
El chef Christian Petersen permanece internado en terapia intensiva con pronóstico reservado en el Hospital Ramón Carrillo de San Martín de los Andes, Neuquén, luego de haber presentado una falla multiorgánica durante el ascenso al volcán Lanín.
Para participar de expediciones como esta, los protocolos de seguridad consideran factores como enfermedades preexistentes, aclimatación y conocimiento del entorno, a fin de reducir los riesgos asociados a las actividades en alta montaña.
Evaluación médica y requisitos previos para escalar una montaña
El doctor Jorge Franchella, deportólogo y cardiólogo, explicó los requerimientos previos a iniciar una excursión en las alturas: “Tiene que tener previamente un control médico completo de tipo clínico y cardiológico, en donde tiene que haber una historia clínica muy dirigida a sus antecedentes, sus hábitos, un examen físico completo y, a su vez, es necesario que haya algunos estudios en particular, como por ejemplo la prueba de esfuerzo, en este caso. Lo ideal sería que fuera completa con la llamada prueba cardiorespiratoria, que se hace midiendo el denominado consumo de oxígeno, para predecir la tolerancia que tenga al esfuerzo en altura”.

La Administración de Parques Nacionales insiste en la obligatoriedad del registro previo, recomienda la planificación integral del recorrido y exige el uso de equipo específico, dado la “alta dificultad” de la travesía. Quienes eligen el Lanín deben contar con experiencia previa en montañas de menor dificultad, recalcó el doctor Ramón Chiocconi, experto en medicina de montaña, en diálogo con Infobae, y afirmó: “Me parece fundamental para quien va a ir a una montaña como el Lanín, que tenga experiencia previa. Es una montaña técnica que a veces, si las condiciones del clima ayudan, puede parecer relativamente sencillo su ascenso, pero no lo es para nada“.
Desde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) señalan que ciertas afecciones, como problemas cardiovasculares severos o enfermedades respiratorias graves, incrementan los riesgos asociados a la exposición a altitudes elevadas. Chiocconi coincide con esto: “Alguna patología cardiovascular o respiratoria en general, severa, sí. No solo la van a imposibilitar en la montaña, sino también en el llano“.
A su vez, Franchella puntualizó: “Cualquier persona no puede intentar un ascenso a casi cuatro mil metros. Y hay algunos conceptos que quisiera diferenciar entre la aptitud o capacidad fisiológica versus el deseo que tiene de realizarlo. Y a la montaña no se asciende por motivación, se asciende estando en un estado de salud correcto. Eso requiere que tenga un nivel de reserva cardiovascular entrenado suficiente, una capacidad respiratoria adecuada suficiente, una capacidad de oxigenación de los tejidos, ya que en la altura hay menor presión de oxígeno y es más difícil entonces que el oxígeno llegue a los tejidos y estos deben poder utilizarla”.

Como referencia, el especialista toma la prueba de esfuerzo utilizada por cardiólogos, en la que se mide la aptitud física a través de unidades llamadas METs (Equivalente Metabólico de Tarea). Explica que un MET corresponde al estado de reposo absoluto, como dormir, y aumentan progresivamente. Indica que quienes obtienen menos de diez METs no están en condiciones de realizar este tipo de actividades, y que solo a partir de valores superiores a trece METs se puede considerar la posibilidad de llevar adelante un ascenso sostenido en varias etapas.
La Cleveland Clinic advierte que la aclimatación y la subida gradual resultan fundamentales para prevenir las formas más graves del mal de altura, que pueden comenzar con dolor de cabeza y malestar general, y, en casos severos, derivar en complicaciones que ponen en peligro la vida. Según esta institución, ascender pausadamente y dar tiempo al cuerpo para adaptarse reduce de forma notable la aparición de síntomas graves y complicaciones durante la exposición a grandes alturas.
A pesar de ello, Chiocconi indicó que “Lanín tiene 3.700 metros y no es un problema de mal de altura. Además, si bien están a una altitud que podría provocar mal de altura, en general se necesita estar varias horas en el lugar y la gente que sube está un ratito, se saca fotos, disfruta de la cumbre e inmediatamente empieza a bajar”.
Preparación física y prevención de riesgos

