
Con la llegada del frío, la piel suele lucir más opaca, tirante y con señales visibles del paso del tiempo. Es en esta época, cuando la exposición solar disminuye y la humedad ambiental cae, que los especialistas coinciden en que es el momento óptimo para iniciar tratamientos de renovación cutánea. Los peelings químicos y los procedimientos con láser se posicionan entre las estrategias más efectivas para mejorar la textura, la luminosidad y el tono del rostro. La clave está en elegir bien, preparar la piel con tiempo y aplicar los cuidados adecuados para evitar efectos adversos.
“El invierno es ideal para iniciar tratamientos renovadores porque la radiación solar es menor y eso reduce los riesgos de irritación o manchas post procedimiento”, señaló el médico dermatólogo de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) Christian Sánchez Saizar (MN 97.895).
Con él coincidió la médica dermatóloga Agustina Vila Echagüe (96.999), quien indicó que “el frío ayuda a descongestionar más rápido la piel” y que “al haber menos exposición solar, el enrojecimiento que provocan los peelings no genera tanta pigmentación residual post-peeling”.
El médico especialista en cirugía plástica y reparadora Alfredo Romero (MN 105.550) también señaló que “el clima frío es el aliado perfecto para iniciar terapias dermatológicas más intensas como los peelings con ácidos o los tratamientos con láser”, ya que “en los meses más fríos, los rayos solares no impactan directamente, los días son más cortos y hay menos actividades al aire libre”. Esto permite, según su explicación, asegurar “una recuperación más segura, con menor riesgo de efectos adversos y mejores resultados a largo plazo”.
Por qué el invierno es el mejor momento para renovar la piel

El denominador común entre peelings y láseres es que ambos procedimientos generan una sensibilización temporal de la piel. Esto implica mayor vulnerabilidad ante la radiación ultravioleta, incluso en exposiciones cortas o indirectas. “Tanto los tratamientos con ácidos (como el glicólico, salicílico, mandélico o retinoico) como los láseres fraccionados, ablativos o no ablativos, sensibilizan la piel y la hacen más vulnerable a la radiación ultravioleta”, afirmó Romero.
Por esta razón, durante el verano o los meses cálidos, cuando se incrementa el tiempo al aire libre, los especialistas desaconsejan su aplicación, salvo indicación precisa y bajo vigilancia médica. El invierno, en cambio, ofrece un marco más favorable para una recuperación paulatina, con menor riesgo de manchas, hiperpigmentaciones o irritaciones persistentes.
Qué es un peeling químico y qué beneficios ofrece

“El peeling es un tratamiento que actúa exfoliando las capas más superficiales de la piel, eliminando células muertas y dejando al descubierto una piel más luminosa y uniforme”, explicó Sánchez Saizar. Este procedimiento se indica para una variedad de objetivos dermatológicos, desde tratar manchas, poros dilatados o secuelas de acné, hasta atenuar arrugas finas y mejorar la textura cutánea. “Es muy versátil: sirve para tratar acné, manchas, cicatrices, arrugas finas y falta de luminosidad. Se puede realizar desde la adolescencia hasta etapas más avanzadas”, detalló el dermatólogo.
Vila Echagüe subrayó que los peelings también pueden usarse como preparación previa a tecnologías más intensivas. “Los peelings pueden usarse como paso previo a tratamientos más intensivos, porque exfolian, afinan la piel y permiten obtener mejores resultados cuando luego se aplica láser o tecnología fraccionada. Mejora la textura y receptividad de la piel, lo que permite potenciar los efectos de los productos aplicados posteriormente”, precisó.
Dentro de las variantes disponibles, una opción específica que gana popularidad en invierno es el peeling periocular, focalizado en la zona de los ojos. “El peeling periocular es una excelente opción para mejorar la apariencia de la zona alrededor de los ojos”, indicó Sánchez Saizar. Según el especialista, este procedimiento utiliza una combinación de ácido glicólico, ácido cítrico, ácido fítico y ácido lactobiónico que “exfolia suavemente y estimula la renovación celular”. El objetivo es atenuar líneas de expresión, mejorar la pigmentación y aportar mayor luminosidad sin comprometer la delicadeza de la zona.
El rol de los ácidos: aliados del recambio celular

