
La mayor parte de los hábitats críticos para la megafauna marina permanece desprotegida, a pesar de los esfuerzos internacionales por conservar estos ecosistemas. Así lo señala un estudio global publicado en la revista Science, liderado por Ana Sequeira, investigadora de la Universidad Nacional de Australia, con participación de Virginia Tech y respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según informó Virginia Tech, el análisis determinó que el 60% de las áreas vitales para especies como tiburones, tortugas y ballenas se encuentra fuera de las zonas protegidas, sean actuales o propuestas. Los resultados evidencian la urgencia de replantear las estrategias de conservación oceánica y adoptar medidas que vayan más allá de la delimitación de espacios protegidos.
Un estudio sin precedentes: metodología y colaboración global
El proyecto, denominado MegaMove, constituye una de las mayores iniciativas de rastreo de fauna marina desarrolladas hasta ahora. Más de 400 científicos de 50 países participaron en la recolección y análisis de datos mediante tecnología de bioregistro y etiquetas satelitales, lo que permitió seguir los movimientos de más de 12.000 animales de más de 100 especies.
De acuerdo con Virginia Tech, el estudio logró sintetizar patrones migratorios, alimenticios y reproductivos de especies emblemáticas. El enfoque permitió identificar puntos críticos donde estos animales coinciden con amenazas humanas como la pesca, el tráfico marítimo y la contaminación.
Francesco Ferretti, ecólogo marino de Virginia Tech y uno de los coautores, destacó: “Este es uno de los conjuntos de datos de seguimiento marino más grandes jamás reunidos. No se trata solo de dibujar líneas en un mapa. Necesitamos entender el comportamiento animal y su superposición con la actividad humana para encontrar las mejores soluciones”.

Principales hallazgos: riesgo de extinción y brechas de protección
El análisis reveló que un tercio de la megafauna marina está en riesgo de extinción. Entre las especies más amenazadas se encuentran los tiburones, las tortugas y las ballenas, claves para el equilibrio de los ecosistemas marinos.
Virginia Tech explicó que, incluso si se protegiera el 30% de los océanos, conforme al objetivo de la ONU para 2030, la mayoría de los hábitats esenciales seguiría sin protección. “Incluso si el 30% de las áreas protegidas estuvieran perfectamente ubicadas, no sería suficiente”, advirtió Ferretti.
Impacto en la región
Aunque el estudio tiene un enfoque global, sus implicancias son directas para áreas como la Costa Este de Estados Unidos. Según explicó Ferretti, esta zona forma parte de un corredor migratorio clave para varias especies. Los tiburones, por ejemplo, cumplen funciones esenciales en el mantenimiento de ecosistemas marinos sanos, lo cual impacta directamente en la pesca y el turismo.
Virginia Tech documentó que la desaparición de depredadores tope puede generar efectos en cadena sobre la red trófica y comprometer economías locales. Ejemplos recientes incluyen el colapso de pesquerías de moluscos en Carolina del Norte y la pérdida de praderas marinas, vitales para la captura de carbono y la protección costera.
“Lo que sucede con los depredadores tope puede repercutir en toda la red alimentaria y afectar las economías locales”, afirmó Ferretti.

Nuevas estrategias de conservación: más allá de las áreas protegidas
El proyecto MegaMove también plantea un conjunto de estrategias complementarias. Entre las propuestas se encuentran la modificación de artes de pesca para reducir capturas accidentales, la reducción de velocidad de los barcos en zonas de alta presencia animal y la reubicación de rutas marítimas para prevenir colisiones.
Los investigadores subrayan la necesidad de una cooperación internacional más estrecha y de políticas que combatan la contaminación marina. “En adición a las áreas protegidas, necesitamos mitigación dirigida, cambios en las prácticas pesqueras, desvío de rutas de navegación y reducción de la contaminación”, expresó Ferretti, según recogió Virginia Tech.
Utilizando algoritmos de optimización, el equipo de MegaMove identificó zonas prioritarias de conservación, basándose en la presencia efectiva de especies. Sin embargo, el estudio concluye que expandir las áreas protegidas no basta: es necesario un enfoque integral y adaptativo.

Objetivo 30x30 de la ONU y contribución del estudio
El objetivo 30x30 de la ONU busca proteger el 30% de los océanos para el año 2030. MegaMove aporta evidencia científica fundamental para orientar esta política. Virginia Tech señaló que el uso de datos satelitales y herramientas analíticas permitió localizar las zonas más relevantes para la megafauna.
No obstante, los científicos concluyen que cumplir con el 30x30, aunque esencial, no revertirá por sí solo el declive de las especies. Se debe complementar las áreas protegidas con gestión adaptativa, considerando las amenazas específicas a lo largo de las rutas migratorias.
Ciencia de datos: pilar del futuro en la conservación marina
Ferretti destacó que la ciencia marina está entrando en una nueva era impulsada por el big data. “Estamos viendo una revolución en los enfoques de big data en la ciencia marina. Los estudiantes deben formarse no solo en trabajo de campo, sino en ciencia de datos para afrontar los retos futuros”, declaró el investigador, de acuerdo con el artículo de Virginia Tech.
La participación de Virginia Tech en MegaMove refleja su compromiso con una ciencia internacional basada en datos y con la formación de nuevas generaciones. Ferretti concluyó que los esfuerzos globales pueden inspirar a jóvenes científicos y demostrar cómo el talento local puede generar un impacto a escala mundial.
El estudio, respaldado por la ONU y publicado en la revista Science, marca un hito en la comprensión de los movimientos de la megafauna marina. La colaboración internacional y las tecnologías avanzadas abren nuevas vías para preservar la biodiversidad oceánica y garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.
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