
Los ataques de pánico son un tipo de trastorno de ansiedad durante el cual la persona tiene sensaciones repetitivas de intenso miedo de que algo malo pueda ocurrir.
En tanto, en el caso de los llamados ataques de pánico nocturnos pueden ocurrir sin un desencadenante aparente y despertar a la persona del sueño. Según el doctor Craig N. Sawchuk, de Mayo Clinic, de Estados Unidos, “al igual que con los ataques de pánico diurnos, puedes tener sudoración, frecuencia cardíaca rápida, temblores, falta de aire, respiración excesiva (hiperventilación), sofocos o escalofríos, y la sensación de que algo muy malo va a suceder pronto”. Estos síntomas pueden confundirse con los de un ataque al corazón u otras enfermedades graves. Sin embargo, “aunque los ataques de pánico son desagradables, no son peligrosos”, planteó el experto.
Estos episodios suelen durar pocos minutos, pero recuperar la calma y conciliar el sueño nuevamente puede tomar más tiempo. Las personas que experimentan ataques de pánico nocturnos también pueden sufrirlos durante el día. “No se sabe qué es lo que causa los ataques de pánico. Algunos de los factores subyacentes pueden ser la genética, el estrés y ciertos cambios en la forma en que funcionan algunas partes del cerebro”, explicó Sawchuk. Además, ciertas afecciones preexistentes, como trastornos del sueño o problemas de tiroides, pueden generar síntomas similares.
Ante la presencia de estos episodios, es recomendable consultar a un profesional para evaluar la necesidad de estudios que descarten afecciones subyacentes. “El tratamiento —la terapia cognitivo-conductual, los medicamentos o ambos— puede ayudar a prevenir los ataques de pánico y a reducir su intensidad cuando se presenten”, señaló el especialista del mencionado centro de salud.

Juan Eduardo Tesone, profesor de la Universidad del Salvador y de la Universidad de París-Nanterre, en Francia, y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue consultado al respecto por Infobae y explicó que “el ataque de pánico es, en realidad, un ataque de angustia que aparece de manera inesperada y genera una sensación de muerte inminente. Esto suele ir acompañado de síntomas somáticos como palpitaciones, sudoración y aumento de la temperatura corporal. Estas reacciones pueden confundirse con problemas orgánicos, como un infarto de miocardio. Ante estos síntomas, lo más urgente es acudir a una guardia médica para descartar cualquier patología orgánica”.
Según Tesone, “este tipo de episodios pueden ocurrir en cualquier momento del día. Sin embargo, la noche tiene una connotación especial, ya que para dormirse, la persona debe desprenderse de la ‘armadura’ que la protege durante el día de un mundo externo que puede percibir como hostil. Al llegar la noche y el momento de dormir, el individuo se enfrenta a un estado regresivo en el que debe dejarse ir al sueño. Esto puede hacer que se sienta particularmente indefenso, especialmente quienes viven en soledad. En estos casos, puede surgir un sentimiento de angustia que se intensifica a medida que avanza la noche y la persona no logra conciliar el sueño”.
Qué hacer ante un ataque de pánico
Frente a una crisis de pánico, Tesone coincidió con el experto de Mayo Clinic con que se debe “solicitar asistencia médica. Si dispone de un servicio de urgencias, debe llamarlo. De lo contrario, puede pedir ayuda a alguien, ya que la persona no estará en condiciones de manejar ni de utilizar transporte público. Como primera medida, se debe descartar que haya una causa orgánica subyacente. En algunos casos, lo que parece ser un ataque de pánico puede ser la manifestación de un problema hepático, cardíaco o incluso un trastorno auditivo que afecte el equilibrio. Una vez que un médico de guardia descarte una patología física, se puede considerar que se trata de una crisis de angustia o un ataque de pánico”.

“Si se confirma que se trata de un cuadro de angustia, el profesional puede indicar medicación, como ansiolíticos, para reducir el malestar. Sin embargo, la angustia es al psiquismo lo que la fiebre es al cuerpo: una señal de que algo no está funcionando bien. Así como se administra un antipirético para bajar la fiebre mientras se investigan sus causas, en el caso del ataque de pánico es importante abordar el origen del conflicto que lo provoca”.
Finalmente, Tesone recomendó realizar una consulta psicológica, ya que “los ataques de pánico tienden a repetirse”. La terapia puede ayudar a la persona a “reflexionar sobre la causa del problema y comprender por qué se están generando estos episodios”.
En MedlinePlus, el sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, se señala que “una crisis o ataque de pánico comienza de repente y con mucha frecuencia alcanza su punto máximo al cabo de 10 a 20 minutos. Algunos síntomas pueden continuar durante una hora o más. Un ataque de pánico se puede confundir con un ataque cardíaco”. Según los mismos especialistas, “una persona con trastorno de pánico a menudo vive con miedo de otro ataque y puede sentir temor de estar sola o lejos de la ayuda médica”.
En cuanto al diagnóstico, MedlinePlus ha postulado: “Se deben descartar otros trastornos médicos antes de poder diagnosticar un trastorno de pánico”. Además, advierten que “también se deben considerar los trastornos relacionados con el abuso de sustancias, dado que los síntomas pueden parecerse a ataques de pánico”.

A su turno, el doctor Marcelo Toyos, secretario científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), planteó a Infobae que los ataques de pánico nocturnos “son frecuentes y deben ser considerados dentro del funcionamiento de la actividad mental, que continúa incluso mientras dormimos. Un ejemplo de esto son los sueños, que funcionan como una forma de procesar la angustia”.
Según Toyos, “cuando los sueños no son suficientes para absorber la angustia en una persona que padece un trastorno de ansiedad, puede producirse un ataque de pánico durante la noche. Esto es bastante común y suele generar mayor temor, ya que la persona se despierta abruptamente en medio de la crisis, sin haber recibido ninguna señal previa. Si durante el día los ataques de pánico no presentan advertencias, durante el sueño estas señales son aún menos perceptibles, lo que hace que el episodio aparezca de manera repentina”.
En cuanto al abordaje de estos episodios, el especialista señaló que “el tratamiento nocturno de estos episodios suele incluir la administración de un ansiolítico puntual para controlar el ataque de pánico. Sin embargo, es fundamental que la persona cuente con un tratamiento psiquiátrico de base y, en lo posible, reciba acompañamiento psicoterapéutico o psicoanalítico”.
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