
Un misterio guardado bajo llave durante más de 60 años, una reliquia olvidada en el corazón de un museo londinense y un descubrimiento que desafía todo lo que creíamos saber sobre los primeros dinosaurios. Así comienza la historia de un antiguo fémur encontrado en Zambia, cuya reciente investigación volvió a poner en jaque a la paleontología.
Un antiguo hueso de la pierna, hallado hace más de seis décadas en Zambia y conservado en el Natural History Museum de Londres, ha dado un giro inesperado a la ciencia y un estudio reveló que este fémur, perteneciente a un silesaurio de hace 225 millones de años, es de los primeros dinosaurios y sus parientes, los cuales pudieron haber sido mucho más grandes de lo que imaginábamos.
Este hallazgo, detallado por el museo británico, desafía la imagen tradicional de unos ancestros pequeños y discretos en los ecosistemas triásicos.
El fósil, durante décadas sin ser estudiado, permitió a los investigadores calcular que estos reptiles alcanzaban tamaños equiparables a los de los grandes herbívoros dominantes en su época. Como señaló el Natural History Museum, el análisis de este hueso no solo arroja nueva luz sobre la evolución de los dinosaurios, sino que también reivindica el papel de los silesaurios en los ecosistemas africanos de aquel período.
Gigantes antes de tiempo: ¿cómo era realmente el origen de los dinosaurios?

La historia de este fósil comenzó en 1963, cuando un equipo británico recogió decenas de restos en la Formación Ntawere, en el valle superior del Luangwa (Zambia), durante una expedición conjunta del museo londinense y la Universidad de Londres. En ese momento, el interés estaba puesto en otros grupos de reptiles, como los dicinodontes y cinodontes, relegando el fémur de silesaurio a un segundo plano.
No fue hasta la década de 2010 que Brandon R. Peecook reconoció la importancia de este hueso, catalogado como NHMUK PV R37051. El estudiante de doctorado Jack Lovegrove, autor principal del estudio, relató en un comunicado de prensa emitido por el museo: “Este fósil fue descubierto en una expedición a lo que hoy son Zambia y Tanzania en los años 60. Los investigadores se centraron en otros animales, así que el hueso no fue estudiado hasta que uno de mis coautores lo encontró. Esto demuestra lo cruciales que son las colecciones de museos para preservar especímenes cuyo valor puede ser reconocido décadas después”.
El fragmento de fémur permitió, gracias a técnicas actuales de análisis morfológico y osteohistológico, estimar una longitud original de unos 27 centímetros, casi el doble que otros silesaurios de la misma zona.
Este tamaño resulta clave para replantear el papel ecológico de estos animales. De hecho, el estudio sugiere que los silesaurios de gran tamaño pudieron rivalizar con los herbívoros dominantes del Triásico y superar ampliamente a ejemplares conocidos como Silesaurus opolensis, cuyo fémur medía apenas 21 centímetros.
El análisis osteohistológico reveló que el ejemplar era un juvenil avanzado o subadulto, lo que sugiere que podría haber crecido aún más. La ausencia de marcas claras de crecimiento respalda un desarrollo acelerado, similar al de otros dinosaurios tempranos y sus parientes cercanos, y plantea nuevas preguntas sobre el ritmo de evolución y adaptabilidad de estos linajes.
Silesaurios en el foco: parientes incómodos o primeros dinosaurios

El estudio, publicado en Royal Society Open Science, plantea que el fémur gigante desafía la visión tradicional sobre los primeros dinosaurios y sus parientes. “Algunos fósiles fragmentarios de silesaurios y herrerasaurios sugieren que estos animales podían crecer mucho más de lo que indican los restos más completos”, afirmó Lovegrove en declaraciones difundidas por el Natural History Museum. Esto abre la posibilidad de que el primer dinosaurio fuera de un tamaño considerablemente mayor de lo que se pensaba.
La investigación también indica que, si este patrón se confirma, algunos linajes de dinosaurios habrían experimentado una reducción de tamaño durante el Triásico tardío, en vez de un aumento progresivo. Los silesaurios analizados podrían haber superado los tres metros de longitud, muy por encima de estimaciones habituales para ese grupo.
En cuanto a su identidad, la cuestión sigue abierta. Los silesaurios, reconocidos como grupo apenas en 2010, vivieron entre 240 y 200 millones de años atrás y presentan rasgos en la base del árbol evolutivo de los dinosaurios.
Algunos expertos los consideran parientes cercanos, otros los ubican entre los dinosaurios más primitivos, especialmente dentro de los ornitisquios. La fragmentación y escasez de sus restos y la variabilidad anatómica complican esta clasificación.
Además, el estudio del fémur de Zambia no permite asignarlo con certeza a la especie Lutungutali sitwensis ni justificar un nuevo taxón, dejando abierta la puerta a futuras sorpresas evolutivas. Por lo que Lovegrove subrayó la importancia de profundizar trabajos de campo: “Nuevos conjuntos de datos serán clave para desentrañar estas relaciones evolutivas y entender realmente lo que está ocurriendo”.
Cuando el museo hace historia: de colecciones a nuevos horizontes

El caso del fémur zambiano enfatiza el valor de las colecciones de museos en los grandes avances paleontológicos. El hueso permaneció almacenado durante más de cinco décadas antes de que se reconociera su relevancia.
La revisión de colecciones históricas, junto con nuevas tecnologías de análisis, fue determinante para descubrir su importancia. El hallazgo obliga también a reconsiderar el papel de los silesaurios en el Triásico africano. Tradicionalmente considerados actores menores en paisajes dominados por grandes sinápsidos como los dicinodontes, hoy se sabe que los silesaurios eran abundantes y, en algunos casos, los herbívoros de mayor tamaño en ciertas regiones, superando incluso a los dicinodontes en altura y longitud.
Sobre su dieta, persisten incógnitas: algunos poseían dentición adaptada a la herbivoría, otros pudieron ser omnívoros o insectívoros, y la posición filogenética del ejemplar zambiano lo aproxima a silesaurios de dentición simple, aún poco conocidos en cuanto a su alimentación. La conclusión es que estos animales tuvieron un rol ecológico mucho más protagónico del que se les atribuía.
El análisis de este fémur fósil replantea la evolución del tamaño en el origen de los dinosaurios y abre nuevas preguntas sobre la biodiversidad del Triásico africano. La revisión de ejemplares históricos y el hallazgo de nuevos restos serán esenciales para esclarecer la diversidad y las relaciones evolutivas de estos enigmáticos reptiles. El pasado de los dinosaurios sigue teniendo sorpresas por revelar, y los museos, una vez más, se confirman como guardianes de esas historias ocultas.
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