismos marinos.

Prevención, educación y alternativas innovadoras
La prevención y la educación se consolidan como estrategias esenciales frente a este problema. Programas de formación para buceadores y campañas en comunidades pesqueras, impulsados por Conservation International-México y otras organizaciones, buscan crear conciencia sobre el impacto negativo de estos residuos en las especies que sostienen la economía local.
El empoderamiento femenino se destaca en estas labores, ya que las Sirenas de Oriente demostraron la contribución de las mujeres en la conservación marina.
A escala global, la colaboración y la innovación se perfilan como caminos claves. La Global Ghost Gear Initiative promueve el uso de etiquetas identificadoras en las redes, la notificación rápida de pérdidas y la adopción de buenas prácticas, entre ellas evitar la pesca ante condiciones meteorológicas adversas.

Además, se exploran alternativas para reciclar materiales recuperados: en Canadá, estos se convierten en mobiliario urbano, y en México, los plomos de las redes sirven para fabricar cinturones de buceo. Según Baziuk, “la única forma de abordar un problema de esta magnitud es realmente trabajar juntos, colaborar de verdad”.
El reto de las redes fantasma en el Caribe, y en todo el mundo, exige la acción de líderes comunitarios y un cambio de mentalidad.
Soluciones duraderas dependen no solo de la extracción de redes, sino también del compromiso colectivo y la transformación de prácticas, en línea con lo señalado por Smithsonian Magazine.
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