Fabricio Ballarini, divulgador científico y doctor en ciencias biológicas, habló en Infobae en Vivo sobre el uso del celular en los adolescentes. Entre otras cosas, se refirió a un estudio realizado con 838 casos de chicos entre 11 y 18 años, provenientes de colegios de la región del AMBA.
“Los datos que tenemos están relacionados con la adolescencia y el proceso de transición entre la niñez, la preadolescencia y la adolescencia, donde el celular se convierte en un eje de conflicto para los padres. Este conflicto se intensifica a medida que los chicos crecen y avanzan en la secundaria. Los jóvenes no utilizan el celular para trabajar, sino que el tiempo de uso se destina principalmente a las redes sociales. A medida que avanzan en su educación, aumenta el tiempo de uso, alcanzando, por ejemplo, una hora más”, planteó.
Y reveló: “Los resultados del estudio son preliminares, pero señalan que los adolescentes pasan aproximadamente cinco horas y media al día en sus celulares, lo que equivale a 77 días al año”.
“Comenzamos a notar una correlación. Los colegios nos informaron que observaban cambios en el humor y niveles de ansiedad en los chicos. Recogimos datos para medir variables relacionadas con la salud mental, como la ansiedad autoevaluada y la depresión. Aunque el dato no es causal, ya que no sabemos si el uso del celular es directamente responsable, sí notamos que aquellos que usan el celular más de seis horas al día experimentan comportamientos adictivos, como la incapacidad de dejar el dispositivo, y mencionan dolores en los dedos o la incomodidad al ser observados mientras lo usan”, repasó el especialista.

En tanto, advirtió que observaron una clara correlación “entre los adolescentes que consumen mucho contenido en el celular y aquellos que lo usan poco”. El estudio mostró, por ejemplo, que el 50% del tiempo que los jóvenes pasan en sus teléfonos está dedicado a TikTok.
“Cuando se les pide a los chicos que tomen conciencia del tiempo que pasan frente a la pantalla, suelen reírse. Hemos observado que algunos jóvenes tienen picos de uso de 12, 13 y hasta 14 horas diarias, a los 13 o 14 años”, dijo Ballarini.
Al tiempo que amplió: “Muchas madres empezaron a compartir que les daban el celular a sus hijos de 8 o 9 años, quienes llegaban a pasar fácilmente 9 horas al día en sus dispositivos. Los algoritmos de TikTok son adictivos; no fomentan un proceso cognitivo de aprendizaje, y la interfaz está diseñada para mantener al usuario enganchado, ofreciéndole contenido que le interesa para que no pueda salir de la plataforma”.
Ballarini destacó que el quiebre de esta dinámica está ubicado en 2017, “cuando se popularizaron los smartphones con muchas funciones y muy buena conectividad”.
“Lo que intentamos hacer es que cuando le contamos esta información a los chicos, vayan y se lo cuenten a los padres Es importante observar qué medidas están implementando otros países en relación con el uso de celulares, su prohibición, control y prevención”, dijo el divulgador.
En los lugares donde se reportaron estos datos, Ballarini afirmó que notificaron a las autoridades de los colegios, “y como resultado se implementaron restricciones en el uso del celular, especialmente en los primeros años de la secundaria. En algunos casos, se prohibió el uso del dispositivo, y los reportes comenzaron a ser positivos: los chicos charlan más entre ellos, juegan a las cartas, están más tranquilos, y han vuelto a juegos que habían desaparecido debido al uso excesivo del celular”.
Para Ballarini, “si el consumo de celulares está asociado con ansiedad y depresión, es un claro llamado de atención. En otros países donde esta problemática ya es más conocida y surgió antes, se habla del uso pasivo del celular y la tecnología. En otros países hay planteos y prohibiciones que llegaron a algunos estados de Estados Unidos, Australia y España, por ejemplo”.
“El tiempo frente a la pantalla no se limita solo al celular, sino que también incluye la televisión, la computadora, entre otros dispositivos. Lo que se señala es que hay una diferencia entre usar el celular como una herramienta de producción (para crear un dibujo, una canción o una foto), que requiere esfuerzo, y la situación pasiva de estar horas y horas frente a la pantalla sin ningún gasto de energía, simplemente por placer. En muchos chicos que juegan a la PlayStation o a la computadora, se reduce el tiempo de parpadeo, se cansan y, en algunos casos, dejan de ir al baño o casi no comen”, ejemplificó el experto.
La adicción a la tecnología y el cerebro humano
El especialista se refirió a un estudio fundacional realizado años atrás “sobre cómo se genera una adicción”: “Fue realizado con roedores y el experimento es muy simple de observar. Se coloca una rata privada de agua y comida, y el animal explora todo buscando qué puede conseguir. Por casualidad, encuentra un botón que, al presionarlo, le da una gota de agua. Este comportamiento se programa y la rata aprende que debe presionar el botón cinco o seis veces para recibir comida o algo más”.

“En un momento, se desregula ese patrón y la rata no sabe si debe presionar una o cinco veces para recibir el premio. A veces, el premio es comida, agua o incluso cocaína. Eventualmente, el animal no deja de presionar el botón, ya que no sabe cuándo llegará el premio. Es lo mismo que ocurre con nuestro cerebro, que constantemente necesita ‘tocar el botón’ porque no sabe cuándo vendrá la recompensa. Solo recibe la gratificación cuando toca el botón. Es el ciclo de recompensa del cerebro”, resaltó Ballarini.
Según su visión, “este fenómeno no está limitado a las redes sociales, sino que se encuentra en muchos otros lugares, incluso en aplicaciones con algoritmos que otorgan ‘premios’ o ‘puntos’. Los algoritmos nunca se muestran, ya que son parte del negocio. El peligro radica en no entender cómo nos tienen atrapados”.
Por último, Ballarini advirtió sobre los peligros de la tecnología sin control: “Existe una falta de educación y conocimiento para desarrollar estrategias más efectivas. Hay, por ejemplo, adicción a la pornografía en niños. Se les da el celular sin control, y la pornografía es un estímulo adictivo para ciertos grupos de edad, ya que genera un placer que se repite. Hay chicos que comienzan a consumir pornografía a los 11 o 12 años.”
“El celular puede ser una puerta a cosas geniales, pero también a algo peligroso, como los problemas que hemos mencionado o, también, las apuestas”, cerró el experto.
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