
El cannabis es una de las drogas más consumidas en todo el mundo. En Argentina, según los últimos datos estadísticos brindados en 2023 por el SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), el 21% de la población consumió marihuana con fines no terapéuticos alguna vez en su vida y un 10,3% de la población lo hizo durante el último año, siendo la franja etaria de 16 a 34 años la que presentaba mayor prevalencia.
“El cannabis se ubica como la tercera sustancia más consumida en el país, detrás del alcohol y del tabaco. Este aumento va de la mano de una mayor aceptación social y de una menor percepción de riesgo sobre el consumo de la misma. De esta forma, cobra relevancia la profundización en el conocimiento de la sustancia y de los riesgos/efectos asociados a su consumo, dejando de lado mitos y creencias erróneas”, explicó el licenciado Matías Sánchez Sanda, integrante del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.
El cannabis es una planta que contiene múltiples compuestos químicos, conocidos como fitocannabinoides. Los compuestos más comúnmente conocidos y más abundantes químicamente son delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD).
El THC es el compuesto responsable de los efectos psicotrópicos del cannabis, dado que, al ser un agonista parcial de distintos receptores del sistema endocannabinoide, genera efectos en el sistema nervioso central. El sistema endocannabinoide es un sistema de comunicación intercelular que participa en diferentes funciones tales como: la regulación del sueño, del apetito, y de mecanismos de memoria; acciones neuroprotectoras e intervención en el neurodesarrollo y en la respuesta inflamatoria.

“El consumo de cannabis genera un impacto negativo en la salud mental de los usuarios. Se pueden detectar efectos agudos al momento del consumo, y efectos a mediano y largo plazo en el contexto de un consumo prolongado o crónico.
En cuanto a los efectos negativos agudos del consumo de cannabis, se encuentran: distorsión del espacio y tiempo, aparición de ansiedad, dificultades en la concentración y en la memoria a corto plazo, incoordinación motora, somnolencia, aparición de ideas delirantes o alucinaciones, entre otros”, afirmó el profesional de INECO.
A continuación, el licenciado Sánchez Sanda compartió una serie de recomendaciones para tener en cuenta con respecto al consumo de cannabis:

Además de los efectos agudos que pueden producirse al momento de consumir cannabis, los cuales se han descrito anteriormente, es importante también estar al tanto de los efectos del consumo prolongado o crónico, los cuales pueden ser: alteraciones en distintas funciones neurocognitivas, como la atención sostenida, selectiva, dividida, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento y el control ejecutivo; aparición de síntomas de impulsividad, agresividad, y disminución de la capacidad empática; aparición del síndrome amotivacional, caracterizado por la presencia de apatía en la persona; y la disminución de la capacidad para concentrarse, seguir rutinas o motivarse.
También puede presentarse una aparición de sintomatología de la esfera anímica, por ejemplo el ánimo depresivo, y se pueden desencadenar trastornos psicóticos. Diferentes estudios han detectado que el consumo de cannabis en personas con mayor vulnerabilidad genética se asocia al desarrollo de trastornos psicóticos.
El cannabis genera, además, otros daños en la salud. Se asocia a problemas respiratorios, tales como broncodilatación, bronquitis crónica e inflamación de las vías respiratorias; y también a problemas cardíacos, como aumento de la frecuencia cardíaca y presión arterial.

Es importante conocer que el uso de cannabis puede generar dependencia y conductas adictivas. Hay ciertas creencias y mitos en torno a que no se puede generar adicción al cannabis, lo cual no es correcto. El nombre de diagnóstico utilizado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) es “Trastorno por consumo de cannabis”.
El trastorno se caracteriza por los siguientes síntomas: consumo en grandes cantidades de la sustancia o durante un tiempo prolongado; deseos insistentes de dejar o de regular su consumo y esfuerzos fallidos por disminuir o abandonar el consumo; inversión de una gran parte del tiempo en conseguir la sustancia, consumirla o recuperarse de sus efectos; y deseo intenso de consumo.
Asimismo, entre otras de las características del trastorno se encuentran: seguir consumiendo a pesar de los problemas recurrentes o persistentes en la esfera social o interpersonal causados o exacerbados por los efectos del consumo; reducir o abandonar importantes actividades sociales, ocupacionales o recreativas debido al consumo; consumir recurrentemente la sustancia incluso en aquellas situaciones en las que ésta provoca un riesgo físico; consumir forma continuada a pesar de saber que padece un problema físico o psicológico recurrente o persistente que probablemente se puede originar o exacerbar por dicho consumo, y presentar tolerancia y abstinencia a la sustancia.
El consumo recurrente de cannabis también puede conllevar el incumplimiento de los deberes en los ámbitos académicos, laborales o domésticos.

Existen tratamientos psicoterapéuticos cognitivo conductuales, tanto individuales como grupales, para abordar el trastorno por consumo de cannabis. En estos se trabaja con psicoeducación, entrevista motivacional, entrenamiento en habilidades de afrontamiento, prevención de recaídas, y también se utilizan tratamientos psicofarmacológicos.
Tal como se ha mencionado, es importante conocer el impacto que conlleva para la salud el uso y consumo de cannabis, dado que genera daños orgánicos y psicológicos. Por lo cual es necesario que, en caso de que se reconozca alguno de los síntomas que se han detallado, se realice una consulta con un profesional de la salud para su correcto abordaje y tratamiento.
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