
La confirmación de los tres primeros casos del subclado K de la influenza A (H3N2) en Argentina, como publicó Infobae el viernes pasado, marcó un punto de inflexión en la vigilancia epidemiológica regional.
En un contexto con baja circulación habitual de virus respiratorios, la identificación de esta variante conocida como supergripe reavivó la atención de las autoridades sanitarias, los equipos médicos y la comunidad científica.
El hallazgo no solo aportó información genética relevante sobre la evolución del virus, sino que también volvió a poner en foco a un medicamento ampliamente utilizado durante la pandemia de gripe A de 2009: el oseltamivir.

El Ministerio de Salud de la Nación, a través del último Boletín Epidemiológico Nacional (BEN) publicado esta semana, comunicó que el antiviral puede cumplir un rol complementario a la vacunación, sobre todo en personas con mayor riesgo de desarrollar cuadros graves.
La novedad no radica en la existencia del fármaco, sino en la evidencia actual que respalda su efectividad frente a esta variante específica, siempre que su uso responda a criterios médicos claros y oportunos.
“El tratamiento antiviral con oseltamivir, un inhibidor de la neuraminidasa, es una herramienta terapéutica complementaria a la vacunación, especialmente útil en pacientes con factores de riesgo. Aunque su mayor efectividad se observa cuando se administra dentro de las primeras 48 horas del inicio de síntomas, hay evidencia que demuestra beneficios incluso en tratamientos iniciados más tardíamente en pacientes con enfermedad grave. Sin embargo, debe considerarse que el uso indiscriminado del fármaco podría llevar a la aparición de resistencia, en consecuencia, debe promoverse un uso racional del mismo bajo ciertas indicaciones médicas”, precisó el BEN.

Y agregó: “Diversos estudios han evidenciado que en pacientes ambulatorios con alto riesgo de complicaciones, su uso se asocia a una reducción en la duración de los síntomas y en la incidencia de complicaciones. En pacientes hospitalizados con influenza grave, se ha documentado una disminución en la duración de la hospitalización y en el riesgo de mortalidad, especialmente cuando el tratamiento se inicia dentro de las primeras 48 horas del inicio de los síntomas, aunque también se observan beneficios cuando se inicia más tardíamente en casos graves o progresivos”.
Consultado por Infobae, el doctor Ricardo Teijeiro, infectólogo del Hospital Pirovano y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) explicó que el oseltamivir es de uso habitual para los cuadros de influenza.
“No es una novedad. Pero todo este tipo de medicación debe ser con consulta médica previa e indicación precisa de tratamiento. No nos olvidemos que todos los antibacterianos, antifúngicos, antivirales, si están mal usados producen resistencia y después dejan de actuar”, precisó Teijeiro.
Y completó: “Entonces, lo principal es que la gente sepa que debe hacer un diagnóstico adecuado antes de decidir un tratamiento con esta droga”.
Un virus que muta, se expande y exige vigilancia reforzada

La gripe H3N2 pertenece a la familia de los virus influenza A, responsable de una parte significativa de las epidemias estacionales a nivel mundial. Su capacidad de mutación explica la aparición periódica de subclados con características particulares.
En este caso, el subclado K, identificado genéticamente como J.2.4.1, mostró una expansión acelerada desde agosto de 2025 y se detectó en más de 34 países, según datos de secuencias genéticas compartidas en plataformas internacionales de vigilancia.
En Argentina, la secuenciación genómica realizada por el Laboratorio Nacional de Referencia del INEI-ANLIS permitió confirmar tres casos. Tal como consignó el Boletín Epidemiológico Nacional, “la secuenciación genómica realizada por el Laboratorio Nacional de Referencia del INEI-ANLIS, a partir de muestras de influenza A remitidas a través de la Red Nacional de Laboratorios y de las Unidades Centinela, permitió identificar tres casos de influenza A(H3N2) correspondientes al subclado K”.
Dos de los diagnósticos correspondieron a adolescentes de 13 y 15 años residentes en Santa Cruz, uno de ellos con co-detección de SARS-CoV-2, mientras que el tercero afectó a un niño de 5 años internado en la Ciudad de Buenos Aires.
Aunque hasta el momento no se documentó un aumento significativo de la gravedad clínica en términos de internaciones en terapia intensiva o mortalidad, la experiencia acumulada con temporadas dominadas por influenza A (H3N2) indica un mayor impacto sanitario, en especial en adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes.
La influenza H3N2 se asocia con cuadros más intensos que otros tipos de gripe y con un mayor riesgo de complicaciones como neumonía, infecciones bacterianas secundarias o descompensación de patologías crónicas.

