
El colesterol, vital pero potencialmente peligroso si sus niveles son excesivos, juega un papel crucial en el organismo al participar en la formación de membranas celulares y en la síntesis de ciertas hormonas, así como en la producción de ácidos biliares esenciales para la digestión de alimentos grasos. A pesar de su importancia, concentraciones elevadas en el torrente sanguíneo pueden derivar en serias complicaciones, incluyendo la arterosclerosis, responsable de diversas enfermedades cardíacas. Este fenómeno ocurre cuando el colesterol se acumula en las paredes de las arterias, formando placas que pueden restringir o bloquear el flujo de sangre.
El sistema circulatorio puede verse severamente afectado por el depósito de colesterol LDL —frecuentemente denominado “colesterol malo”— en las arterias, lo que puede llevar a la formación de placas de ateroma. Estas placas, al incrementar su tamaño, no solo endurecen los vasos sanguíneos sino que también pueden romperse, originando coágulos que obstruyen el flujo sanguíneo. Los doctores Daniel López Rosetti y Martín Lombardero, dijeron a Infobae, que esto puede culminar en eventos cardíacos críticos como infartos o accidentes cerebrovasculares. Además, señalaron que el cuerpo genera este lípido, especialmente a través del hígado, pero también se adquiere mediante la ingesta de alimentos.
La distinción entre el colesterol LDL y HDL radica en que el primero es propenso a depositarse en las arterias, mientras que el segundo es conocido como “colesterol bueno” por su función de retirar el colesterol del torrente sanguíneo, llevándolo de vuelta al hígado. Además, existen estrategias efectivas para el manejo del colesterol. Ambos expertos resaltaron la importancia de una dieta baja en grasas saturadas, ejercicio regular, mantenimiento de un peso adecuado, evitar el hábito tabáquico y moderarse en el consumo de alcohol.

Los factores de riesgo incluyen una alimentación alta en calorías y grasas trans, obesidad, sedentarismo, la edad y predisposiciones genéticas. También destacaron que patologías como la hipertensión, el consumo elevado de alcohol y enfermedades renales o hepáticas pueden elevar el riesgo de desórdenes en el nivel de colesterol.
¿Cuál es la vitamina que ayuda a reducir el colesterol?
Según el equipo científico de Mayo Clinic de Estados Unidos, “la niacina es una vitamina B que el cuerpo crea y utiliza para convertir los alimentos en energía. Esta ayuda a mantener sanos el sistema nervioso, el aparato digestivo y la piel”. Se trata, dijo, de la también llamada vitamina B-3 que “suele formar parte de un multivitamínico diario, pero la mayoría de las personas obtienen la cantidad necesaria de los alimentos que comen”. Algunos de los alimentos ricos en niacina son levadura, leche, carne y granos de cereales, entre otros.
Cuando es necesario que el médico recete la niacina es para “aumentar el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL)”, es decir el llamado el colesterol “bueno”, que “ayuda a eliminar las lipoproteínas de baja densidad (LDL) —el colesterol “malo”—, del torrente sanguíneo. A pesar de la capacidad de la niacina de aumentar el colesterol HDL, en las investigaciones se puede apreciar que el tratamiento con niacina no se vincula con tasas más bajas de mortalidad, de ataques cardíacos ni de accidentes cerebrovasculares”, aclaró.

En tanto, de acuerdo con MedlinePlus, el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la niacina “al tomarse como medicamento con receta en dosis más grandes, puede ayudar a reducir el colesterol y otras grasas en la sangre” y, además de elevar el colesterol HDL y reducir el LDL también contribuye a “reducir los triglicéridos, otro tipo de grasa presente en la sangre”.
De esta forma, agregó, es una vitamina que “mejora” los niveles de colesterol y “puede ayudar a proteger de cardiopatías, ataque al corazón y ataque cerebral”.
Por otra parte, la vitamina B3 o niacina es una vitamina hidrosoluble, es decir, soluble en agua. “Se absorbe por difusión pasiva, no se almacena en el organismo y los excedentes se eliminan en la orina”, señalan los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra, en España.
“Las mayores fuentes de niacina en la dieta diaria son el hígado, las carnes magras, el pollo, el pescado, la leche, el queso, los huevos, las verduras verdes, las nueces, las alubias secas, la levadura de cerveza y los cereales. El cuerpo humano también puede producir pequeñas cantidades de niacina mediante el triptófano, un aminoácido liberado durante la digestión de las proteínas”, subrayó.
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