
En 2018, un hallazgo arqueológico en las afueras de Frankfurt, Alemania, marcó un hito en la historia del cristianismo. Según un reportaje publicado por Smithsonian, investigadores descubrieron en una tumba romana del siglo III un pequeño amuleto de plata de apenas 3,5 centímetros.
Este artefacto, cuidadosamente ubicado bajo la pera de un hombre que vivió entre los años 230 y 270 d.C., contenía un pergamino metálico cuya inscripción fue descifrada ahora gracias a avanzadas técnicas de escaneo por tomografía computarizada. La Universidad Goethe y el Centro Leibniz de Arqueología afirman que el texto es la evidencia cristiana más antigua identificada al norte de los Alpes.

El pergamino revela un mensaje escrito en latín, un hecho notable considerando que los amuletos similares de la época solían usar griego o hebreo. Entre las frases inscritas destacan invocaciones exclusivas al cristianismo como “Santo, santo, santo” y “En el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios”.
Este mensaje, cargado de significado espiritual, se presenta como una declaración de fe y un amuleto protector diseñado para resistir infortunios y ofrecer bienestar a su portador.
La complejidad del texto, según Markus Scholz, arqueólogo de la Universidad Goethe, indica que fue obra de un escriba altamente capacitado, lo que refuerza su valor histórico y cultural.
Contexto histórico
Durante el siglo III, el cristianismo aún no era una religión ampliamente practicada en la región alpina del norte del Imperio Romano. La práctica pública podía ser peligrosa, por lo que objetos como este no solo funcionaban como símbolos de devoción personal, sino también como herramientas de consuelo espiritual en un tiempo de incertidumbre.
Para el hombre que fue enterrado con este amuleto, su fe claramente tenía una importancia suficiente como para acompañarlo incluso en la muerte, apuntan los expertos de la Universidad Goethe.

La tecnología desempeñó un papel crucial en la recuperación de este fragmento de historia. El equipo utilizó escáneres de tomografía computarizada para analizar el frágil pergamino sin desplegarlo.
Iván Calandra, del Centro Leibniz de Arqueología, explicó que el desafío principal fue trabajar con un objeto que, tras 1.800 años, estaba plegado y prensado. Gracias a estas herramientas de alta resolución, los expertos lograron crear un modelo tridimensional y, finalmente, descifrar el mensaje con la ayuda de teólogos.
Este amuleto, en particular, es notable por la exclusividad de sus referencias cristianas, ya que es común encontrar en inscripciones antiguas elementos que combinan tradiciones judías o paganas.

El papel del amuleto en la consolidación de prácticas cristianas
Además de su valor arqueológico, el descubrimiento tiene implicaciones significativas para el estudio de la expansión del cristianismo. Al contener lo que se considera el primer uso documentado de la frase “Santo, santo, santo” en esta región, ofrece una visión temprana del monoteísmo cristiano y su desarrollo en Europa occidental.
Rassalle destacó que este objeto cambia la comprensión actual sobre cómo el cristianismo y sus prácticas litúrgicas comenzaron a consolidarse en contextos de diversidad religiosa.
Este pequeño amuleto encapsula una historia de fe, resistencia y complejidad cultural en una Europa en transformación. El trabajo de investigadores como Scholz y Calandra, junto con el análisis presentado por Smithsonian, no solo dio a conocer un artefacto excepcional, además proporcionó una ventana única a la vida espiritual de un mundo antiguo.
Este hallazgo, protegido durante siglos bajo tierra, ahora revela su mensaje de devoción, iluminando el camino hacia una mejor comprensión de los orígenes de una religión como el cristianismo.
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