Un estudio logró extender 30% la expectativa de vida en ratones: cómo impactaría en humanos

Expertos del Instituto Max Planck en Alemania combinaron algunos medicamentos utilizados en oncología como la rapamicina y el trametinib. Investigaciones previas dieron pistas de este nuevo camino a profundizar

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La combinación de rapamicina y
La combinación de rapamicina y trametinib prolongó la vida de ratones hasta un 35 por ciento con menos tumores y menor inflamación crónica (Imagen Ilustrativa Infobae)

La expectativa de vida de los seres humanos creció de manera sostenida a lo largo del último siglo gracias a los avances en salud pública, higiene, nutrición y medicina. Sin embargo, el envejecimiento sigue siendo una frontera ineludible. Frente a esa realidad, distintos equipos científicos buscan ahora intervenir directamente sobre los mecanismos celulares que lo producen.

En los últimos meses, dos investigaciones independientes lograron extender significativamente la vida de ratones mediante estrategias distintas: una, combinando fármacos aprobados para el uso clínico; otra, bloqueando una proteína clave en la inflamación asociada al envejecimiento. En ambos casos, los animales no solo vivieron más, también lo hicieron con mejor salud.

Uno de los estudios fue liderado por el Instituto Max Planck en Alemania y evaluó los efectos de dos fármacos usados en oncología: la rapamicina y el trametinib. La rapamicina suele administrarse para prevenir el rechazo de órganos y fue señalada en varias investigaciones previas como un candidato con potencial antienvejecimiento. El trametinib, por su parte, fue probado en modelos con moscas de la fruta, con buenos resultados.

Inhibir la proteína IL11 en
Inhibir la proteína IL11 en ratones viejos permitió extender su vida hasta un 25 por ciento con mejoras metabólicas y musculares significativas (Imagen Ilustrativa Infobae)

La novedad de este nuevo trabajo fue combinarlos. En ratones hembra, la esperanza de vida media se extendió un 34,9 por ciento, mientras que en los machos lo hizo un 27,4 por ciento. Además, la longevidad máxima también se incrementó: 32,4 por ciento en hembras y 26,1 por ciento en machos.

“Demostramos que el tratamiento con el fármaco trametinib prolongó la esperanza de vida y que su combinación con rapamicina fue aditiva. El tratamiento combinado redujo los tumores hepáticos en ratones de ambos sexos y los tumores esplénicos en ratones macho, bloqueó el aumento de la captación cerebral de glucosa relacionado con la edad y redujo considerablemente la inflamación en cerebro, riñón, bazo y músculo, así como los niveles circulantes de citocinas proinflamatorias”, escribieron los investigadores en el estudio publicado en la revista Nature Aging.

“Concluimos que trametinib es un geroprotector en ratones y que su combinación con rapamicina es más efectiva que cualquiera de los fármacos por separado, lo que convierte a la combinación en candidata para su reutilización como geroterapia en humanos”, agregaron.

Científicos del Instituto Max Planck
Científicos del Instituto Max Planck descubrieron que combinar fármacos antitumorales potencia la longevidad sin aumentar efectos adversos (Imagen ilustrativa Infobae)

“Si bien no esperamos una prolongación de la esperanza de vida humana similar a la que encontramos en ratones, esperamos que los medicamentos que estamos investigando puedan ayudar a las personas a mantenerse sanas y libres de enfermedades durante más tiempo en la vida”, explicó la genetista Linda Partridge, coautora principal del estudio.

La acción conjunta de ambos medicamentos, según los investigadores, no solo sumó los beneficios conocidos de cada uno por separado, sino que activó nuevos mecanismos celulares. Los cambios en la expresión génica observados durante el estudio aparecieron únicamente con la combinación de los dos compuestos, lo que sugiere un efecto sinérgico. Ambos fármacos actúan sobre la misma red de señalización —la vía Ras/Insulina/TOR— pero en puntos diferentes. Esa ruta molecular está relacionada con el metabolismo, la proliferación celular y la respuesta al estrés, todos factores que influyen en el proceso de envejecimiento.

Más allá de la prolongación de la vida, los ratones tratados mostraron mejor estado de salud. El crecimiento de tumores en el hígado y el bazo fue menor, así como la inflamación crónica en órganos como el cerebro, el riñón y los músculos.

Los animales mantuvieron la actividad física durante más tiempo, conservaron un peso corporal saludable y presentaron una degradación cardíaca más lenta. El tratamiento, iniciado a los seis meses de vida —el equivalente a una adultez temprana en humanos—, no presentó efectos secundarios adicionales a los conocidos por separado para cada droga.

Científicos proyectan ensayos clínicos en
Científicos proyectan ensayos clínicos en humanos con rapamicina y anti IL11 que ya fueron aprobados para otros usos médicos en adultos (Imagen ilustrativa Infobae)

El año pasado un estudio, publicado en la revista Nature, apuntó a otro blanco: una proteína llamada interleucina 11 (IL11). Este trabajo fue realizado por la Facultad de Medicina de Duke en Singapur y consistió en aplicar inyecciones regulares de un anticuerpo anti-IL11 a ratones de 75 semanas de edad, equivalentes a unos 55 años humanos. El tratamiento logró extender la esperanza de vida un 22,4 por ciento en machos y un 25 por ciento en hembras. Más importante aún, los efectos positivos se manifestaron en parámetros funcionales clave. “Los ratones tratados tenían menos cánceres y mostraban menos signos de envejecimiento y fragilidad, además de una mejora notable en la fuerza muscular”, sostuvo Stuart Cook, uno de los autores de aquel trabajo que abrió distintas líneas de investigación.

Los investigadores detectaron que la proteína IL11 estaba asociada a características propias del envejecimiento, como la pérdida de masa muscular, la acumulación de grasa abdominal y una mayor inflamación sistémica.

