
El 22 de julio es el Día Mundial del Cerebro, y con esta efeméride reaparecen frases conocidas, como la afirmación de que solo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral.
Aunque popularizada por libros, películas y discursos de autoayuda, esta idea no tiene respaldo científico. De hecho, las neurociencias demuestran que el cerebro humano está activo en su totalidad, incluso en reposo o durante el sueño.
¿De dónde surge el mito del 10%?

La idea de que utilizamos solo una parte reducida del cerebro se remonta al siglo XX, aunque su origen exacto es difuso. Uno de los antecedentes más citados es una frase del psicólogo y filósofo William James, quien en su libro Las energías del hombre (1907) escribió que “solo utilizamos una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos”. James se refería al potencial humano, no al volumen cerebral ni al funcionamiento neuronal, pero su expresión fue malinterpretada y luego amplificada.
En 1936, el periodista Lowell Thomas retomó esta idea en el prólogo del libro de Dale Carnegie Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”. Allí se popularizó la cifra del 10%, que nunca había sido mencionada por James. Incluso se atribuyó erróneamente a Albert Einstein haber afirmado que su genialidad se debía a que él podía usar una mayor proporción de su cerebro, aunque nunca se halló evidencia de tal cita.
El mito ganó fuerza con el tiempo, alimentado por ficciones como las películas “Lucy” o “Sin límites”, que suponen que desbloquear zonas ocultas del cerebro podría dotar al ser humano de capacidades extraordinarias. El atractivo radica en la idea de que hay un enorme potencial sin explotar, pero la ciencia cuenta otra historia.
¿Qué sabemos hoy sobre el uso del cerebro?

“Siempre estamos utilizando todo nuestro cerebro”, explicó Erin Hecht, profesora adjunta de neurociencia evolutiva en la Universidad de Harvard, en una entrevista con Live Science. Esta afirmación es compartida por otros expertos, como Mila Halgren, investigadora del Instituto McGovern del MIT, quien destacó que el cerebro humano está en constante funcionamiento, incluso durante el sueño.
Aunque representa solo el 2% del peso corporal, el cerebro consume alrededor del 20% de la energía del cuerpo. Este gasto energético se mantiene incluso cuando no estamos realizando tareas cognitivas complejas. “Nuestro cerebro está en constante uso y consume una enorme cantidad de energía”, dijo Halgren. “Incluso mientras dormimos, permanece intensamente activo”.
Gracias a las técnicas modernas de neuroimagen, como la resonancia magnética funcional (fMRI), se puede observar que incluso acciones simples como cerrar el puño o hablar activan amplias regiones cerebrales. El mito del 10% no se sostiene ante esta evidencia.
Por qué este mito suena tan creíble

La persistencia de esta creencia podría explicarse por varias confusiones. Una de ellas es la diferencia entre neuronas y células gliales: estas últimas componen cerca del 90% de las células cerebrales y cumplen funciones de soporte, nutrición y protección. Como no están implicadas directamente en el “pensamiento”, algunos asumieron que el cerebro estaba subutilizado.
Otro factor fue la observación de casos extremos, como pacientes con daños cerebrales importantes que conservaban habilidades cognitivas. Un ejemplo clásico es el de personas con hidrocefalia severa, analizadas por el pediatra británico John Lorber en la década de 1980. Si bien estos casos demuestran la enorme capacidad de adaptación del cerebro, no significan que haya zonas ociosas esperando a ser aprovechadas.
Además, las neuronas necesitan mantenerse activas para sobrevivir. Si no se utilizan, se degeneran y mueren. No hay lugar para el ocio en el tejido cerebral.
¿Podemos usar más de nuestro cerebro?

La pregunta está mal planteada. No se trata de “usar más” sino de cómo usamos el cerebro. “Puedes aumentar tu capacidad intelectual, pero no hay ningún truco que te lo permita”, afirmó Halgren. Factores como el sueño adecuado, el ejercicio, una dieta equilibrada y el manejo del estrés contribuyen al mejor funcionamiento cerebral. La llamada “plasticidad neuronal” permite que aprendamos cosas nuevas y desarrollemos nuevas conexiones entre neuronas, pero no implica activar regiones dormidas.
Incluso hay limitaciones físicas: el cerebro es un órgano denso y exigente en términos metabólicos. Según el neurocientífico Dean Burnett, no se puede activar todo al mismo tiempo sin comprometer el suministro de sangre y oxígeno. “Es como un restaurante con 100 mesas, pero solo tres camareros. Aunque todo el restaurante esté en uso, solo se pueden atender algunas mesas a la vez”.
Por último, desde el punto de vista evolutivo, no tendría sentido que la naturaleza desarrollara un cerebro diez veces más grande de lo necesario. Su tamaño ya representa un alto costo biológico, especialmente durante el nacimiento humano.
Cómo se sostiene una idea sin sustento

“Es un mito muy extraño”, opinó Julie Fratantoni, neurocientífica cognitiva y jefa de operaciones del Proyecto BrainHealth de la Universidad de Texas en Dallas. Añadió que ni siquiera queda claro a qué se refiere el supuesto 10%: ¿volumen?, ¿actividad eléctrica?, ¿oxigenación?, ¿metabolismo?
Lo cierto es que, como muchos mitos populares, la idea persiste porque ofrece una promesa atractiva: la de un potencial oculto esperando a ser desbloqueado. “Quizás la cifra del 10% es muy atractiva porque es tan baja que ofrece un potencial enorme para mejorar”, escribió el neurocientífico Sergio Della Sala. Sin embargo, ese potencial no está escondido: se cultiva, se entrena y depende de lo que hacemos con lo que ya tenemos.
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