
La zona de frontera entre el sueño y la vigilia aún es uno de los grandes misterios de la mente. Cada noche cruzamos ese terreno difuso donde la realidad se diluye y la lógica cede paso a imágenes, recuerdos y sensaciones imprevisibles.
¿Qué ocurre en el cerebro durante estos minutos? La neurociencia ha revelado que no se trata de un simple cambio de estado, sino que es un viaje a una región mental fértil, enigmática y crucial para la creatividad, la memoria y los trastornos del sueño. Incluso, la ciencia corroboró que aquellos son despertados en este estado triplican su capacidad para resolver problemas creativos.
Transformaciones en el cerebro: el viaje hacia el sueño
En la transición de la vigilia al sueño, cuerpo y mente se reorganizan profundamente. Adam Horowitz, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), afirma que para conciliar el sueño, todo debe transformarse.
El flujo sanguíneo cerebral disminuye, el líquido cefalorraquídeo circula más rápido y los neurotransmisores alteran el ambiente químico. Las neuronas, activas y desincronizadas durante la vigilia, comienzan a agruparse en un ritmo más lento y regular, describió Smithsonian Magazine.

Laura Lewis, del MIT, explica que en este proceso el cerebro puede llevarnos en instantes desde la consciencia a mundos inexistentes. Sin embargo, la neurociencia contemporánea, según expertos consultados por Quanta Magazine, describe esta transición como gradual y secuencial: regiones como el hipotálamo y el tálamo empiezan a apagarse antes que la corteza cerebral, y el equilibrio entre diferentes sistemas se sostiene durante varios minutos. Así, sueño y vigilia se superponen fugazmente en esa frontera.
Estados intermedios: hipnagogia, creatividad y memoria
En la transición entre la vigilia y el sueño aparece la hipnagogia, uno de los estados intermedios más desconcertantes. En palabras de Horowitz, recogidas por Smithsonian Magazine: “En la hipnagogia tenemos un pie en los sueños y otro en el mundo”.
En ese umbral, las personas pueden experimentar imágenes peculiares, escuchar voces imaginarias o percibir sensaciones físicas extrañas. Este estado suele traer a la superficie fragmentos espontáneos de memorias diurnas.
Sidarta Ribeiro, de la Universidad Federal de Río Grande del Norte, observa que durante la hipnagogia el cerebro parece reciclar información, lo que sugiere un mecanismo adaptativo en el procesamiento de recuerdos.

El interés por estos fenómenos creció junto al avance tecnológico y a pioneros como Alfred Lee Loomis, quien en los años treinta estudió estos cambios con electroencefalografía. Posteriormente, investigaciones de Nathaniel Kleitman y William Dement lograron identificar y clasificar estas etapas; aun así, señalan expertos consultados por Quanta Magazine, los modelos clásicos no logran abarcar toda la riqueza y diversidad de los estados liminales.
El arte de aprovechar la transición: entre Dalí y el laboratorio
El mundo del arte intuyó desde antes el potencial creativo de la frontera entre vigilia y sueño. Salvador Dalí desarrolló una técnica peculiar: dormía con una llave en la mano y, al dormirse, el sonido al caer lo despertaba en ese instante liminal, permitiéndole capturar imágenes y sensaciones para sus obras.
La ciencia corroboró décadas después la validez de esa intuición. Una investigación publicada por Smithsonian Magazine en 2021 comprobó que quienes son despertados durante el estado hipnagógico triplican su capacidad para resolver problemas creativos.
Además, experimentos recientes en el MIT, dirigidos por Horowitz, confirmaron que resulta posible aumentar la creatividad guiando el contenido de los sueños en ese instante. Según especialistas consultados por Quanta Magazine, la clave reside en la relajación del control ejecutivo cerebral, lo que posibilita el acceso a nuevas asociaciones y la expansión de redes de significado.

El camino inverso: cómo despierta el cerebro
El despertar resulta tan complejo y matizado como la entrada en el sueño. Aurélie Stephan, de la Universidad de Lausana, identificó en Smithsonian Magazine una onda cerebral lenta que anticipa el despertar desde el sueño no REM. Esta señal, originada en regiones profundas, facilita la transición y reduce la sensación de somnolencia al salir del sueño.
Durante este proceso, la corteza cerebral se reactiva siguiendo un determinado orden: primero lo hacen las funciones ejecutivas y, más adelante, las sensoriales, en un proceso que puede durar varios minutos. Por su parte, expertos consultados por Quanta Magazine aclaran que al despertar desde el sueño REM esa onda lenta no está presente, lo que sugiere diferentes vías neuronales según la fase de la que se despierta. Estas diferencias ayudan a comprender la lucidez y la memoria tras el despertar.
Cuando algo falla: trastornos nocturnos en la frontera
Desajustes en estas transiciones pueden originar los trastornos del sueño más frecuentes. “Los trastornos del sueño son increíblemente comunes y a menudo se producen por fallas en el cambio de estado”, advirtió Laura Lewis en Smithsonian Magazine.
El insomnio, la parálisis del sueño y el sonambulismo, entre otros, a menudo surgen de una desconexión asimétrica entre distintas regiones cerebrales durante la transición.

El insomnio paradójico ocurre cuando alguien siente que permanece despierto durante la noche, aun cuando la actividad cerebral indica lo contrario. Este fenómeno suele asociarse a una señal de activación débil, que normalmente diferencia el sueño de la vigilia.
En tanto, la parálisis del sueño sucede si la corteza se reactiva antes que los centros de control motor, dejando a la persona consciente pero incapaz de moverse. Estos trastornos demuestran que ningún estado es absoluto: aún en el sueño profundo pueden surgir elementos de vigilia y viceversa.
Una nueva visión sobre los límites de la conciencia
Para la neurociencia, la clásica división entre sueño y vigilia ya no resulta suficiente. Nicolas Decat, del Instituto del Cerebro de París (ICM), mostró en Smithsonian Magazine que la mente es capaz de generar pensamientos voluntarios durante el sueño y de experimentar imágenes oníricas estando despierto, desdibujando así las categorías tradicionales.
Así, la conciencia y el sueño dejan de ser compartimentos separados y se presentan como un continuo mutable y fragmentado, en el que la mente nunca habita por completo la vigilia ni el sueño. En esa frontera, la creatividad se expande, la memoria se recicla y la percepción se transforma, haciendo del tránsito entre dormir y despertar un espacio de oportunidades tan fértil como enigmático.
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