
Un estudio realizado en la Escuela de Ciencias Biológicas Charlie Dunlop, en colaboración con el Centro de Investigación en Humanidades de Oxford, ha identificado un vínculo muy importante entre la pérdida del olfato y la inflamación en un número asombroso de 139 enfermedades neurológicas, somáticas y congénitas/hereditarias.
La investigación, publicada en Frontiers in Molecular Neuroscience, y dirigida por el profesor emérito Michael Leon y las investigadoras Cynthia Woo y Emily Troscianko, analiza una conexión poco conocida, pero que puede cambiar la vida: el papel que desempeña el sentido del olfato en el mantenimiento de la salud física y mental.
Los científicos afirmaron que la disfunción olfativa ocurre temprano en el desarrollo de algunas afecciones médicas: “La pérdida olfativa aparece mucho antes de cualquier otro síntoma de Parkinson, y de manera similar, es un signo temprano de la enfermedad de Alzheimer, siendo la vía olfativa la primera parte del cerebro que se deteriora en esa enfermedad.

La pérdida olfativa también precede a la depresión, eventos cardíacos importantes y esclerosis múltiple; por lo tanto, la disfunción olfativa parece ser un síntoma prodrómico de estas afecciones”, dijeron los investigadores.
La doctora Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN: 81701), experta en olfato-alergista, expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA) explicó a Infobae: “El sentido del olfato ha sido durante muchísimos años desacreditado, infravalorado y subestimado, con respecto a los otros sentidos como la vista y la audición. Este sentido maravilloso, pero a su vez muy complejo, nos brinda la capacidad de oler y tener sabor mientras comemos o bebemos”.
Y añadió: “Y la posibilidad de oler, de poder distinguir, percibir y disfrutar los diversos olores siempre, es una acción que nos aporta un abanico de sensaciones, emociones, sentimientos, placeres, y vigilancia, nos da seguridad en nuestra vida diaria frente a la presencia de humo y en conjunto brindan bienestar y calidad de vida”.

La anosmia es la pérdida total del olfato, es la incapacidad de oler. Suele aparecer de manera brusca o súbita, según distintas causas.
Por qué se pierde el olfato
En cuanto a las causas desencadenantes del daño al sistema olfativo, existen varias posibilidades, dijeron los investigadores del estudio citado: “Una es que exista un mecanismo común que afecte tanto al sistema olfativo como a varios objetivos neurológicos y somáticos. Otra es que las afecciones neurológicas y somáticas produzcan algo que degrade el sistema olfativo. Una tercera posibilidad es que el sistema olfativo produzca algo que ponga al cerebro y al cuerpo en riesgo de contraer enfermedades o de expresar los síntomas de esas enfermedades. Un producto común de la enfermedad es la inflamación, y existe una fuerte relación entre la disfunción olfativa y la inflamación elevada”.
Este hallazgo podría tener implicaciones clave para mitigar los síntomas y posiblemente incluso reducir la aparición de ciertas enfermedades a través de la estimulación olfativa terapéutica.

El uso terapéutico del aroma
“Los datos son particularmente interesantes porque ya habíamos descubierto que el enriquecimiento olfativo puede mejorar la memoria de los adultos mayores en un 226 por ciento”, afirmó Leon. “Ahora sabemos que los aromas agradables pueden reducir la inflamación, lo que podría indicar el mecanismo por el cual dichos aromas pueden mejorar la salud cerebral”.
Al demostrar cómo el enriquecimiento olfativo puede mitigar la inflamación, esta investigación ha sentado las bases para futuros estudios destinados a explorar el uso terapéutico del aroma para abordar una gama más amplia de afecciones médicas.
“Será interesante ver si podemos mejorar los síntomas de otras afecciones médicas con el enriquecimiento olfativo”, dijo León.

Junto con Woo, Leon ahora está trabajando en un dispositivo para administrar terapia olfativa, que podría ser prometedor como una forma novedosa y no invasiva de mejorar los resultados de los tratamientos.
Las personas que perdieron el olfato después del COVID, pueden sufrir cambios de conducta
Un pequeño estudio realizado en Chile que reclutó a 73 adultos con COVID-19 leve a moderado sin signos de insuficiencia respiratoria y a 27 personas sin antecedentes de COVID-19, mostró que aquellos con la enfermedad y que sufrieron pérdida del olfato, presentaron cambios conductuales, funcionales y estructurales en el cerebro.
“A pesar de la creciente cantidad de evidencia, los factores clínicos específicos asociados con las alteraciones cerebrales siguen siendo esquivos, lo que presenta desafíos para identificar poblaciones en riesgo de desarrollar deterioro cerebral y cognitivo a largo plazo después de la infección por SARS-CoV-2″, explicaron los expertos en el trabajo científico.
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