
El cáncer de tiroides, a pesar de ser una de las neoplasias menos letales, está experimentando un incremento notable en su incidencia. Con el avance en la tecnología de diagnóstico y un mayor acceso a pruebas especializadas, muchas personas son diagnosticadas de manera incidental, lo que ha generado un aparente aumento en los casos. Sin embargo, este tipo de cáncer presenta una particularidad importante: su pronóstico suele ser favorable, especialmente cuando se detecta en etapas tempranas.
El rol de la tiroides en el organismo
La tiroides es una glándula endocrina en forma de mariposa ubicada en la parte inferior del cuello. Aunque de tamaño pequeño, su función es vital para el organismo, ya que regula numerosas funciones metabólicas, neurológicas y cardíacas. Su principal tarea es la producción de hormonas tiroideas, que son fundamentales para el metabolismo y el funcionamiento de casi todos los sistemas del cuerpo, desde el cerebro hasta el corazón y los intestinos.
Estas hormonas tiroideas, en particular la T3 (triyodotironina) y la T4 (tiroxina), influencian la temperatura corporal, el ritmo cardíaco, el gasto energético y la función digestiva, entre otras. De hecho, cualquier alteración en su producción puede causar efectos en cadena en la salud general del organismo. Por ejemplo, un exceso de hormonas tiroideas puede desencadenar hipertiroidismo, mientras que una producción insuficiente puede llevar al hipotiroidismo, condiciones que afectan seriamente el bienestar de la persona.

Cuáles son los síntomas del cáncer de tiroides
El cáncer de tiroides en sus primeras etapas no suele presentar síntomas evidentes, lo que complica su detección temprana. A menudo, los tumores se descubren de manera incidental durante estudios de imágenes realizados por otras razones, como tomografías o ecografías. No obstante, algunos síntomas pueden alertar sobre la presencia de esta enfermedad, aunque es importante destacar que no todos los nódulos tiroideos son cancerosos.

Los principales síntomas del cáncer de tiroides incluyen la aparición de un bulto o nódulo palpable en el cuello, que puede ser notado por el propio paciente o durante un examen físico. A medida que el tumor crece, pueden presentarse otros signos como:
- Cambios en la voz: La ronquera persistente es una señal común, ya que el tumor puede afectar las cuerdas vocales o los nervios cercanos.
- Dificultad para tragar o respirar: Los tumores de mayor tamaño pueden presionar estructuras cercanas, generando estos problemas.
- Dolor en el cuello o en la garganta: A menudo relacionado con la inflamación de la glándula o los ganglios linfáticos cercanos.
- Hinchazón de los ganglios linfáticos: La presencia de nódulos inflamados en el cuello puede indicar que el cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos.
Qué tratamientos existen para el cáncer de tiroides

El tratamiento del cáncer de tiroides ha avanzado significativamente en los últimos años, con opciones que van desde la cirugía hasta enfoques menos invasivos, como la terapia con microondas. Las opciones de tratamiento dependen principalmente del tipo de cáncer de tiroides, su tamaño, su localización y el estado general de salud del paciente.
Cirugía
La cirugía es el tratamiento más común para el cáncer de tiroides. Consiste en la extirpación de la glándula tiroides afectada, un procedimiento conocido como tiroidectomía. Dependiendo de la extensión del cáncer, puede ser necesario extirpar solo una parte de la glándula (tiroidectomía parcial) o la glándula completa (tiroidectomía total). En algunos casos, los ganglios linfáticos cercanos también pueden ser removidos si se sospecha que el cáncer se ha diseminado. Tras la cirugía, muchos pacientes necesitan terapia de reemplazo hormonal de por vida, ya que la tiroides ya no podrá producir las hormonas necesarias para el organismo.
Terapia con yodo radiactivo
En muchos casos, después de la cirugía, se realiza una terapia con yodo radiactivo para eliminar cualquier célula tiroidea restante que pueda haber quedado, incluso si es cancerosa. Este tratamiento se utiliza especialmente en el cáncer diferenciado, el tipo más común de cáncer de tiroides, que incluye variantes como el papilar y el folicular. El yodo radiactivo se concentra en las células de la tiroides, destruyéndolas de manera selectiva.
Radioterapia y terapias dirigidas
La radioterapia también puede ser utilizada en casos más avanzados o cuando el cáncer no responde completamente al yodo radiactivo. Además, existen terapias dirigidas, que son tratamientos más específicos que atacan células cancerosas en particular sin afectar tanto a las células sanas. Estas terapias suelen aplicarse cuando el cáncer presenta características más agresivas.
Terapia de microondas
Recientemente, un estudio publicado en la revista Radiology ha mostrado que la ablación por microondas, un tratamiento menos invasivo, podría ofrecer resultados similares a los de la cirugía. Este enfoque utiliza calor para destruir los tumores en la tiroides, sin necesidad de realizar una intervención quirúrgica. La ventaja de esta técnica es que es menos invasiva, tiene menos efectos secundarios y, en muchos casos, preserva la función tiroidea. De hecho, el procedimiento de microondas tiene una menor tasa de complicaciones y tiempos de recuperación más rápidos que la cirugía convencional
Pronóstico y control posterior
En términos de pronóstico, el cáncer de tiroides tiene una alta tasa de curación, especialmente en los casos detectados en etapas tempranas. Según especialistas, “la mayoría de los cánceres de tiroides se pueden curar con tratamiento”. Sin embargo, el pronóstico depende del tipo específico de cáncer y de la rapidez con que se haya detectado.
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