La planificación de la preparación física cobra una dimensión central en el ascenso a montañas. El Dr. Chiocconi remarcó la importancia de la regularidad en el entrenamiento, al expresar que “alguien que es absolutamente sedentario, que no hace una vida activa físicamente, no le va a servir prepararse dos o tres meses antes”. Recomienda iniciar la actividad física con suficiente antelación e incorporar ascensos y descensos en la rutina, cuando sea posible.
Los lineamientos internacionales, como los del CDC y la Cleveland Clinic, destacan la necesidad de intercalar días de descanso y ascensos progresivos, limitar la subida diaria a no más de 500 metros desde los 3.000 metros de altura y contar con botiquín de primeros auxilios.
“De acuerdo al estado previo, de acuerdo a la edad, de acuerdo al nivel de entrenamiento, si es que ya realizó este tipo de ascensos, se establecerá más o menos cuál es el tiempo de entrenamiento. Nunca va a ser inferior a cuatro meses y en sesiones correctas debería estar más allá de las ocho o doce semanas en donde se entrena fuerza, porque tiene que tener un núcleo o core estable, brazos y piernas muy entrenados. Y sesiones aeróbicas en donde hay que introducir valores cercanos a los que va a necesitar en el ascenso”, detalló Franchella.
El experto advirtió que forzar el entrenamiento para acortar plazos suele ser un error. Explica que el cuerpo necesita alternar niveles de esfuerzo y destaca que esa progresión, medida por los llamados umbrales de trabajo, solo debe realizarse bajo supervisión profesional. “Hay un tiempo biológico de nuestro cuerpo que requiere intensidades adecuadas durante un tiempo para ganar resistencia y otro tipo de intensidades que nos van a dar una fuerza un poco más explosiva para algunas situaciones”, destacó.

Además, Franchella subrayó la importancia de consultar a un nutricionista antes del ascenso. Advierte que las dietas bajas en carbohidratos, como la keto, no resultan adecuadas para esfuerzos físicos de esta magnitud, ya que los hidratos de carbono son el combustible principal en estas actividades. Añade que además se debe prestar atención al descanso y a la protección contra el frío.
Con respecto al botiquín, el Dr. Chiocconi sugirió que sea considerado esencial, aunque reconoció que muchas veces los excursionistas “al cargar la mochila se hace un bulto enorme y es pesadísima, y de las primeras cosas que se dejan afuera es el botiquín, y eso no está bueno”.
Experiencia, aclimatación y gestión de la energía
La aclimatación y la gestión prudente de la energía durante el recorrido resultan fundamentales para reducir incidentes y complicaciones de salud. La experiencia previa en montañas menos exigentes se traduce en un manejo más seguro de los ascensos y descensos. Chiocconi puntualizó: “La principal consideración y recomendación es que se vaya con guía. Es alguien que conoce la montaña y lo va a saber asesorar de la manera adecuada, tanto del equipo como una correcta planificación, y los tiempos de ascenso”.
Las recomendaciones de la CDC subrayan que en caso de presentarse síntomas de mal de altura se debe frenar el ascenso y, de agravarse, descender de forma inmediata. Franchella está de acuerdo, y añadió: “Algunos signos los podemos llamar neurológicos, son: la cefalea, el dolor de cabeza persistente que no cede con el reposo o hidratándose, porque hay males de montaña y otros elementos que provocan este tipo de dificultad. Cualquier mareo, cualquier dificultad para concentrarse, cambios del humor, apatía, irritabilidad, hay que tenerlos en cuenta. Otro sería una fatiga desproporcionada con el esfuerzo que está realizando, si siente palpitaciones o falta de aire”.

El deportólogo indicó, de manera terminante, que “cada vez que haya alguna situación de alerta o molestia, la solución es descender. Por lo tanto, tiene que estar adiestrado y con un guía que lo ayude a saber si va a mantenerse en ese lugar y descansar o no va a ascender. Y, por lo contrario, incluso la recomendación en esos casos sería descender una cantidad de metros al menos”.
Chiocconi aconseja recordar que la travesía “no termina en la cumbre, sino en la base, habiendo pasado idealmente por la cumbre, si ese era el deseo de la persona. No se debe hacer eso de ‘dejarlo todo por la cumbre’, porque hay un dicho que dice: ‘Lo más difícil es subir, lo más peligroso es bajar’”.
“Entiendo que habitualmente la persona que sube tiene algunos diálogos internos que dice ‘hay que continuar’, ‘falta poco’, o poner voluntad para superar algo que parece psicológico, pero no es el caso. Eso puede estar correspondiendo a un signo que el cuerpo está mandando y que debemos respetar”, concluye Franchella.
El ascenso al volcán Lanín permanece como meta para montañistas por su atractivo natural, aunque plantea exigencias médicas y físicas concretas. Se pone en evidencia la importancia de la prevención y el asesoramiento profesional para aventurarse en la alta montaña patagónica.
Últimas Noticias
Una nueva prueba rápida identifica bacterias implicadas en infecciones urinarias, posiblemente mejorando el tratamiento
Healthday Spanish

Queso alto en grasa, la nata podría proteger el cerebro contra la demencia
Healthday Spanish

Nuevo gel ayuda a que el esmalte dental vuelva a crecer
Healthday Spanish

Reducir las grasas saturadas ayuda a quienes tienen riesgo de enfermedades cardíacas, según una revisión
Healthday Spanish

La FDA añade advertencia sobre tumores cerebrales a la inyección anticonceptiva Depo-Provera
Healthday Spanish




