
¿Cuál es la decisión que más incertidumbre genera en la vida adulta? Un relevamiento reciente mostró que, para la mayoría, la posibilidad de aceptar un nuevo trabajo —más que una situación médica o un problema de pareja— puede ser la fuente de una ansiedad inesperada.
La rutina, la estabilidad económica y el miedo a perder lo conseguido convierten los grandes cambios en auténticos desafíos. Sin embargo, este temor no es el único. La investigación, liderada por psicólogos de la Universidad de Zúrich y la Universidad de Basilea, fue publicada en la revista Psychological Science bajo el título “The 100 life decisions people dread most, according to psychologists”.
Tras consultar a más de 4.300 personas adultas, surgió una conclusión contundente: muchas de las decisiones más temidas no se vinculan con la salud o los vínculos afectivos, sino con situaciones laborales y económicas que pueden redefinir el rumbo personal.
Las 6 decisiones que más inquietan según la ciencia
El estudio identificó y jerarquizó las decisiones que más temor suscitan en la vida cotidiana. Todas, en distinta medida, desafían la zona de confort y movilizan la ansiedad de perder lo conseguido o quedar “a la deriva”. El equipo de Frey pidió a los encuestados que señalaran el dilema concreto que más impacto les había generado. Así, sobresalieron seis grandes decisiones:

- Aceptar un nuevo trabajo: cambiar de empleo lidera el ranking. Abandonar la estabilidad, enfrentar lo desconocido y tener que adaptarse a nuevas reglas, dispara temores sobre el desempeño y la aceptación en un entorno nuevo. Muchos relatan noches de insomnio antes del primer día y el temor a no cumplir con expectativas ajenas o propias.
- Renunciar al empleo actual: dejar atrás una ocupación, incluso si ya no se disfruta, implica perder seguridad económica, vínculos y rutinas consolidadas. La idea de arrepentirse, perder beneficios o no volver a encontrar una oportunidad similar es un obstáculo que muchos postergan por años antes de animarse al cambio.
- Invertir dinero: decidir qué hacer con el patrimonio personal suele estar teñido de miedo al error. El temor a perder ahorros o provocar un perjuicio para la familia es habitual. El estrés y la indecisión son compañía frecuente al momento de tomar decisiones financieras importantes.
- Conducir: aunque para algunos es cotidiano, para otros representa una fuente de tensión y ansiedad. El miedo a accidentes, el tráfico impredecible o la responsabilidad sobre otras vidas está presente en una porción significativa de los adultos, especialmente en mayores o quienes han atravesado experiencias traumáticas al volante.
- Emprender un negocio. Iniciar una empresa implica riesgos que van más allá del dinero: la posibilidad del fracaso, el endeudamiento y la exposición ante el círculo personal y profesional. Varios encuestados flaquearon ante la idea de “empezar de cero” y la incertidumbre económica que supone iniciar un emprendimiento.
- Comprar una vivienda: elegir dónde y cómo vivir a largo plazo es un proceso cargado de ansiedad. Las preocupaciones incluyen desde el temor a endeudarse o a tomar una mala decisión, hasta no poder hacer frente a futuras cuotas. El compromiso es grande y la inseguridad sobre el futuro, constante.

Aunque decisiones sobre salud, relaciones o vida social aparecen mencionadas, el listado muestra que la vida adulta gira, sobre todo, alrededor de dilemas laborales y económicos capaces de cambiar el rumbo de una persona.
Por qué el trabajo y el dinero superan otros miedos
A diferencia de lo que suele suponerse, el informe muestra que los temas económicos y laborales pesan más que la salud o los vínculos personales en la toma de decisiones difíciles. El dinero y la estabilidad laboral están fuertemente ligados al bienestar, la autoestima y, en muchas culturas, al concepto de éxito personal. Cambiar un trabajo, invertir o emprender involucra no solo recursos materiales, sino también la propia identidad.
Por eso, el temor suele traducirse en postergación o parálisis. Muchas personas reconocen evitar darle curso a un cambio aun sabiendo que podría ser positivo. Los expertos sugieren que la presión por “no fracasar” y la vigilancia social amplifican estas sensaciones, llevando a repetir rutinas y evitar riesgos, aun a costa de permanecer en escenarios poco satisfactorios.
Edad y género: distintas formas de vivir la ansiedad
El estudio detectó diferencias interesantes en la forma en que la edad y el género condicionan el miedo a decidir. Los jóvenes tienden a experimentar mayor temor ante la posibilidad de estar desempleados o de tomar decisiones que puedan afectar su futuro profesional.

En cambio, los adultos mayores sienten ansiedad ante la perspectiva de tener que empezar de nuevo, adaptarse a otros ambientes o perder la estabilidad conquistada.
Las mujeres, según la encuesta, viven con mayor presión decisiones asociadas a la formación profesional y al matrimonio. Estas elecciones condensan expectativas culturales y familiares que incrementan el nivel de ansiedad.
Los hombres, más frecuentemente, expresaron miedo por cambios tecnológicos, viajes o intervenciones quirúrgicas. Como aclara Frey, “estas diferencias permiten comprender qué subgrupos están expuestos a determinados tipos de decisiones arriesgadas”. Aun así, las seis grandes decisiones aparecen con similares niveles de inquietud en todos los sectores.
La frontera entre el miedo y el crecimiento personal
Supeditar la toma de decisiones a la ansiedad puede restringir la vida adulta y limitar las posibilidades de crecimiento. Pero entender y poner en palabras estos grandes miedos ayuda a compartirlos y enfrentarlos con mayor conciencia. Los especialistas coinciden en que identificar los propios temores, conversar con otros y permitirse pedir apoyo es clave para transformar la incertidumbre en experiencia.
Al momento de elegir —ya sea un cambio laboral, una inversión o una mudanza—, el miedo puede ser una señal de alerta productiva, no un límite definitivo. Reconocer que estas sensaciones son compartidas por miles permite actuar con mayor información y menos aislamiento, abriendo la puerta a una vida más libre y autónoma, incluso en medio de la duda.
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