
Durante estados de oración profunda o meditación, el cerebro atraviesa modificaciones perceptibles que influyen directamente en el bienestar psicológico. Prácticas tradicionales como rezar no sólo activan zonas cerebrales vinculadas a la concentración y la regulación emocional, sino que se asocian a paz interior y mayor optimismo.
En diálogo con la BBC, el doctor Andrew Newberg, del Instituto Marcus de Medicina Integral en Estados Unidos, explicó que la repetición de oraciones activa principalmente el lóbulo frontal del cerebro, área implicada en la concentración y la toma de decisiones.
Pero cuando una persona alcanza estados de oración o meditación profunda, la actividad en este lóbulo desciende al punto que el sentido de individualidad se difumina. Así se generan sensaciones de unidad, trascendencia o conexión.
“Esto ocurre cuando el individuo reporta sentir que no son ellos los que están generando la experiencia sino que es una experiencia foránea que les está ocurriendo”, detalló Newberg.

De forma convergente, un reciente estudio publicado en el Journal of Religion and Health y divulgado por ACI Prensa, entrevistó a 361 católicos practicantes en Italia, Polonia y España para medir el impacto de uno de los rezos más tradicionales de la religión: el Rosario; y como afecta el mismo al bienestar y la salud mental.
Los participantes que rezaban el Rosario reportaron menores niveles de ansiedad espiritual y lucha religiosa, además de mayor empatía y bienestar general, efectos comparables con los logrados en técnicas actuales de meditación como el mindfulness.
El bienestar inducido por la oración se reflejó en uno de los testimonios de una de las participantes: “Rezar el Rosario me salvó la vida. Tras la muerte de mi esposo, no podía sobrellevar el dolor y el vacío. Cada día tomaba el Rosario y me daba la fuerza para sobrevivir esos momentos difíciles. Sin él, no sé cómo lo habría logrado”.
Los datos del estudio refuerzan los relatos. El 26,3% de los encuestados mencionó experimentar “paz espiritual, calma y confianza” al rezar, mientras que el 10,2% destacó la ayuda para “afrontar problemas” y el 8,6% la percepción de “protección contra el mal”.

Tanto las prácticas religiosas como la meditación basada en el mindfulness demostraron activar el sistema nervioso parasimpático, encargado de inducir descanso y regular las emociones. Tessa Watt, especialista en atención plena entrevistada por la BBC, afirmó que ambas técnicas “ayudan a tranquilizar a una persona, para que tenga más tiempo para sí misma y, además, active el sistema nervioso parasimpático”.
El control emocional y el bienestar, según la experta, aumentan gracias al apaciguamiento de la respuesta de lucha o huida que se desencadena ante situaciones de amenaza.
Al analizar el contexto cultural, el estudio publicado por ACI Prensa reveló que la frecuencia y el impacto de la oración varían regionalmente. Polonia mostró el mayor grado de compromiso con el Rosario, mientras que en Italia se observó el nivel más elevado de empatía asociada a la práctica. En España, aunque la práctica era menos frecuente, el rezo regular evidenció efectos positivos sólidos sobre el bienestar.
Los investigadores destacaron que más del 62% de los participantes tenía títulos universitarios de posgrado o maestría, lo que refuta la idea de que solo quienes tienen baja formación académica optan por tradiciones devocionales como el Rosario.

Otro de los hallazgos del estudio apunta a que el rezo reduce la depresión y promueve el optimismo respecto al futuro. Además, lejos de aislar, aquellos que rezan frecuentemente reportan mayor empatía y conexión social.
En tanto, el análisis reveló que la estructura repetitiva de rezos como el Rosario actúan de manera semejante a los mantras de la meditación oriental, lo que genera un estado mental y fisiológico que promueve calma y estabilidad emocional.
Por su parte, el sociólogo Blake Victor Kent sostuvo que las experiencias tempranas con cuidadores marcan la facilidad con la que una persona confía en los demás, aspecto que se traslada a la vida de fe y a la práctica de la oración.
Asimismo, Kent resaltó que comprender la raíz de la inseguridad espiritual y trabajar sobre ella puede contribuir a aprovechar mejor los beneficios de la oración.
Al mismo tiempo, el estudio remarca que estas prácticas contemplativas tradicionales son culturalmente accesibles, lo que representa una opción válida en contextos donde el acceso a la terapia psicológica o los retiros de meditación resulta prohibitivo.
Los expertos coinciden en que tanto la meditación como la oración estructurada provocan cambios cerebrales medibles y aportan herramientas para la gestión saludable del sufrimiento y el estrés.
Diversos testimonios recogidos tanto por ACI Prensa como por la BBC reflejan que estas prácticas, aunque de naturaleza distinta, comparten mecanismos neurológicos semejantes y benefician a quienes las practican al promover calma, resiliencia y sentido de comunidad.
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