Un robot diseñado por la empresa Crest Robotics podría transformar la forma en que se levantan edificaciones en la superficie lunar. Denominado como Charlotte, este prototipo permite imprimir en 3D grandes estructuras, utilizando materiales disponibles en el entorno, una innovación que busca dotar de infraestructura a futuras misiones de exploración y permanencia humana en la Luna.
La última vez que seres humanos caminaron sobre la Luna fue en 1972, durante la misión Apolo 17. Cincuenta años después, la comunidad científica y espacial internacional se prepara para retomar la presencia en el satélite, esta vez orientada no solo a la investigación, sino también a la permanencia.
De acuerdo a National Geographic, el enfoque actual prioriza la sostenibilidad, con la construcción de bases utilizando recursos de la propia Luna, como el regolito (polvo y fragmentos de roca lunar).

Crest Robotics y Earthbuilt Technology unieron esfuerzos para desarrollar un robot que combine velocidad, adaptabilidad y eficiencia, capaz de crear una vivienda de 200 metros cuadrados en 24 horas en la Tierra. En la Luna, la cifra podría variar por condiciones extremas, pero el principio tecnológico se mantiene.
El robot Charlotte emplea un sistema de extrusión para depositar capas sucesivas de material, creando edificaciones robustas y compactas. Su mecanismo articulado le confiere movilidad y capacidad para trabajar en superficies irregulares, una característica esencial ante la variabilidad del terreno lunar.
El dispositivo, aún en fase de prototipo, se probó en la Tierra usando arena, ladrillo triturado y vidrio reciclado, como preámbulo a sus futuros ensayos con regolito.

Desafíos tecnológicos y ambientales para la construcción lunar
Charlotte aún no está lista para operar en la Luna. El prototipo demostró ser funcional en nuestro planeta, pero llevará tiempo adaptar la tecnología a las condiciones extremas del satélite natural.
El regolito lunar plantea retos inéditos: su composición de basaltos, feldespatos y piroxenos, así como su textura fina y reactividad, puede dificultar tanto la extrusión como la durabilidad de las estructuras terminadas.
Los ingenieros deben comprobar que el material lunar, una vez compactado, provea suficiente resistencia estructural para soportar variaciones de temperatura, radiación y bajas presiones.

La autonomía es otro reto prioritario. En la Luna, la intervención humana será mínima y la posibilidad de reparar o asistir al robot ante fallos, limitada. Charlotte incorpora un diseño plegable y compacto, lo que facilita su transporte desde la Tierra hasta la superficie lunar.
Los especialistas buscan asegurar que la robótica de construcción supere test de autonomía, eficiencia energética y fiabilidad prolongada; la misión exige una tecnología robusta que funcione sin mantenimiento durante periodos extensos.
Además de Charlotte, otros robots como VIPER ya se preparan para diferentes funciones en la exploración lunar. Este último, por ejemplo, se orientará a la búsqueda de hielo en el polo sur, elemento clave para el abastecimiento de agua y oxígeno.

Charlotte se suma a este grupo pionero de dispositivos robóticos que conformarán la base de una infraestructura lunar autosuficiente.
El futuro de la construcción extraterrestre y la exploración humana
La impresión 3D y la utilización de materiales autóctonos representan una revolución tecnológica de alcance global. Según National Geographic, el modelo que encarna Charlotte podría usarse en futuras colonias lunares, marcianas o ambientes extremos en la Tierra.
Si la tecnología demuestra su viabilidad, el impacto abarcará tanto la exploración espacial como la arquitectura sostenible en entornos remotos o inhóspitos.

Los equipos de Crest Robotics y Earthbuilt Technology avanzan hacia modelos cada vez más complejos. Mejoran la interacción de software y hardware, refinan la extrusión adaptada al regolito lunar y diseñan estrategias para enfrentar la radiación, la variabilidad térmica y el desgaste por polvo.
El carácter modular, autónomo y reutilizable del robot abre la posibilidad a soluciones escalables para la construcción masiva fuera del planeta.
A pesar de los desafíos, el proyecto Charlotte representa el inicio de una nueva etapa en la carrera espacial. Su éxito dependerá de la superación de obstáculos técnicos y ambientales, pero también de la colaboración entre agencias espaciales, empresas tecnológicas y científicos de múltiples disciplinas.
Charlotte simboliza el puente entre nuestros avances tecnológicos y la próxima frontera en la exploración: construir hábitats autosuficientes utilizando recursos extraterrestres, y dar así el primer paso hacia la permanencia humana en la Luna.
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