Según datos del estudio, su activación puede generar una serie de cambios fisiológicos que alteran tanto la apariencia como la salud general. La combinación de obesidad central y sarcopenia —la pérdida de músculo— impacta negativamente en la movilidad, la resistencia física y la capacidad de recuperación, además de aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas. Al inhibir la IL11 con anticuerpos, los científicos lograron revertir parte de esos efectos.

“Se sabe que tiene como final común un daño celular y los efectos que uno ve es que, una de las cosas que pasa es que se acortan los telómeros; otra, que la función mitocondrial, que es la fábrica de energía celular, disminuye. Esto está directamente relacionado con el tiempo y a la edad celular, que no es siempre la misma que la edad cronológica. La edad celular tiene más que ver con factores genéticos, factores ambientales y estilos de vida”, explicó Soledad Kleppe, especialista en genética y metabolismo del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Inhibir la proteína IL11 en
Inhibir la proteína IL11 en ratones viejos permitió extender su vida hasta un 25 por ciento con mejoras metabólicas y musculares significativas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una vía inflamatoria bajo sospecha

El nuevo estudio realizado en Singapur viene a reforzar una línea de hipótesis que gana terreno en la biogerontología: el envejecimiento como consecuencia de una inflamación persistente, de bajo grado y mal regulada.

“La inflamación, que es una respuesta adaptativa del sistema inmune, que es buena y es normal, está desregulada con los años y es menos eficaz en la adaptación”, apuntó Kleppe. En este sentido, la interleucina 11 se comporta como un regulador anómalo. En modelos animales modificados genéticamente para producir menos IL11, los investigadores detectaron una sobrevida significativamente mayor. En paralelo, aplicaron anticuerpos neutralizantes en ratones normales y observaron efectos similares.

“Los modelos de ratón que no tienen toda la interleucina o que la tienen y se la inhiben con un anticuerpo, tienen un 22% más de sobrevida que los que la tienen expresada al 100%”, afirmó Kleppe.

El hallazgo abre la posibilidad de diseñar terapias dirigidas a bloquear selectivamente esta vía inflamatoria. A diferencia de los fármacos utilizados en la combinación alemana, que ya están aprobados y tienen usos clínicos establecidos, los anticuerpos anti-IL11 aún deben atravesar ensayos clínicos en humanos.

La investigación sobre la IL11
La investigación sobre la IL11 y el desarrollo de terapias anti-IL11 reflejan un enfoque innovador para abordar el envejecimiento. Los científicos advierten que los resultados obtenidos en ratones deben ser validados en ensayos clínicos en humanos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Sin embargo, la idea de retrasar el deterioro funcional mediante un tratamiento inmunomodulador empieza a consolidarse como una alternativa viable. Para Cook, “existe la atractiva posibilidad de que los fármacos puedan producir efectos similares en personas mayores”.

La cuestión no es menor. Si bien los datos obtenidos en ratones no pueden extrapolarse directamente a humanos, estos estudios ofrecen pistas concretas sobre cómo intervenir en los mecanismos moleculares que regulan la salud en edades avanzadas. El envejecimiento no es un fenómeno uniforme, y la edad cronológica muchas veces no se corresponde con la edad biológica. Esa diferencia, influida por la genética, el ambiente y los hábitos, es lo que la ciencia busca modificar.

Un horizonte de oportunidades y cautela

En ambos casos, el objetivo no fue simplemente sumar años, sino mejorar la calidad de vida en la última etapa. Los científicos no prometen longevidades excepcionales, sino una vejez más saludable. Al vivir más, las personas también enfrentan mayores riesgos de enfermedades crónicas, dependencia funcional y deterioro cognitivo. Por eso, prolongar la vida sin acompañarla con salud sería un avance parcial.

La inhibición de la proteína
La inhibición de la proteína inflamatoria IL11 en ratones viejos resultó en una reducción notable de los signos de envejecimiento y fragilidad, además de mejoras en el metabolismo y la función muscular, según un estudio publicado en Nature

“No hay que sacar conclusiones apresuradas y no se puede decir que, porque el ratón, con todas las condiciones controladas, anduvo bien, los humanos vamos a vivir un 25% más”, advirtió Kleppe. Y agregó: “Es una hipótesis a testear con una droga que ya está desarrollada para un factor específico”.

Los tratamientos basados en anticuerpos, sin embargo, presentan desafíos económicos y logísticos. Son costosos, requieren condiciones de almacenamiento estrictas y no están pensados para una administración masiva a gran escala. “Es impensable tratar a todas las personas de 50 años durante el resto de su vida”, señaló Ilaria Bellantuono, catedrática en Envejecimiento Musculoesquelético en la Universidad de Sheffield.

De ahí que los ensayos clínicos futuros deban diseñarse con extremo cuidado para identificar los grupos que más podrían beneficiarse. Personas con enfermedades asociadas a inflamación crónica o con factores de riesgo alto serían candidatas naturales para los primeros estudios en humanos.

Los tratamientos en ratones pronto
Los tratamientos en ratones pronto podrían replicarse en humanos, según los científicos (Freepik)

La investigación contra el envejecimiento avanzó en los últimos años con una combinación de curiosidad básica y urgencia práctica. En un mundo donde la proporción de adultos mayores crece de manera sostenida, los sistemas de salud enfrentan desafíos inéditos.

Las terapias capaces de retrasar la aparición de enfermedades, reducir la carga de dependencia y mejorar la autonomía podrían tener un impacto económico y social comparable al de los grandes hitos de la medicina moderna. Por ahora, los ratones abren el camino. La pregunta es cuándo y cómo los humanos podrán seguir sus pasos.