La adicción a los alimentos ultraprocesados despierta alarma mundial: una nueva crisis de salud pública

El consumo de productos como galletas y gaseosas estaría generando dependencias similares a las de drogas, según una investigación que pide reconocer el problema y modificar regulaciones para proteger sobre todo a la infancia

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Especialistas reclaman respuestas inmediatas ante
Especialistas reclaman respuestas inmediatas ante el creciente vínculo entre ultraprocesados y adicción, lo que redefine el modo en que los alimentos industriales impactan la salud global (Imagen ilustrativa Infobae)

La Universidad de Michigan encendió las alertas en la comunidad científica y entre organismos de salud pública tras advertir sobre los riesgos de los alimentos ultraprocesados.

Un estudio internacional, liderado por la psicóloga Ashley Gearhardt, concluye que estos productos no solo son altamente tentadores, sino que cumplen los criterios clínicos para considerarse adictivos de manera comparable a los trastornos por consumo de sustancias.

El trabajo, que recopila datos de casi 300 investigaciones en 36 países, exige el reconocimiento formal de la adicción a los ultraprocesados como problema de salud pública y demanda políticas regulatorias para su control.

Un riesgo subestimado por los sistemas oficiales

El informe, elaborado por especialistas de la Universidad de Michigan en colaboración con Universidad Drexel, Universidad de Pensilvania y el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, advierte que no diagnosticar oficialmente este trastorno incrementa el riesgo para la salud global. Los autores sostienen que la ausencia de reconocimiento impide desarrollar estrategias efectivas frente a una crisis que afecta con fuerza a la infancia.

La falta de diagnóstico formal
La falta de diagnóstico formal de la adicción a los ultraprocesados limita el desarrollo de políticas efectivas y agrava una amenaza silenciosa para la salud pública (AP Foto/Tony Gutiérrez, Archivo)

Evidencia científica contundente y mecanismos compartidos

La evidencia científica reunida por el equipo es contundente. Los ultraprocesados, como patatas fritas, galletas y gaseosas, pueden modificar los circuitos cerebrales de modo similar al alcohol o la cocaína.

Estudios de neuroimagen muestran que quienes consumen estos productos de forma compulsiva presentan alteraciones en el sistema de recompensa cerebral equivalentes a las observadas en las adicciones a drogas.

Además, ciertos medicamentos utilizados para reducir el deseo por estos alimentos demostraron disminuir el consumo compulsivo de drogas, lo que evidencia mecanismos neurobiológicos compartidos.

Investigaciones internacionales demuestran que los
Investigaciones internacionales demuestran que los alimentos ultraprocesados alteran el cerebro de forma comparable a sustancias adictivas, evidenciando rutas biológicas similares (Imagen Ilustrativa Infobae)

Presión social, debate político y respuesta regulatoria

El debate cobra fuerza en un contexto de creciente presión social y política. En Estados Unidos, recientes audiencias en el Congreso pusieron en primer plano el papel de estos productos en el avance de las enfermedades crónicas infantiles.

Paralelamente, en Filadelfia, una demanda presentada a finales de 2024 acusa a 11 empresas alimentarias de diseñar y promocionar productos adictivos dirigidos a menores.

Como respuesta, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) lanzaron una iniciativa conjunta basada en el exitoso Programa de Ciencia Regulatoria del Tabaco, mostrando un consenso creciente sobre la aplicación de la ciencia de las adicciones en el ámbito alimentario.

Distinción clave entre alimentos y ultraprocesados

Gearhardt enfatiza la diferencia entre alimentos naturales y ultraprocesados. “Las personas no se vuelven adictas a las manzanas o al arroz integral”, afirmó Gearhardt. “El problema aparece en productos industriales formulados para impactar el cerebro de manera rápida, intensa y repetida, como ocurre con una droga”.

Esta distinción resulta clave para desmontar el argumento de que la comida es indispensable para la supervivencia y no comparable a las drogas o al tabaco. Según el equipo, los ultraprocesados se asemejan más a la nicotina que a los alimentos nutritivos, debido a su composición: despojados de nutrientes y enriquecidos con azúcares, grasas y aditivos que maximizan el refuerzo y el consumo.

Mientras los alimentos naturales no
Mientras los alimentos naturales no desencadenan dependencia, los productos industrializados están diseñados para provocar respuestas cerebrales que perpetúan el consumo compulsivo (Freepik)

Desigualdad en el reconocimiento de adicciones

La falta de equidad en el reconocimiento de adicciones queda en evidencia. Erica LaFata, coautora y profesora asistente en el Centro de Ciencia del Peso, la Alimentación y el Estilo de Vida de Universidad Drexel, señaló: “El umbral para reconocer otras adicciones ha sido mucho más bajo en otros casos”.

Trastornos asociados al uso de óxido nitroso o cafeína fueron incluidos en manuales diagnósticos con menos respaldo científico que el disponible para los ultraprocesados. Los autores consideran necesario el mismo rigor científico en este fenómeno.

Niñez, marketing alimentario y riesgo social

El impacto en la infancia genera especial preocupación. El equipo advierte que la industria alimentaria concentra sus estrategias de marketing en los más jóvenes, llenando el entorno de productos que actúan más como la nicotina que como la nutrición. Esta situación, según los investigadores, requiere una respuesta urgente de autoridades sanitarias y responsables políticos.

El entorno alimentario saturado de
El entorno alimentario saturado de productos dirigidos a menores pone en juego la salud infantil e intensifica la urgencia de una regulación estricta (Imagen Ilustrativa Infobae)

Propuestas de acción y lineamientos regulatorios

Las propuestas incluyen reconocer formalmente la adicción a los ultraprocesados, financiar investigaciones y herramientas clínicas para su identificación y tratamiento, y aplicar políticas inspiradas en el control del tabaco: restricciones a la publicidad destinada a menores, etiquetado claro y campañas de educación pública.

El futuro del abordaje científico y sanitario

El estudio, dado a conocer en la revista Nature Medicine, recibió financiación parcial del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos. Además de Gearhardt y LaFata, participaron Alyssa Moran, de la Universidad de Pennsylvania, y Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas.

Los autores subrayan que la adicción no se extiende a todos los alimentos, sino a la formulación y el diseño de muchos ultraprocesados. Si esta realidad no es reconocida, los sectores más vulnerables, especialmente los niños, seguirán frente a un entorno alimentario que prioriza el consumo compulsivo sobre la salud.