La transmisión del virus ocurre principalmente a través de gotitas respiratorias expulsadas al toser, estornudar o hablar, además del contacto con superficies contaminadas seguido del contacto con mucosas. Esta característica explica la rapidez con la que el virus puede propagarse en comunidades cerradas, escuelas o centros de atención sanitaria.
Especialistas describen a esta variante como una influenza que mutó para ser más contagiosa, un dato que sostiene la necesidad de reforzar las estrategias de prevención y control.
Los síntomas suelen comenzar de manera brusca. La fiebre alta, que puede superar los 38 grados, aparece acompañada de escalofríos, dolores musculares intensos, cefalea persistente y un cansancio marcado que se prolonga incluso después de la fase aguda. A diferencia de un resfrío común, la influenza genera un impacto sistémico más profundo.
La tos seca, el dolor de garganta y la congestión nasal completan el cuadro respiratorio, mientras que en niños y adultos mayores pueden sumarse síntomas gastrointestinales como vómitos o diarrea.

Oseltamivir, una herramienta conocida con un rol renovado
En paralelo con la identificación del subclado K, el Ministerio de Salud volvió a destacar el valor del oseltamivir como parte del abordaje terapéutico. Este antiviral actúa como inhibidor de la neuraminidasa, una enzima esencial para la liberación de nuevas partículas virales dentro del organismo.
“El tratamiento antiviral con oseltamivir, un inhibidor de la neuraminidasa, es una herramienta terapéutica complementaria a la vacunación, especialmente útil en pacientes con factores de riesgo”, señaló el Boletín Epidemiológico Nacional. La principal novedad reside en la insistencia sobre el momento de inicio del tratamiento.
“La mayor efectividad de este fármaco se observa cuando se administra dentro de las primeras 48 horas del inicio de síntomas”, precisó el documento oficial, aunque también aclaró que existen beneficios en tratamientos iniciados más tarde en pacientes con enfermedad grave.

La evidencia disponible mostró que, en pacientes ambulatorios con alto riesgo de complicaciones, el uso del antiviral se asocia con una reducción de la duración de los síntomas y una menor incidencia de complicaciones. En personas hospitalizadas con influenza grave, los estudios documentaron una disminución del tiempo de internación y del riesgo de mortalidad, sobre todo cuando el tratamiento comenzó de manera temprana.
Sin embargo, el Ministerio subrayó la importancia de evitar el uso indiscriminado del fármaco. El empleo sin indicación médica puede favorecer la aparición de cepas resistentes, un escenario que comprometería la eficacia futura del antiviral.
En ese sentido, el BEN destacó que durante 2024 el Instituto Malbrán no detectó un aumento de cepas resistentes al oseltamivir entre los virus en circulación en Argentina, un dato alentador que refuerza la estrategia de uso racional.
La vacunación es la principal prevención al H3N2

La prevención continúa como el pilar fundamental. La vacunación anual contra la influenza reduce el riesgo de cuadros graves, hospitalizaciones y fallecimientos, incluso cuando la efectividad frente a la infección no resulta absoluta.
Las condiciones clínicas que aumentan el riesgo de formas graves de influenza incluyen enfermedades respiratorias y cardíacas crónicas, inmunodeficiencias, enfermedades oncohematológicas, trasplantes, diabetes, obesidad mórbida, insuficiencia renal crónica, y otras condiciones específicas.
Además, los especialistas recomiendan aplicarse la vacuna contra la influenza si no fue vacunado en el año, especialmente si se está por viajar al exterior. En caso de estar vacunado, los profesionales afirman que hay que esperar a febrero o marzo para volver a vacunarse con las nuevas inmunizaciones que contengan este clado específico.

A esto se suman medidas clásicas de salud pública, como el lavado frecuente de manos, la ventilación de ambientes cerrados, el uso de pañuelos descartables al toser o estornudar y la reducción del contacto cercano con personas con síntomas respiratorios.
En caso de sospecha de gripe H3N2, las recomendaciones apuntan a no automedicarse, guardar reposo, mantener una buena hidratación y evitar concurrir a espacios laborales o sociales para reducir la transmisión.
El uso de mascarilla en convivientes y la consulta temprana en centros de salud ante síntomas intensos o persistentes completan un enfoque preventivo que busca limitar el impacto de una variante que, aunque conocida en su estructura básica, presenta novedades suficientes como para mantener encendidas las alertas sanitarias.
Población objetivo para vacunación antigripal:

• Personal de salud.
• Personas embarazadas: en cada embarazo y en cualquier trimestre
• Personas puérperas: hasta el egreso de la maternidad –máximo 10 días-, si no recibiera la vacuna durante el embarazo.
• Entre los 6 a 24 meses de edad: Esquema de dos dosis, separadas al menos de 4 semanas, excepto quienes hubieren recibido dos dosis anteriormente.
• Entre los 2 y 64 años que tengan factores de riesgo: dosis anual con documentación que acredite la existencia de enfermedades preexistentes incluidas entre los factores de riesgo.
• 65 años y mayores: no se requiere indicación médica para recibir la vacuna antigripal. Como oportunidad, evaluar vacuna contra el neumococo con el profesional de la salud y aplicar si corresponde.
• Personal Estratégico, cuyo desempeño es clave para mantener las funciones esenciales (ej. fuerzas de seguridad del Estado).
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