
El riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca a lo largo de la vida alcanza hoy al 24% de la población adulta, una proporción que refleja un aumento respecto a décadas anteriores y dimensiona la gravedad de este problema de salud pública.
Así lo advierte el informe actualizado de la Heart Failure Society of America, publicado en el Journal of Cardiac Failure, que alerta sobre el aumento sostenido de la prevalencia, la mortalidad cardiovascular y las complicaciones asociadas a esta enfermedad en Estados Unidos y en el mundo.
El riesgo implica un incremento respecto a estimaciones anteriores que situaban ese porcentaje en uno de cada cinco adultos. La prevalencia en Estados Unidos se estima en 6,7 millones de personas adultas, con proyecciones que prevén un crecimiento hacia 8,7 millones en 2030, 10,3 millones en 2040 y 11,4 millones en 2050.
Factores de riesgo y tendencias epidemiológicas

El análisis publicado por el Journal of Cardiac Failure identifica la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial y la enfermedad renal crónica como los principales factores que impulsan el crecimiento de casos.
En torno a un tercio de la población adulta estadounidense se encuentra en la llamada etapa de riesgo (etapa A), y entre el 24% y el 34% ya presenta pre-insuficiencia cardíaca (etapa B).
El riesgo es especialmente alto en personas con sobrepeso, presión arterial elevada, diabetes o daño renal. Destaca también que la proporción de adultos con tres o más condiciones cardiovasculares, renales o metabólicas se duplicó en las últimas dos décadas, agravando el escenario epidemiológico.

Disparidades demográficas y diferencias por sexo y edad
Las diferencias en la incidencia y prevalencia ajustadas por edad son marcadas entre distintos grupos poblacionales. El informe subraya que personas afrodescendientes, indígenas estadounidenses y nativos de Alaska tienen tasas más elevadas de insuficiencia cardíaca y de mortalidad por esta causa. Entre los adultos afroamericanos jóvenes y de mediana edad la prevalencia supera ampliamente la de sus pares blancos.
En cuanto al sexo, las mujeres registran mayor riesgo de insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada, mientras que los hombres presentan índices superiores en la forma con fracción de eyección reducida. Después de los 80 años, la enfermedad afecta más a mujeres, aunque de los 20 a los 79 años la incidencia es mayor en varones.
Impacto en mortalidad, hospitalizaciones y calidad de vida
La insuficiencia cardíaca repercute en la esperanza y calidad de vida, así como en la utilización de servicios de salud. En 2021 se reportaron 1,2 millones de hospitalizaciones primarias por esta causa en Estados Unidos, una cifra que fue en aumento desde 2014.

Las hospitalizaciones afectan de manera desproporcionada a la población afrodescendiente y a adultos jóvenes y mayores de 80 años. El pronóstico tras la hospitalización sigue siendo grave: entre quienes tienen más de 65 años, la tasa de mortalidad al año del alta llega al 35%.
De forma general, la insuficiencia cardíaca reduce la esperanza de vida de siete a quince años en adultos de 65 a 85 años, y la mortalidad anual en pacientes ambulatorios se sitúa en el 13,5%.
Brechas en el tratamiento y llamado a la acción
Pese a los avances en la comprensión y las guías clínicas, persisten grandes brechas en el acceso y la aplicación de tratamientos efectivos. Menos de uno de cada cuatro pacientes elegibles con insuficiencia cardíaca y fracción de eyección reducida recibe la terapia médica cuádruple recomendada por las directrices.
La infrautilización de terapias basadas en la evidencia, junto con las desigualdades en el acceso a la atención y los determinantes sociales de la salud, mantienen tasas elevadas de mortalidad y hospitalización, especialmente en comunidades vulnerables.

“La insuficiencia cardíaca es una epidemia creciente que afecta a millones de personas de todos los grupos demográficos”, señaló Gregg C. Fonarow, de la Universidad de California en Los Ángeles, en declaraciones recogidas por el Journal of Cardiac Failure.
El documento subraya la urgencia de mejorar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento, y de abordar las disparidades estructurales que perpetúan las inequidades en los resultados de salud.
Según el informe, frente al aumento sostenido de la mortalidad y la subutilización persistente de terapias eficaces, resulta urgente priorizar estrategias que fortalezcan la prevención, el acceso al diagnóstico temprano y la implementación de tratamientos basados en la mejor evidencia en la lucha contra la insuficiencia cardíaca.
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