Los ácidos aplicados tópicamente cumplen una función clave en la rutina de cuidado de la piel: estimulan el recambio celular, afinan la superficie cutánea, desobstruyen poros y corrigen imperfecciones. “Los ácidos son grandes aliados para mantener la piel saludable, luminosa y uniforme”, afirmó Vila Echagüe. Entre sus beneficios se cuentan la mejora del tono, la reducción de manchas, la disminución de poros visibles y la prevención del envejecimiento prematuro.
Cada tipo de ácido tiene indicaciones particulares, en función del objetivo buscado y del tipo de piel. Vila Echagüe detalló:
- Ácido glicólico: de bajo peso molecular, penetra con mayor profundidad. “Ideal para pieles fotoenvejecidas, engrosadas o con manchas”.
- Ácido mandélico: actúa de forma más superficial, lo que lo convierte en una opción adecuada “para pieles sensibles o con tendencia al acné”.
- Ácido láctico: más suave e hidratante. “Es una buena opción para quienes se inician en el uso de ácidos”.
- Ácido azelaico: recomendado en casos de “rosácea, acné inflamatorio y pigmentación”.
Romero sumó a la lista el ácido salicílico y el ácido retinoico, ambos utilizados en contextos específicos como el acné o el fotodaño. “Los peelings químicos con ácidos permiten renovar las capas superficiales de la piel, eliminando células muertas, manchas y mejorando la luminosidad”, afirmó.
Láser fraccionado y tecnologías intensivas: cuándo conviene aplicarlos

Mientras que los ácidos actúan en las capas más superficiales, los procedimientos con láser permiten una intervención más profunda, que estimula la regeneración tisular y la síntesis de colágeno. “Los tratamientos con láser pueden estimular la producción de colágeno, mejorar la firmeza cutánea, atenuar arrugas finas y tratar pigmentaciones o lesiones vasculares”, explicó Romero.
Estas terapias, que pueden ser fraccionadas, ablativas o no ablativas, requieren mayor tiempo de recuperación y suelen generar un efecto visible de descamación o enrojecimiento. Por eso, se recomienda realizar una preparación previa con peelings suaves para optimizar la respuesta cutánea.
Preparación y cuidados antes y después del tratamiento

La etapa de preparación es central para garantizar resultados eficaces y prevenir complicaciones. “Utilizar productos con ácido glicólico o retinoides en las semanas previas al peeling mejora la textura de la piel, afina la superficie y potencia significativamente los resultados del procedimiento”, indicó Sánchez Saizar. Sin embargo, una vez realizado el tratamiento, es necesario suspender esos activos. “Es fundamental suspender el uso de estos ácidos después del peeling durante al menos una semana, para permitir que la piel se recupere correctamente y evitar irritaciones o efectos adversos”, advirtió.
Vila Echagüe coincidió en la necesidad de ajustar la rutina post-procedimiento: “Después del peeling, debemos suspender el uso de ácidos y enfocarnos exclusivamente en cremas con ácido hialurónico, hidratantes ricas y, por supuesto, protector solar todos los días”. Además, subrayó que “el uso debe ser personalizado y supervisado, sobre todo en pieles sensibles o con patologías previas”.
Romero agregó recomendaciones adicionales: “Usar protector solar todos los días, incluso si el día está nublado o no salimos de casa. Evitar fuentes de calor directo, como duchas muy calientes, en los días posteriores al tratamiento. Hidratar la piel con productos específicos”.
¿A qué edad conviene empezar a usar ácidos?

El inicio del uso de ácidos tópicos depende del estado y las necesidades de la piel. “Si hay una patología como el acné, se pueden indicar ácidos como el salicílico o el retinoico desde edades tempranas, incluso desde la adolescencia”, explicó Vila Echagüe. Sin embargo, advirtió que “las pieles en menores que no están desarrollados hormonalmente no tienen necesidad de incorporar ácidos o peelings”. Y agregó: “Si los usamos sin indicación, podemos provocar irritación, eczema, enrojecimiento y hasta manchas. Es decir, podríamos generar problemas en una piel que estaba sana”.
A partir de los 35 años, el consejo es más claro: “Salvo en el caso de embarazo, todas las mujeres deberíamos incluir al menos un ácido en la rutina”, señaló la especialista de la SAD. “Estos activos no solo ayudan con la renovación celular, sino que también aportan luminosidad, brillo y mejoran visiblemente la textura de la piel”.
La recomendación general es iniciar el uso de ácidos de forma progresiva y bajo seguimiento dermatológico. “Siempre de noche, después de la limpieza y antes de hidratar. Comenzar de forma progresiva y alternada (1 a 3 veces por semana). Aplicar protector solar todos los días, incluso nublados”, resumió Vila Echagüe.
Un cuidado personalizado

El consenso entre especialistas es claro: el invierno es una ventana estratégica para realizar tratamientos dermatológicos intensivos. Pero no existen fórmulas universales. La elección del procedimiento, los activos y la frecuencia deben adaptarse a cada tipo de piel, su historia clínica y sus necesidades.
“El uso de ácidos debe ser siempre evaluado por un dermatólogo”, concluyó Vila Echagüe. Solo así es posible diseñar un plan seguro y eficaz para revitalizar la piel sin correr riesgos innecesarios.
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