
El modo en que el organismo se expone a los primeros microbios puede determinar la respuesta inmunitaria y el riesgo de enfermedades crónicas. En ese sentido, el análisis de las heces de los bebés pueden revelar señales fundamentales sobre la salud venidera de una persona.
El estudio Baby Biome, desarrollado por el Hospital Queen’s de Londres y la Universidad de Oxford, cuyos resultados fueron publicados por BBC News, concluyó que la composición de la microbiota intestinal en los primeros días de vida incide en el desarrollo del sistema inmunitario y en la probabilidad de padecer infecciones, asma u obesidad.
Esta investigación muestra cómo los factores biológicos tempranos pueden condicionar la salud a largo plazo, desde la infancia hasta la adultez.
Cómo se conforma la microbiota: el papel del nacimiento

El estudio, dirigido por el profesor Nigel Field del University College London, analizó entre 2016 y 2017 las heces de 3.500 recién nacidos para entender cómo los billones de microbios que colonizan el tracto digestivo influyen en la salud posterior.
Según BBC News, los laboratorios de patología del Hospital Queen’s recibieron diariamente decenas de muestras recolectadas por los padres, permitiendo rastrear la evolución de la microbiota en los primeros días y meses de vida.
Los resultados confirmaron que la colonización microbiana no es inmediata. Field explica que, tres o cuatro días después del nacimiento, comienza a observarse una presencia significativa de microbios en el intestino, pues la colonización tarda al menos unos días. Al nacer, los bebés son casi estériles y en ese periodo inicial el sistema inmunitario enfrenta por primera vez a los microbios del entorno.

La comunidad de bacterias, hongos y virus que se instala en el intestino cumple funciones esenciales: descompone la fibra, sintetiza vitaminas y protege contra patógenos. Estudios recientes referidos por BBC News señalan que una microbiota intestinal saludable podría proteger contra la ansiedad, la depresión y enfermedades neurodegenerativas.
Arquitectos del sistema inmunitario: influencia en etapas tempranas
La relevancia de la microbiota intestinal en la infancia fue en aumento. Archita Mishra, profesora de la Universidad de Sídney, compara a los primeros microbios que colonizan el intestino con arquitectos del sistema inmunitario.
Estas bacterias enseñan al organismo a distinguir entre lo propio y lo extraño, capacitando a las células inmunitarias para tolerar antígenos alimentarios y defenderse de patógenos.

Las comunidades bacterianas establecidas en los primeros seis a 12 meses inciden en el riesgo de alergias, la eficacia de las vacunas y la funcionalidad de la barrera intestinal. Mishra resalta que los primeros mil días parecen ser un periodo crítico donde el microbioma deja una huella duradera.
Vía vaginal o cesárea: diferencias tempranas y consecuencias
El modo de nacimiento determina la composición inicial de la microbiota. Field identifica la mayor diferencia precisamente en el modo de nacimiento.
Los bebés nacidos por vía vaginal suelen adquirir bacterias del intestino materno, mientras que quienes nacen por cesárea desarrollan una microbiota distinta, con predominio de bacterias originadas en el entorno hospitalario.

Steven Leach, profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur, explica que durante el parto vaginal el recién nacido entra en contacto directo con el contenido intestinal de la madre, lo que favorece la transmisión de bacterias beneficiosas.
El análisis de las heces permitió identificar tres especies bacterianas principales: Bifidobacterium longum (B. longum), Bifidobacterium breve (B. breve) y Enterococcus faecalis (E. faecalis). Al séptimo día, los nacidos por vía vaginal tendían a tener B. longum o B. breve, mientras que los bebés que nacieron por cesárea presentaban mayoritariamente E. faecalis.
La presencia de B. longum se asoció con una probabilidad menor de hospitalización por infecciones respiratorias durante los dos primeros años. Field detalla que los bebés cuya microbiota estaba dominada por B. longum tenían aproximadamente la mitad de probabilidades de ser hospitalizados por una infección respiratoria en los primeros dos años respecto de quienes albergaban B. breve o E. faecalis.
Función protectora de las bacterias y equilibrio a largo plazo

La función de estas bacterias supera la simple colonización. Las bifidobacterias, como B. longum, descomponen los oligosacáridos de la leche materna en ácidos grasos de cadena corta, que regulan el sistema inmunitario y colaboran en la defensa contra infecciones.
Además, contribuyen a generar un entorno intestinal hostil para bacterias patógenas, al consumir oxígeno y disminuir el pH, lo que frena el desarrollo de microorganismos dañinos. Leach destaca que las bifidobacterias logran crear rápido un entorno anaeróbico y ácido, dificultando el crecimiento de bacterias peligrosas.
Aunque existen diferencias iniciales, BBC News indica que al cabo del primer año de vida la composición de la microbiota tiende a equipararse. Sin embargo, la presencia temprana de bacterias beneficiosas parece conferir ventajas en la salud.
Intervenciones y futuro del microbioma infantil

Frente a estos datos, surge el interrogante sobre posibles intervenciones para favorecer una microbiota saludable, especialmente en bebés nacidos por cesárea. Una práctica debatida es la siembra vaginal, que consiste en aplicar fluido vaginal de la madre en la piel y la boca del recién nacido.
Sin embargo, los especialistas advierten sobre el peligro de transmitir patógenos como el estreptococo del grupo B. El estudio citado por BBC News demostró, además, que los microbios beneficiosos no proceden de la vagina materna.
Otra posibilidad es el trasplante de microbiota fecal, mediante el cual se transfieren heces maternas al tracto digestivo del bebé. Algunos ensayos arrojan resultados alentadores, pero por el momento la práctica no debe recomendarse debido a la insuficiencia de datos sobre su seguridad y eficacia. Field considera que todavía se desconoce si el microbioma vaginal o fecal materno es adecuado y advierte acerca del riesgo de daños imprevistos.

Los probióticos orales se presentan como alternativa más segura. Mishra y Leach coinciden en que estos suplementos pueden influir positivamente en la flora intestinal, aunque los efectos varían según el perfil de cada bebé.
Algunos ensayos sugieren que los probióticos podrían proteger a los bebés prematuros de enfermedades intestinales graves o reducir las tasas de parto pretérmino, pero aún no existe acuerdo sobre las bacterias más eficaces ni sobre la dosis precisa.
Para el futuro, los expertos prevén que las intervenciones sobre el microbioma serán cada vez más personalizadas, adaptándose al perfil genético, alimentario e inmunológico de cada niño.
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