
La peste negra, una de las pandemias más mortales de la historia, ha desconcertado a científicos y médicos durante siglos. Aunque se asocia con la devastación, recientemente un innovador estudio ha identificado un factor clave detrás de su supervivencia a lo largo de los siglos: la modificación de un solo gen bacteriano.
Publicado en Science, este descubrimiento revela cómo Yersinia pestis, la bacteria responsable de la peste, pudo adaptarse y persistir por más de mil años. Este hallazgo no solo reescribe la historia de la enfermedad, sino que abre nuevas puertas para comprender cómo los patógenos pueden evolucionar y sobrevivir a lo largo del tiempo.
El gen “pla”: el motor oculto de la longevidad de la peste negra
El estudio analizó más de 2.700 muestras de ADN de víctimas de peste a lo largo de diferentes períodos históricos. Los investigadores descubrieron que un solo gen, pla, jugó un papel crucial en la capacidad de la bacteria para modificar su virulencia y adaptarse a diversos entornos y huéspedes.

Este gen permitió a Yersinia pestis penetrar el sistema inmunológico de las víctimas y alcanzar los ganglios linfáticos, desencadenando la forma bubónica de la enfermedad. A lo largo del tiempo, sin embargo, el comportamiento de este gen cambió.
Según los investigadores, el gen pla modificó su función en respuesta a las condiciones cambiantes, lo que permitió a la peste persistir a través de las épocas.
Tres pandemias, un solo enemigo: la huella global de Yersinia pestis
La historia de la peste negra está marcada por tres grandes pandemias que arrasaron diversas regiones del mundo. La primera, la Plaga de Justiniano, se extendió por el Mediterráneo entre los siglos VI y VIII. La segunda, la famosa peste negra, devastó Europa entre 1347 y 1351 y siguió reapareciendo durante siglos.
La tercera comenzó en China en 1855 y sus efectos aún se perciben en regiones como Madagascar y la República Democrática del Congo. Según Muy Interesante, todas estas pandemias tuvieron un denominador común: la bacteria Yersinia pestis.

No obstante, no todas las cepas sobrevivieron al paso del tiempo. El estudio sugiere que la evolución del gen pla fue clave para la persistencia de algunas variantes de la peste, mientras que otras desaparecieron. La capacidad de la bacteria para adaptarse a diferentes entornos permitió que la enfermedad perdurara durante más de 1.500 años.
¿Menos letalidad, mayor supervivencia?
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es el mecanismo de “adaptación por atenuación”. A medida que la peste agotaba las poblaciones de roedores, sus hospedadores originales, algunas cepas de la bacteria mutaron para reducir la letalidad. La disminución en el número de copias del gen pla hizo que la enfermedad fuera menos mortal, pero más duradera.
Al principio, las cepas con alta concentración de pla mataban rápidamente tanto a humanos como a roedores, lo que limitaba la propagación del patógeno. Con el tiempo, las cepas con menos copias favorecieron la supervivencia de los roedores infectados, permitiéndoles desplazarse más y contagiar a más individuos, lo que ayudó a la persistencia de la peste a lo largo de los siglos.

El origen de la peste negra no se encuentra en los humanos, sino en las ratas. Muy Interesante destacó que, en realidad, fue una pandemia de roedores, con los humanos como víctimas colaterales de un patógeno que dependía de las ratas para su transmisión.
La evolución del gen pla permitió a Yersinia pestis adaptarse tanto a los humanos como a los roedores, facilitando la transmisión entre ambas especies. Al principio, la alta letalidad de la enfermedad limitaba su propagación, pero con el tiempo, la bacteria se volvió menos agresiva, favoreciendo la supervivencia de los roedores y, por ende, la continuidad de la transmisión.
Vietnam: evidencia moderna de una estrategia ancestral
El estudio también reveló que la evolución del gen pla sigue ocurriendo en la actualidad. Los investigadores encontraron cepas modernas de Yersinia pestis en Vietnam —una humana y dos de ratas negras— que presentan la misma reducción del gen pla observada en cepas medievales. Muy Interesante calificó este hallazgo como un “fósil viviente” de una peste que evolucionó para adaptarse a su entorno.

El estudio sobre la evolución del gen pla ofrece nuevas perspectivas para entender cómo surgen, se propagan y desaparecen las pandemias. Muy Interesante subrayó que este tipo de investigaciones no solo reescriben la historia de la peste negra, sino que también pueden ayudar a anticipar la evolución de futuros patógenos.
Los investigadores señalaron que el estudio de la longevidad de la peste ofrece claves para prever cómo los patógenos del futuro podrían evolucionar y adaptarse. La persistencia de la estrategia evolutiva de Yersinia pestis convierte este hallazgo en una herramienta valiosa para la vigilancia y prevención de nuevas amenazas sanitarias.
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